Sunday, September 1, 2013

Guerra Química Guillermo García Machado

Guerra Química
Guillermo García Machado

El empleo de sustancias tóxicas en la guerra había sido prohibido por la Conferencia de la Haya en 1899, sin embargo, cuando los frentes se estabilizaron, los alemanes, que tenían una industria química muy desarrollada, pensaron en este tipo de armas como una solución para acabar con la guerra de trincheras. A las 4 de la tarde del 22 de abril de 1915 en el frente de Ypres en Bélgica, aprovechando el viento favorable, los alemanes abrieron botellas de cloro y una nube tóxica se dirigió hacia las líneas francesas. La sorpresa y el pánico fueron totales. Tras sucesivos ataques, los alemanes consiguieron en unos días avanzar 16 kilómetros. La industria química y armamentística inició la producción de nuevos gases (fosgeno, bromuro de xileno, arsénico, ácido cianhídrico...). El repertorio del horror tóxico se fue ampliando. Los gases empezaron a lanzarse en bombas de artillería para evitar que un repentino cambio del viento hiciera que las propias tropas murieron asfixiadas. Los ejércitos desarrollaron sistemas de defensa y alarma. Los soldados tuvieron que proveerse de máscaras anti-gas, dando lugar a una de las múltiples imágenes siniestras de la Gran Guerra. El uso de gas venenoso en la Primera Guerra Mundial fue una importante innovación militar. Los gases utilizados iban desde el gas lacrimógeno a agentes incapacitantes como el gas mostaza y agentes letales como el fosgeno. Esta guerra química fue uno de los principales elementos de la primera guerra global y también de la primera guerra total del siglo XX. La capacidad letal del gas era limitada —solo el 3% de las muertes en combate fueron debidas al gas—, pero la proporción de bajas no letales fue alta, llegando el gas a ser uno de los factores más temidos entre los soldados. Al contrario que la mayoría de las armas de la época, fue posible desarrollar contramedidas efectivas para el gas. De ahí que en las fases finales de la guerra, aunque el uso del gas aumentó, en muchos casos su efectividad disminuyó. Debido al uso generalizado de la guerra química, además de los importantes avances en la fabricación de explosivos de alto orden, a veces se ha calificado a la Primera Guerra Mundial como "la guerra de los químicos". La comunidad internacional prohibió el empleo de armas químicas y biológicas después de la Primera Guerra Mundial y reforzó esa prohibición en 1972 y 1993, cuando proscribió también el desarrollo, la producción, el almacenamiento y la transferencia de dichas armas. Junto con los adelantos de las ciencias de la vida y la biotecnología, disciplinas cuyo objetivo fundamental es el bienestar de la humanidad, también ha crecido la preocupación de que las restricciones impuestas hace años al empleo de armas químicas y biológicas se vean socavadas o pasadas por alto.  Guerra Química es la guerra que usa las propiedades tóxicas de sustancias químicas para matar, herir o incapacitar al enemigo. La guerra química es diferente del uso de armas convencionales o armas nucleares porque los efectos destructivos de las armas químicas no tienen ninguna fuerza explosiva. El uso ofensivo de organismos vivos u otros productos tóxicos (como el carbunco o la toxina botulínica) no son considerados guerra química; sino que es llamado guerra biológica. Las armas químicas son clasificadas como armas de destrucción masiva por las Naciones Unidas, y su producción y almacenamiento fueron hechos ilegales por la convención de armas químicas de 1993. La guerra biológica o bacteriológica es una forma singular de combate, en la cual se emplean armas de diferentes tipos que contienen virus o bacterias capaces de infligir daño masivo sobre fuerzas militares y/o civiles. El uso de armas biológicas está terminantemente prohibido por las Naciones Unidas, sin embargo muchos países (potencias militares) cuentan con este tipo de arsenal en forma no sólo de bombas sino de otro tipo de agentes de esparcimiento menos convencionales.

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