Crisis de poder en Venezuela
Guillermo García Machado
Cuando analizamos el ventajismo
político y su tipología en el artículo 68 de la Ley Electoral o las
repercusiones del peculado de uso en la Ley contra la Corrupción; o tan
sencillo como repetir el precepto constitucional: el funcionario público
responde única y exclusivamente a los fines del Estado y jamás a intereses
partidistas particulares, podríamos decir rápidamente que no somos nada, simplemente
un país donde la Ley es letra muerta, sin principios, subsumidos en una
profunda crisis de poder, aumentada por el reflejo de todo lo anterior en la
faz del pírrico triunfo obtenido por el candidato “Maduro”. Podemos hablar de
la crisis financiera, donde todavía nadie se explica cómo se desvanecen cien
mil millones de Dólares dentro de la vorágine del presupuesto nacional; seguir
comentando acerca de la pérdida del valor del signo monetario venezolano, tan
sólo representable por una chapita de refresco, tal como lo expresara
gráficamente Rayma en la prensa local;
seguir comentando sobre la acción perversa de la inflación en el
bolsillo de los venezolanos, sin hacer ningún tipo de distingo entre nuestros
niveles sociales; comentar con frialdad acerca de la situación financiera de la
primera empresa del país y de la situación particular de cada una de las
industrias básicas, que aún sobreviven; y sin embargo, todavía queda una
palabra de aliento, simplemente superando las políticas erradas y aplicando los
correctivos que la misma mediana inteligencia nos exige, desterrando de raíz,
cualquier tipo de filosofía o doctrina castigada en la historia como fracaso,
como es el caso del comunismo, el cual fue incapaz de proporcionar un rayito de
felicidad a tantos pueblos que trataron de salir adelante, bajo el sopor doctrinario
del Capital de Marx, y de la égida figura, por no decir el yugo de Joseph
Stalin. Cuando observamos que el proyecto político que representa el Socialismo
del Siglo XXI, queda acéfalo por la desaparición de su principal mentor,
Teniente Coronel Hugo Rafael Chávez Frías, buscamos con afán la figura o la
persona que pudiera continuar con mérito propio la proyección en el espacio y
en el tiempo del mensaje del auténtico comandante en jefe, cuya muerte ha
producido el debilitamiento de aquel movimiento que convirtió el juramento ante el Samán
de Güere , en el más
atrevido accionar político contemporáneo, con ramificaciones en el mundo entero
y muy especialmente en Latinoamérica, independientemente del uso del petróleo
como arma estratégica para la consecución de adeptos revolucionarios.
Interrumpiendo el asombro nuestro deseo de investigación por la ausencia de líderes
capaces de mantener la fuerza carismática del líder fallecido. Llámese Nicolás,
Rafael, Diosdado, Adán, y cualquier otro que se nos ocurra, quedan como figuras
del montón, en el difícil proceso de seleccionar un simple sustituto. El
reciente proceso electoral así lo indica, tanto así que el candidato de la
oposición fue capaz de sustraer un millón de votos de las filas oficialistas,
una parte por sus méritos propios y por otra parte, el frágil contenido del
mensaje del candidato ungido por el líder moribundo, tratando de despedirse en
paz con los designios de Dios y con las aspiraciones de los hermanos Castro,
casi casi, estar bien con el Supremo y con el Diablo. Como corolario de lo
anterior, podríamos prever un gobierno objetado en su fuero de legalidad y
legitimidad, no puede ser capaz de proporcionar bienestar entre su pueblo y
mucho menos cuando él mismo se encuentra permeado por una crisis de poder auto-gestionada
por la debilidad misma del piso político actual, sobre el que se mueve el
gobierno de Maduro y por la cantidad de excesos y persecuciones políticas bajo el
conocimiento del movimiento mediático internacional, donde el escándalo –
quemas de centros de atención médica, muertes de partidarios del gobierno - quisieron atribuírselo al bando opositor y las
pruebas hacen siempre su efecto contra las filas del gobierno, de ahí que la
perversión no sustenta su propia careta-. Basta con escuchar las amenazas de
distintos funcionarios contra su propia burocracia, o de Ministros ofreciéndole
la cárcel al candidato opositor, con el privilegio de una celda especial, para
darnos cuenta que el país se encuentra en la peor de sus crisis políticas, con
la única ventaja de contar con las suficientes reservas morales, políticas,
sociales y económicas, tan calificadas como para sobrevivir a cualquier intento
de acabar con nuestra digna democracia.