Sunday, August 31, 2014

Noción preliminar del abastecimiento
Guillermo García Machado
Abastecimiento es un término que se vincula con la acción y las consecuencias de abastecer. Este verbo hace referencia, por su parte, a proveer de aquello que es necesario para la supervivencia. Puede decirse, por lo tanto, que el abastecimiento es una actividad que consiste en satisfacer, en el tiempo apropiado y de la forma adecuada, las necesidades de las personas en lo referente al consumo de algún recurso o producto comercial. La noción, por lo general, se equipara al suministro o al término inglés supply. A nivel económico, el abastecimiento aparece vinculado a la logística y a la cadena de suministro. Esta cadena debe prever la demanda de los consumidores y asegurar la entrega de los productos a los distribuidores, para evitar el agotamiento de unidades a la venta. Curiosamente, algunas empresas, sobre todo fabricantes de productos electrónicos, utilizan la falta de stock como punto de venta, ya que para llegar a ese punto es necesario haber tenido mucho éxito con la propuesta. El proceso de abastecimiento, por lo tanto, abarca todas aquellas actividades que posibilitan la identificación y la compra de los bienes y de los servicios que una empresa u otra entidad necesita para funcionar. La gestión de la cadena de abastecimiento se encarga de establecer las relaciones entre sus diversos componentes y de integrar las actividades para que sus objetivos puedan cumplirse. Más allá del comercio, podría decirse que el abastecimiento de alimentos a la ciudadanía es la obligación más importante de un gobierno. Sin alimentos, no hay vida posible; con una alimentación deficiente, el desarrollo no puede completarse. En Cuba, por último, la libreta de abastecimientos es un cuaderno que permite llevar el registro de los alimentos racionados que las autoridades entregan a los ciudadanos. Se trata de un sistema de control que incluye una cantidad cada vez menor de productos. Los objetivos de las políticas representan lo que Ustedes necesitan lograr a fin de obtener las metas establecidas. Los objetivos están usualmente vinculados con una o más unidades operacionales, son típicamente de corto plazo, y están ligados a los presupuestos anuales (véase un ejemplo en el Anexo 6). Necesitan ser revisados a medida de que las alcaldías y las autoridades locales responden a los cambios en sus recursos y ambiente. Al diseñar las políticas para el abastecimiento y distribución de alimentos, ustedes deben estar seguros de que:
  • las metas sean claras, confiables y reflejen la visión de los ciudadanos y de quienes las formulen;
  • los objetivos de las políticas sean alcanzables, factibles, confiables, técnicamente sólidos, consecuentes con las prioridades del gobierno central. Dichos objetivos tienen que ser también social y políticamente aceptables.

Un sistema de abastecimiento y distribución de alimentos que funcione bien, facilita el acceso a los alimentos pero, por sí mismo, no asegura que quienes no tienen los medios puedan obtenerlos - eso requiere la acción pública para generar ingresos mediante la creación de empleo o la distribución de alimentos (por ejemplo, subsidios o bonos). La educación sobre nutrición, higiene y salud es también importante para los consumidores más vulnerables. Por lo tanto una política de abastecimiento y distribución de alimentos apoya y es apoyada por otras políticas, programas e iniciativas  ¿De qué manera las leyes y regulaciones vigentes obstaculizan el desarrollo de los sistemas de abastecimiento y distribución de alimentos o discriminan entre pequeños productores, procesadores, comerciantes, tenderos y vendedores de la calle? ¿Existen innecesarias restricciones sobre el uso de agua para la producción de alimentos que pueden dificultar el desarrollo de la producción alimentaria urbana y periurbana?

Sunday, August 24, 2014

El absolutismo
Guillermo García Machado
Siempre habrán formas de gobierno que ratifiquen nuestra predilección por la democracia, basta para ello descubrir lo que nos muestra el absolutismo. Este último es un sistema de gobierno absoluto, en el cual el poder reside en una única persona que manda sin rendir cuentas a un parlamento o la sociedad en general. El absolutismo fue muy usual desde el siglo XVI hasta la primera mitad del XIX, cuando diversas revoluciones lo derrocaron. Si bien cualquier gobierno con total dominio de poder podría considerarse absolutista, en el sentido claro del concepto se hace referencia a las monarquías absolutas que gobernaron Europa entre los siglos XVI al XVIII. Los orígenes del absolutismo tienen lugar en Francia, donde se desarrolló la teoría del derecho divino del poder real. Esta postura supone que ciertas personas han sido elegidas por Dios para ejercer el gobierno. Incluso, en las versiones más radicalizadas, se considera al monarca como el propio Dios. Bajo esta forma de gobierno, el rey es la ley, ya que es quien decide qué cosas y cómo pueden hacerse. Las leyes son dictadas de acuerdo a sus intereses y a los de la nobleza, que aconseja al rey aunque éste siempre tome la última decisión. Por lo general, el rey absolutista mantiene un trato paternal con el pueblo, aunque muestra su despotismo cada vez que es necesario.
El rey absolutista ocupa su trono de manera vitalicia. El poder es hereditario: cuando muere el rey, su hijo ocupa su lugar. El rey también maneja la iglesia, en especial su parte administrativa y lo relacionado a las riquezas. Las cuestiones vinculadas a la fe y las creencias quedan a cargo del clero. Más allá de que el poder se centralice en una única persona, el régimen absolutista cuenta con burócratas y funcionarios públicos que se encargan del correcto funcionamiento del sistemaembajadores y delegados que firman tratados comerciales y de guerra con otras regiones y un ejército que mantiene el orden.

Existe una frase que se ha hecho sumamente famosa y que define claramente este concepto. Dice “El Estado soy yo” y se le ha adjudicado a Luis XIV de Francia quien estaba tranquilo en su trono pues sabía que no existían límites jurídicos ni de ninguna otra índole que se interpusieran entre sus ideas y la práctica de las mismas. Es importante por tanto aclarar que en el siglo XVI hubo una fuerte reivindicación del concepto de nacional, lo cual fue fundamental para la fundación de las monarquías absolutas, donde el mandatario pertenecía a ese territorio y gobernaba sobre todo él. Además, el rey se comprometía a levantar una Iglesia Nacional que reuniera a todos los habitantes del territorio y velara por sus intereses morales. De todas formas, este último punto nunca pudo llevarse completamente a la práctica, dado que muchos soberanos se mantuvieron fieles a los mandatos de Roma. De todas formas, hubo otros que no lo hicieron y de este modo surgieron ciertas reformas en la iglesia que llevarían al nacimiento de las Iglesias Nacionales. Quienes encabezaron este movimiento nacionalista fueron los soberanos Lutero y Calvino, quienes en su teoría sobre el origen divino del poder real consiguieron separarse de lo establecido por la iglesia romana. Con el poder absoluto en su jurisdicción, los monarcas podían anular los derechos de pueblos enteros y, de este modo, ejercían su absolutismo. Este concepto que había surgido como la negación del feudalismo, no difiere en gran medida de éste: con una ley divina y una ley natural controlaban el accionar de todo el pueblo. Como el absolutismo no representaba los intereses del pueblo y se había dividido profundamente la clase gobernante de quienes eran gobernados por ella, fueron necesarias diversas revoluciones que llevarían a la formación de los diversos Estados, integrados por personas surgidas de la comunidad, que representaran sus intereses y que no se separaran de ésta. Lamentablemente, el ansia de poder y el abuso que el ser humano hace sistemáticamente de él siempre se hacen presente, por eso pese a que las monarquías absolutas han sido desintegradas, continúan surgiendo gobiernos absolutistas, las dictaduras son un ejemplo de ello.

Sunday, August 17, 2014

Imperialismo
Guillermo García Machado

Cuantas veces Usted ha escuchado que la razón de nuestros males se debe al imperialismo, por ello para estar claros del asunto encontramos que el imperialismo es una doctrinaconductatendencia o sistema de aquellos regímenes que desean expandir su dominio hacia otro u otros territorios a través de la fuerza (tanto militar como política o económica). Un Estado imperialista, por lo tanto, desea imponerse sobre otros países y ejercer su control. Se trata de naciones que tienen una gran fuerza y que no dudan en utilizarla, ya sea de manera directa o indirecta, sobre los más débiles. La noción moderna de imperialismo surgió a partir del siglo XIX para nombrar al proceso de crecimiento económico llevado adelante por las potencias europeas. Estos países comenzaron a conquistar tierras y a crear colonias en diversos continentes con la intención de acceder a las materias primas y de encontrar nuevos mercados para sus productos. Como decimos, la búsqueda por parte de las distintas potencias de materias primas para continuar con su crecimiento en plena fase de la Revolución Industrial parece ser, según los historiadores, que fue la principal razón que dio lugar a este fenómeno del Imperialismo. Entre los países que más ejercieron el mismo destaca Gran Bretaña, que se situó al frente del mismo y que consiguió tanto tener colonias como anexionar territorios en lugares como Asia o África. A fines del siglo XIX, el concepto empezó a usarse para hacer referencia al dominio económico que ejercen los poderosos sobre los países más pobres. Este imperialismo, por lo general, no requiere el uso de la fuerza bélica, sino que se ejerce a través de presiones políticas y económicas. Por ejemplo: una potencia se compromete a prestar dinero a un país periférico siempre que éste dicte leyes favorables a sus empresas. El imperialismo intenta justificarse por diversas causas: desde demográficas (la intención de incrementar la superficie de la nación) hasta económicas (para satisfacer las necesidades propias), pasando por motivos propios de la ciencia (como el deseo de investigar en otros territorios). Y todas ellas sin olvidar tampoco que existen otras causas de gran importancia como pueden ser las técnico-políticas y las estratégicas. Es decir, el imperialismo se fue desarrollando y extendiendo también porque los gobernantes necesitan nuevos territorios para olvidar la pérdida de otros, para contar con puntos estratégicos en sus rutas comerciales y también para poseer enclaves que les sirvieran para desarrollar una importante defensa desde un punto de vista militar. Entre las consecuencias más importantes del fenómeno que nos ocupa hay que destacar la pérdida de valores tradicionales culturales, un proceso de proletarización en la sociedad de los territorios conquistados o la destrucción de ecosistemas naturales. El imperialismo estadounidense bajo el mandato de George W. Bush, por ejemplo, trató de justificarse con motivos políticos (mejorar la seguridad) y religiosos (enfrentar al Eje del Mal). Este concepto se usa igualmente en el contexto de la Economía y las finanzas públicas. Tanto esta acepción como la de colonialismo económico han sido empleadas para ilustrarla como la penetración de los países con economías más desarrolladas en los países con menor desarrollo económico. Ambos términos han sido tradicionalmente utilizados por algunos economistas para señalar a los países desarrollados. Las manifestaciones más importantes del Imperialismo Económico se refieren al Comercio entre ambos grupos de países y la Inversión extranjera, lo que pondría a los países en desarrollo en situación de Dependencia respecto a los países desarrollados. En Comercio Internacional, los países económicamente débiles sólo en situación de exportar materias primas baratas a los países industrializados a cambio de importar Bienes manufacturados a Precios elevados. En materia de Inversión extranjera, los capitalistas de los países más desarrollados tendrían el control de los sectores productivos más dinámicos de los países en Desarrollo, obteniendo Utilidades excesivas cuyos retiros afectan gravemente la Balanza De Pagos de estos países. Otras manifestaciones del Imperialismo Económico son las condiciones de la transferencia de tecnología y del otorgamiento de créditos internacionales.

Sunday, August 10, 2014

El Estado Gendarme
Guillermo García Machado

Sacamos de worlspress.com las siguientes notas sobre el Estado Gendarme.El liberalismo profesa una exagerada creencia, muy rousseauniana, en la bondad natural del hombre. Recordemos, de paso, que el pensador ginebrino suponía un lejano y utópico pasado en el cual los hombres vivían en contacto con la naturaleza y con una libertad ilimitada. Pero la sociedad ha corrompido al hombre y le ha limitado su libertad. Nos queda como recurso mágico, que en realidad no resuelve nada, el pretendido contrato social. Es el caso de que la libertad, pseudo – libertad de hacer lo que venga en gana se concibe como ausencia de trabas, cuando en rigor, la verdadera libertad, es una facultad de dirigirse hacia el bien por motivos racionales. La organización política del Estado – gendarme reduce la función de gobierno a la sola y pobre tarea de vigilar el orden policial externo. La célebre Ley Chapilier, típicamente liberal, prohibía toda clase de asociación, creyendo proteger, en esa forma, la originaria condición libérrima de los hombres. Al derribarse los sindicatos, las instituciones religiosas de beneficencia, las asociaciones económicas y culturales de la estructura social, sobrevino la competencia desenfrenada con el triunfo de los más poderosos. El Estado parecía un ancho solar por el que vagaban como fantasmas los individuos. La lucha de todos contra todos convirtió al hombre en lobo del hombre. Entregado a su propia debilidad, el individuo se mantuvo como ente fungible, aislado, hostil a toda forma de comunidad. Los campesinos fueron desposeídos de sus tierras; los obreros fueron explotados por el sistema del sudor, considerando su fuerza de trabajo como mercancía sujeta a la ley de oferta y demanda; los pequeños comerciantes y la clase media padecieron servidumbre. ¿Y el Estado? El Estado – gendarme vigilaba, con neutralidad de espectador, la enorme y atroz injusticia. Una libertad imposible, carente de los medios necesarios para realizarse y protegerse, terminó por amargar la conciencia de los ingenuos que creyeron en las promesas de la demagogia liberal. Se confundió el individualismo con la liberación y el aislamiento con el triunfo sobre la opresión. La multitud miserable fue fácil presa de los audaces sin escrúpulos. La doctrina de la plena autonomía individual, aplicada a la vida social, condujo a la explotación del hombre por el hombre y a la pérdida de la auténtica libertad. El Estado – gendarme del liberalismo contempla a la sociedad como un agregado de simples átomos que se yuxtaponen mecánicamente. Al individuo se le concede todo, a la sociedad nada, como no sea el derecho puramente policíaco. Y esto, a pesar de que todos somos buenos por naturaleza sin necesidad de coacción, según reza el dogma de Juan Jacobo. Confundiendo la libertad psicológica con la moral, los liberales no advierten que el libre albedrío, libertad de especificación (hacer esto o aquello), libertad de contradicción, (obrar o no obrar), libertad de contrariedad (elección entre dos cosas contrarias), no significa, como simple hecho psíquico, que tengamos que hacer el mal cuando nos venga en gana. Libertad, en su sentido genuino, es libertad de pasiones. Lo demás es defecto del libre arbitrio o pura retórica de plazuela, de aquélla que señaló el poeta: Libertad, libertad, el necio hombre, cuanto delito cometió en tu nombre. La confusión de la libertad psicológica con la moral ha abierto la puerta a todos los crímenes y maldades. La libertad moral de pensar y enseñar el bien y la verdad, las doctrinas probables y los actos indiferentes, están reñidas con el libertinaje que incita al mal y a la mentira; que insulta, calumnia y delinque. Corresponde a la autoridad, en estricta justicia, combatir los vicios que cunden en daño de la misma sociedad. Pero es menester sobrepasar el Estado liberal para reconocer esta positiva tarea de la autoridad. De ser consecuente con sus principios, el Estado liberal tendría que dejar en libertad a los enemigos de la sociedad entera y a los enemigos de la misma libertad. Dentro de la concepción política del Estado – gendarme, el propietario puede usar y abusar de su propiedad aun con menoscabo del bien común. El absentismo puede estar a la orden del día. Los monopolios y la usura podrán prosperar a costa de la felicidad de los pobres. El inmoderado lujo de unos cuantos florecerá sobre el pauperismo general.

Sunday, August 3, 2014

Democracia sin adjetivos

Guillermo García Machado

Nos cuenta Jesús Silva-Herzog Márquez, desde México, “Cuando hace treinta años Enrique Krauze publicó “Por una democracia sin adjetivos”, desde la izquierda y el oficialismo le llovieron calificativos. Krauze, en su ensayo, desmontó las coartadas de nuestras tradiciones autoritarias. La siguiente rememoración de la polémica de ese entonces ensaya también una crítica. En el páramo de la vida intelectual mexicana, tan habituada al cuchicheo y al silencio, sobresale la tormenta que desató, hace treinta años ya, la publicación de “Por una democracia sin adjetivos”. Del partido oficial y de la izquierda brotaron réplicas vehementes y reveladoras. El ensayo de Enrique Krauze publicado en Vuelta no se sofocó en las páginas de la revista; se insertó de inmediato en la conversación nacional y ahí sigue. La expresión “democracia sin adjetivos” brota frecuentemente aquí y allá. El ensayo fue discutido con intensidad, alterando en buena medida las coordenadas del debate público. Las respuestas a Enrique Krauze, que Vuelta publicó inmediatamente después, muestran la incomodidad que provocó. Para el oficialismo, el llamado democrático de Krauze era ingenuo, impracticable, una invitación al suicidio. Manuel Camacho regresó al tópico de la autenticidad del régimen priista: el reflejo político fiel de una nación, la sabia desembocadura de los siglos. Esa democracia sin adjetivos necesitaba recurrir a la historia inglesa porque en México no encontraba raíz; era una teoría, una fantasía libresca que no correspondía al cuerpo mexicano ni a las demandas de su gente. Para Manuel Aguilar Mora era peor: la voz del “cretinismo liberal” que toma la igualdad jurídica como igualdad, cuando es un engaño. La democracia sin adjetivos, sugería con fidelidad a la ortodoxia, es la democracia de los dueños, la democracia burguesa. Burguesas son esas libertades que solo sirven para reproducir la explotación. Burgués el voto, burguesas las formas constitucionales. La democracia, para dejar de ser una farsa, ha de acompañarse de un adjetivo indispensable: obrera. Los textos no hacían más que ratificar la pertinencia del ensayo de Krauze. Con su anzuelo pescaba los adjetivos que, precisamente, denunciaba como instrumentos que posponían o negaban la democracia; los adjetivos para desnaturalizarla, los adjetivos para desbaratarla. La réplica como perfecta confirmación del argumento. El ensayo pinchaba un nervio sensible de la conciencia política mexicana. Krauze no fundaba la causa democrática, pero tuvo el acierto (también la fortuna) de colocarla en el centro de la escena pública. La contundencia del argumento fue tal que no dejaba escapatoria: había que abrazar su tesis o combatirla. No era posible la indiferencia. Más aún: la opción frente al texto sirvió en ese tiempo para definir las identidades políticas relevantes. Los desadjetivadores y sus enemigos. Krauze imprimía un sentido de urgencia a la causa democrática. La democracia era la tarea del día, no la obra de los siglos. Pero la convulsión intelectual que provocó el ensayo no se debía a su vehemencia, sino al núcleo de su argumento. Krauze hacía ver que los aderezos ideológicos del oficialismo desnaturalizaban al régimen pluralista. Mostraba que la fórmulas de la ortodoxia marxista vilipendiaban la convivencia democrática. El gran tino del ensayo fue ese: desmontar la doble coartada de nuestras tradiciones autoritarias. Democracia sin adjetivos. La fórmula tenía un magnetismo innegable.” Entre nosotros, las adjetivaciones no calificaban a la democracia, la negaban. Cuando se hablaba de democracia nuestra se trataba de justificar la excepción; cuando se invocaba la democracia sustancial se escondía el desprecio por las reglas; cuando se hablaba de la democracia integral se hacía para burlar la aritmética de los votos. La falsificación democrática se desplegaba en la obsesión de ocultarla con adjetivos. Lo dijo con claridad Krauze en ese momento: el proyecto democrático tenía que sacudirse esa carga de negaciones y de postergaciones. Necesitaba liberarse de todos los adjetivos menos uno, por supuesto: liberal. En efecto, la democracia sin adjetivos estaba tan atada a ese calificativo que ni siquiera lo registraba.