Sunday, October 30, 2016

Acción Social
Guillermo García Machado

El término que ahora nos ocupa podemos determinar que tiene su origen etimológico en el latín como lo demuestra el hecho de que las dos palabras que lo conforman proceden de la mencionada lengua. Así, en primer lugar, acción es fruto de la suma del vocablo actus, que puede traducirse como “llevado a cabo”, y del sufijo –ción, que es equivalente a “acción y efecto”. En segundo lugar, la palabra social proviene del concepto latino socius que ejerce como sinónimo de “compañero”.
El concepto de acción social pertenece al universo de la sociología, que es la ciencia que se dedica al estudio de los grupos sociales. En su significado más amplio, una acción social es aquella que afecta la conducta de otros. El sociólogo Max Weber contempló cuatro tipos de acción social: la tradicional (vinculada a las costumbres), la afectiva (relacionada con las emociones), la racional con arreglo a valores (guiada por una norma moral) y la destinada a obtener un fin racional.
Más allá de esta definición, se suele denominar como acción social a los programas y ayudas que, por lo general, son complementarios a las prestaciones asistenciales que brinda el Estado, aunque también existe la acción social estatal.
En este sentido, la acción social tiene como principal objetivo satisfacer necesidades básicas que, por distintos motivos, un grupo de la población no puede satisfacer. De esta manera, la acción social puede estar dirigida a promover la educación o repartir alimentos, por ejemplo.
Así, por ejemplo, en el caso de Colombia existe un organismo para la acción social denominado Departamento para la Prosperidad Social que tiene como clara misión el conseguir una serie de objetivos específicos que giran en torno a ese principio. Fines estos a lograr tales como el desarrollo de planes de inclusión social, la coordinación y creación de oportunidades para la población pobre, la puesta en marcha de acciones para la protección de los niños y de las familias en situación de vulnerabilidad o desamparo…
En España, por su parte, merece la pena destacar a la Plataforma de ONG de Acción Social que se caracteriza por ser estatal, sin ánimo de lucro, privada y aconfesional. Con su puesta en marcha y su trabajo, la misma lo que pretende es llevar a cabo todo tipo de planes y proyectos con los que se promueva y desarrolle el conjunto de derechos de los ciudadanos que pertenecen a los colectivos más vulnerables. En concreto está conformado este organismo por más de veinte ONG´s. Por otra parte, la acción social también aparece en momentos específicos, frente a catástrofes naturales o situaciones de emergencia. Una provincia que sufre por la sequía puede ser destinataria de la acción social del resto del país. Lo mismo con una nación que se encuentra en guerra y puede recibir la asistencia de sus países vecinos para ayudar a la población civil que se encuentra afectada por el conflicto.
En otras palabras, este tipo de acción pretende transformar el estado de las cosas para lograr otro estado con mayor calidad de vida. La acción social persigue el bien común y no busca satisfacer intereses personales. Ahora, una movilización social puede contener diversos movimientos populares y, ocasionalmente, no populares) y dar pie a muy variadas acciones sociales que se orientan a incidir en planos distintos, aunque no estancos, de la realidad: circuitos municipales, estatales, nacionales e internacionales (geopolíticos), para citar las divisiones administrativas de México, pero también los planos de la pareja, de la familia, del barrio o de la colonia, de las iglesias, de los medios masivos, etc. Y el punto en el que cada acción (o movimiento) busca incidir, puede ser también variado: la exclusión en la familia, en la relación de pareja, en la iglesia, en los empleos asalariados e informales, en la política, en la cultura, en la división social del trabajo, en la administración de la economía libidinal, en la geopolítica, etc. Como se advierte, existe mucha distancia entre entender el Grito de los Excluidos o como evento que se materializa en una denuncia (que puede tomar la forma de un conglomerado festivo) o como una movilización social que incorpora y articula movimientos sociales con sus reivindicaciones particulares y específicas en una lucha por transformar todas las formas de la discriminación y el autoritarismo que gestan las situaciones de exclusión.


Sunday, October 23, 2016

Vasallaje
Guillermo García Machado

Vasallaje es la relación que, en la antigüedad, mantenía un individuo con su señor. Dicho vínculo implicaba lealtad y, a su vez, dependencia y sumisión: el vasallo debía brindar asistencia militar y política al señor, quien a cambio le entregaba tierras para su usufructo. El vasallaje era regulado por un contrato bilateral (con obligaciones para los dos partes). Si el vasallo o el señor cometían un incumplimiento grave, el vínculo podía disolverse. Es importante destacar que la relación se forjaba entre dos hombres libres (un plebeyo y un noble, o un noble de estatus inferior y un noble de estatus superior).
Todo comenzaba por medio de una ceremonia de homenaje e investidura, en la cual se consagraba dicho contrato para que comenzase a tener vigencia la relación de vasallaje. En pocas palabras, el vasallo debía apoyar sus manos sobre las del señor y declararse “hombre suyo”, además de jurarle fidelidad.
Luego, el señor le daba al vasallo una rama o un puñado de tierra para simbolizar las tierras que le cedería.
Además de la prestación militar, el vasallo se comprometía a brindar a su señor auxilio económico y consejo; el otro, por su parte, le prometía protección militar, defensa judicial y manutención, además de las tierras.
No se debe confundir entre la servidumbre y el vasallaje. En el primer caso, el siervo era casi un esclavo y su señor feudal podía venderlo junto a la tierra que explotaba. En el vasallaje, el vínculo se daba entre personas de un estamento similar.
A pesar de dichas diferencias, es importante señalar que el vasallaje solamente fue voluntario en sus primeros tiempos; a medida que los señores se hicieron más y más poderosos, finalmente consiguieron que este régimen se volviera obligatorio, de forma que ningún hombre pudiera optar por no someterse a él.
Muchas veces los vasallos de un señor eran, a su vez, señores de otros vasallos. Esto quiere decir que una persona podía ser vasallo respecto a otra, pero de manera simultánea contar con los privilegios de señor ante otros sujetos. De esta forma se creaba una pirámide social encabezada por el emperador o el rey.
Dicha pirámide, a menudo denominada feudal o del vasallaje, representaba una red de relaciones de tipo feudo-vasalláticas o vasalláticas, caracterizadas por las promesas explicadas más arriba. En la cima de una pirámide feudal se hallaba el emperador, seguido por los reyes, la alta nobleza (condes, marqueses y duques), la nobleza intermedia (señores) y, finalmente, la baja nobleza (barones, vizcondes, caballeros, infanzones, escuderos e hidalgos, entre otros). En cada nivel de la pirámide también era particular el tamaño del feudo, el cual podía abarcar, por ejemplo, una aldea, una comarca o una región completa.
Los historiadores sostienen que el vasallaje comenzó a caer cuando los imperios perdieron poder y la autoridad se descentralizó. Muchos feudos, en este contexto, pasaron a ser hereditarios. Finalmente esta relación social se disolvió y comenzaron a surgir otras clases de vínculos políticos y económicos, muchas veces regidos por la institución conocida como mercado.
Con respecto a la etimología de la palabra vasallo, podemos decir que su origen más remoto se encuentra en los términos gwas (en galés, “sirviente” o “joven”), foss (en irlandés, “sirviente”) y goaz (en bretón, “hombre” o “sirviente”). Por otro lado, esto también la relaciona con la raíz indoeuropea wasso-, la cual servía para denotar el concepto de “joven escudero”.

De todo esto surgió vassus, el término del latín clásico para denominar a los “sirvientes”, el cual más tarde derivó en vassallus, ya en el latín medieval. En las lenguas galorromances también existió vassellitus, un diminutivo de vassallus para hablar de un “joven noble”, un “paje” o un “escudero”.

Sunday, October 16, 2016

Valores Humanos
Guillermo García Machado

En el ámbito de la filosofía, los valores son las cualidades que hacen que una realidad sea estimable o no. Estos valores pueden ser negativos o positivos, y calificarse como inferiores o superiores de acuerdo a su jerarquía. El concepto de valores humanos, en este sentido, alude a aquellas ideas que comparten la mayoría de las culturas respecto a lo que se considera correcto. Estos valores son los que enaltecen al ser humano: es decir, que colocan a la especie en un plano de superioridad gracias a la moral.
Un valor humano, por lo tanto, es una virtud. Aunque las costumbres y las conductas cambian con la historia, se considera que hay valores que deben (o deberían) mantenerse inalterables ya que son los que definen al hombre como especie. Los valores humanos se encargan de orientar y direccionar la acción de las personas que desean hacer lo correcto.
No existe un listado específico de valores humanos, ya que su definición puede variar de acuerdo al filósofo o el pensador que los proponga como resultado de sus investigaciones. Sin embargo, hay muchos valores que suelen ser mencionados sin discusión.
La sensibilidad es uno de esos valores humanos reconocidos a nivel general. Se considera que las personas deben ser sensibles ante el prójimo, sentir empatía y reaccionar ante el sufrimiento o el dolor de los demás.
Otros de estos valores, que a veces también se denominan morales, son la honestidad, el respeto, la responsabilidad, la gratitud, la puntualidad, la prudencia, la sinceridad, la compasión, el desprendimiento de las cosas materiales, la lealtad y la humildad.
Cabe destacar que, en ocasiones, el valor humano se refleja en leyes u obligaciones. En determinados contextos, un individuo no escoge ser responsable por su mera intención de actuar “correctamente”, sino también porque la irresponsabilidad constituye un delito; esto ocurre, por ejemplo, cuando decidimos no beber alcohol antes de conducir.
Y aquí entramos en un terreno controvertido, donde se pone en duda la esencia de los valores humanos: si fueran intrínsecos a nuestra naturaleza, entonces no deberíamos necesitar del rigor para respetarlos. Vivimos inmersos en diferentes sistemas que nos ofrecen un supuesto orden a cambio de nuestra libertad, y esto nos genera un sentimiento de frustración y ahogo que crece lentamente dentro de nosotros y nos lleva a incumplir las reglas muy a menudo. Por otro lado, no comprendemos el verdadero sentido de la libertad, ya que no se trata del derecho a pasar por la Tierra como nos plazca, sino que representa una serie de obligaciones, encabezadas por la siguiente: no atentar contra el equilibrio de la naturaleza.
Hasta que las personas no aprendamos a respetar al resto de los animales y a las plantas, de nada sirve recitar de memoria una lista de valores humanos tales como “no robar, mostrar gratitud y compasión al prójimo”. Un individuo que encierra y tortura a un grupo de animales para luego asesinarlos y vender su cuerpo en trozos no puede decir con la cabeza en alto que tiene valores, así como tampoco puede hacerlo alguien que adopta a un perro y lo lleva a pasear por el asfalto, atado y con bozal.
Las culturas occidentales se enfocan demasiado en evitar el incesto y la poligamia, cosas normales en muchas otras especies de animales, pero no temen encerrar y explotar a las vacas, los cerdos, los caballos, las gallinas y los perros, entre muchas otras víctimas de nuestra crueldad; no matamos a nuestro vecino porque eso representa un crimen, pero sí disparamos a un zorro si entra en nuestra granja.

En resumen, no debemos esperar a que un comunicado oficial nos diga cuáles son los valores humanos que debemos descargarnos en nuestro teléfono móvil, sino buscar dentro de nosotros, en nuestro rincón más salvaje, nuestro rincón más humano.

Sunday, October 9, 2016

Utilitarismo
Guillermo García Machado

¿De dónde procede el término utilitarismo? En este sentido tenemos que dejar patente que se trata de una palabra que tiene su origen etimológico en el latín. Así, podemos ver que se encuentra conformada por dos partes latinas: el vocablo utilitas, que puede traducirse como “cualidad de útil”, y el sufijo –ismo, que equivale a “doctrina”. El utilitarismo es una doctrina filosófica que sitúa a la utilidad como principio de la moral. Es un sistema ético teleológico que determina la concepción moral en base al resultado final.
Una de las éticas filosóficas más importantes del siglo XIX fue el utilitarismo que, podemos dejar patente, tiene entre sus principios fundamentales lo que se conoce como bienestar social. Todo ello sin olvidar tampoco otra de sus máximas u objetivos más relevantes como sería el caso del fomento del conjunto de las libertades.
Los resultados, por lo tanto, son la base al utilitarismo. Jeremy Bentham (17481832) fue uno de los pioneros en el desarrollo de esta filosofía, al plantear su sistema ético en torno a la noción de placer y lejos del dolor físico. El utilitarismo de Bentham aparece relacionado con el hedonismo, ya que considera que las acciones morales son aquellas que maximizan el placer y minimizan el dolor.
Es interesante tener en cuenta que la ruptura que Bentham estableció respecto al clasicismo de las sociedades anteriores la expresó perfectamente en obras tales como la titulada “Introducción a los principios de la moral y de la legislación”.
En este tipo y en otros de corte similar dejaba patente que lo bueno será todo aquello que dé placer a un mayor número de personas sin que en ningún caso se tenga en consideración lo que es el estatus social de ellas. Una afirmación que asentó además con la creación y desarrollo de lo que dio en llamar cálculo de placeres, una serie de reglas que le servían para tener claro, en base a esos criterios, qué era bueno y qué era malo.
John Stuart Mill (18061873) avanzó con el desarrollo de esta filosofía, aunque apartándose del hedonismo. Para Mill, el placer o felicidad general debe calcularse a partir del mayor bien para el mayor número de personas, aunque reconoce que ciertos placeres tienen una “calidad superior” a otros.
Entre las aportaciones que realizó Mill al utilitarismo destaca el hecho de que consideraba que la sociedad para poder tener calidad moral debía estar instruida e informada.
Es importante tener en cuenta que el utilitarismo supuso un quiebre en la forma de pensar. Mientras que la moral religiosa se basaba en reglas y en revelaciones divinas, el utilitarismo antepuso los resultados. De esta forma, la razón reemplazó a la fe en la determinación de la moral.
El utilitarismo siempre sobresalió por su relativa sencillez. Para pensar si una acción es moral, no hace falta más que estimar sus consecuencias positivas y las negativas. Cuando lo bueno supera a lo malo, puede considerarse que se trata de una acción moral.
Más allá del sistema filosófico, la noción de utilitarismo tiene un sentido crítico para nombrar a la actitud que valorar la utilidad de forma exagerada y que antepone su consecución a cualquier otra cosa.


Sunday, October 2, 2016

Vecindad
Guillermo García Machado
El vocablo latino vicinĭtas llegó al castellano como vecindad. El concepto alude a la condición de vecino (aquel que convive con otras personas en un mismo edificio o ciudad, o aquello que está cerca de otra cosa). Por ejemplo: El nuevo inquilino hizo gala de su buena vecindad e invitó a todos a comer pizza en su casa”, “Hay normas básicas de vecindad que tienes que respetar, Debemos sacar provecho de la vecindad de ambas naciones. En algunos países, se llama vecindad a una clase de vivienda en la que habitan, en unidades independientes, muchas personas o familias de escasos recursos económicos. Por lo general consisten en varias casas situadas en torno a un patio o vinculadas por pasillos en común. De acuerdo a la región, la vecindad también puede nombrarse como conventilloinquilinato o cuartel, entre otras denominaciones: “Hace dos días que no tenemos electricidad en la vecindad”“Un incendio en una vecindad céntrica dejó como saldo tres personas fallecidas”Me gustaría irme de esta vecindad, pero no tengo dinero.
Como suele ocurrir, en algunos casos no es tan negativa la realidad que se vive en una vecindad sino la discriminación a la que deben enfrentarse sus miembros cuando salen a la calle. La pobreza causa empatía y compasión en mucha gente, pero también despierta sentimientos de rechazo.
La expresión media vecindad hace referencia a un derecho que puede adquirir un forastero para usar la pastura de un pueblo para su propio ganado; para ello, debe pagar el cincuenta por ciento de las contribuciones. Cuando alguien hace mala vecindad, por otro lado, molesta o perjudica a sus vecinos; si, en lugar de una persona, se trata de una cosa, entonces resulta dañina para aquello que se encuentre cerca.
Las vecindades se hicieron mundialmente famosas gracias a “El Chavo del 8”, una serie mexicana de televisión que creó Roberto Gómez Bolaños en 1971. En la historia, el protagonista principal es El Chavo (interpretado por Gómez Bolaños), un niño huérfano que vive en el departamento 8 (aunque se lo suele ver en un barril). Doña Florinda y su hijo, QuicoDon Ramón y su hija, La Chilindrina, y Doña Clotilde también viven en esta vecindad. En la vecindad del Chavo tienen lugar todo tipo de situaciones disparatadas, que exprimen al máximo los rasgos alocados de los personajes. En primer lugar se encuentra la vivienda del protagonista: es un barril, aunque el Chavo se refiera a él como el departamento número 8. Por otro lado se encuentra Don Ramón, un hombre haragán y aprovechador, que no parece tener ninguna intención de trabajar para conseguir dinero, y esto lo lleva a evitar por todos los medios a su casero cada vez que éste va a cobrar la renta.
La Chilindrina es uno de los personajes más entrañables de la serie, aunque también es el más descarado y ponzoñoso. Dadas las enseñanzas de su padre, sabe cómo engañar y manipular a la gente para alcanzar sus objetivos con el mínimo esfuerzo posible. Por lo general, la Chilindrina consigue que los demás niños de la vecindad se enfaden entre ellos, ya que los enfrenta para ganar poder, muy al estilo de la máxima latina “divide y conquista”.

Doña Florinda, por su parte, es una mujer que no acepta su estatus social y la clase económica a la que pertenece, sino que parece vivir en una dimensión paralela; sin embargo, sí trata a los demás miembros de la vecindad como seres faltos de educación y eso mismo le inculca a Quico, quien llama “chusma” a Don Ramón en casi todos los episodios.