Abyecto
Guillermo García Machado
Hablando de gobiernos abyectos como
el de Venezuela, les dedico el contenido conceptual de:……. Abiectus es un vocablo latino que
procede del verbo abiicĕre,
que puede traducirse como “depravar” o “humillar”.
El concepto llegó a nuestro idioma como abyecto,
un adjetivo cuya primera acepción mencionada por el diccionario de la Real Academia Española (RAE) refiere a aquel que es ruin o malvado. Por ejemplo: “Tenemos la obligación moral de combatir a este régimen abyecto que
desprecia los derechos humanos y hace que los ciudadanos vivan en condiciones
indignas”, “La comisaría del pueblo está a cargo de un hombre abyecto al que no le
interesa que se cumpla la ley”, “El comportamiento abyecto del jugador debe ser sancionado por el club”.
Abyecto es algo que genera desprecio.
Supongamos que una persona atrapa a un perro, lo tortura, luego lo mata, y
finalmente publica imágenes del proceso en las redes sociales, donde celebra su
propio accionar. El comportamiento de este sujeto, sin dudas, puede ser
calificado como abyecto.
La calificación también se puede aplicar sobre los individuos que llevan
a cabo acciones ultrajantes o dañinas. Si un juez dicta sus
fallos de acuerdo al soborno que les pide a los imputados, podrá ser definido
como un hombre abyecto. Se espera que un funcionario judicial actúe de acuerdo
a lo establecido por la ley: aquel que se aleja de la legislación y además
incurre en un delito con su accionar, no puede impartir justicia. Por eso el
juez que se desempeña en base a sobornos resulta ser alguien abyecto,
despreciable.
El adjetivo, incluso se aplica a cuestiones más abstractas, como un gobierno,
un proyecto o un contexto: “El recorte anunciado por las autoridades es abyecto ya que deja a miles
de personas sin cobertura social”.
Cabe mencionar que el diccionario de la Real Academia Española incluye
una segunda acepción, según la cual el término abyecto puede
describir a una persona que haya sido humillada o cuyo orgullo haya sido herido. Sin embargo, se
trata de un significado que ha quedado en desuso. La palabra abyecto, así como la mayoría de las que sirven para
elaborar su definición, pertenece a un grupo de conceptos muy subjetivos y difíciles de usar con precisión. A simple
vista, la imagen de una persona extremadamente vil y despreciable parece sacada
de un cuento de hadas, como si se tratara del personaje antagónico que desea
someter a todo el reino a su retorcida voluntad.
Sin embargo, no es necesario llegar a la ficción ni a los casos más
horrendos de violencia en los periódicos para usar este adjetivo.
Estamos rodeados de maldad, y muchas veces la apoyamos, seamos o no conscientes
de ello. Por otro lado, esta apreciación va de la mano de una pregunta en
principio sencilla: ¿es posible ser “muy bueno” o “muy malo”?
Para responderla, observemos los siguientes dos ejemplos de buenas
acciones: una persona rescata a un ave malherida y la acoge en su hogar hasta
curarla por completo; otra persona lleva comida y agua a un gato abandonado,
pero no lo lleva a vivir con ella. ¿Es posible calificar el grado de bondad de
cada caso? Ambas personas dan muestras de compasión, por lo cual debería bastar
con eso para determinar que “son buenas”. Sin embargo, seguramente tienen
actitudes negativas en su día a día, y esto vuelve más compleja la valoración
de su moral.
En el caso de la maldad, parece más sencillo calificar dos casos dados:
una persona que maltrata a un animal seguramente será descrita como peor que otra
que simplemente roba un teléfono móvil. Sin embargo, ¿no debería bastar la
evidencia de su “maldad” para advertir que ninguna de las dos es buena?
Evidentemente, no, ya que el ser humano puede alcanzar niveles de corrupción y falta de empatía aterradores, y por eso es
necesario contar con el adjetivo abyecto,
para describir a aquellos cuyo accionar no puede justificarse de ninguna
manera.