Ucrania
reclama su propio destino
Guillermo
García Machado
Ucrania
se suma a los países, cualesquiera sea su ubicación, los cuales exigen un no
rotundo a la corrupción y una rápida incursión al mundo Europeo. Aprovechamos
la información de Global
Project y Contropiano para ilustrar el tema que nos ocupa. Los
manifestantes en Ucrania se vuelcan por miles a la histórica plaza Maidan y
toman edificios gubernamentales, para pedir la dimisión del gobierno y
protestar por el congelamiento del acuerdo de acercamiento con la Unión Europea
(UE) El grito que predomina es “Libertad y revolución”, y la gente se
manifiesta deseosa de ayudar a su país. Pero desde Italia, analistas advierten
que las clases dominantes de la UE quieren amplificar el mito filo-europeo en
Ucrania para paliar la desilusión actual entre los pueblos europeos que, por la
vía de los hechos, ya están apartados de Europa. La Rusia de Vladimir Putin
mantiene un control casi absoluto sobre la Ucrania de Viktor Ianukovich. Desde
siempre, la balanza comercial de ambos países se inclina en favor de Rusia:
Ucrania depende totalmente del gas y del petróleo rusos, lo mismo para echar a
andar su industria que para la calefacción doméstica en el gélido invierno
continental, por no hablar de la dependencia alimentaria, de productos
siderúrgicos, farmacéuticos y tecnológicos. Se entiende cómo es que a Putin le
basta con invocar la posibilidad de la cancelación del abasto energético para
garantizarse el control de las decisiones que se toman en Kiev, tal como sucedió,
por ejemplo, durante la Revolución Naranja de 2004, cuando la población se
rebeló contra el fraude electoral que llevó al líder pro ruso, Viktor
Ianukovich, al poder. Durante la cumbre de Vilnus, Lituania, los días 28 y 29
de noviembre, la Unión Europea (UE) debió ratificar el inicio de una política
de acercamiento con Ucrania y otros países de ex bloque soviético) pero, sin
tener nada en concreto que ofrecer en el delicado ámbito energético, la UE no
pudo obtener prácticamente nada. El presidente Viktor Ianukovich dio marcha
atrás y juró amistad eterna a Moscú, que no ve con buenos ojos la interferencia
de Occidente en lo que considera su área de influencia. Parece que el
presidente Ianukovich no hizo bien sus cuentas, ya que las plazas se llenaron
de miles de personas que, al grito de “libertad y revolución” y “fuera la casta
corrupta del poder”, exigen con determinación un cambio radical en Ucrania. Se
trata sobre todo de una revuelta juvenil y urbana, marcada por el hartazgo
hacia las mafias del poder político y el deseo de obtener la libertad de
movimiento hacia el oeste. La conquista de un modelo de vida occidental y de
nuevas relaciones sociales son, al parecer, los alicientes de un movimiento que
no puede ser silenciado fácilmente por los chantajes del nuevo “zar de todas
las Rusias”, Vladimir Putin. En la más imponente manifestación desde los tiempo
de la filo-occidental Revolución Naranja, cientos de miles de personas se
movilizaron el primero de diciembre contra el gobierno de Kiev, en la céntrica
plaza Maidan. Esta plaza no sólo es el lugar más simbólico de la Revolución
Naranja, también es una zona estratégica de la capital, en la que hace varios
años un tribunal administrativo decidió prohibir todo tipo de manifestación
pública. La mayor parte de los asistentes protestaron de manera pacífica contra
la decisión del gobierno de suspender la firma del Acuerdo de Asociación con la
Unión Europea. Sin embargo, se dieron violentos enfrentamientos delante del
palacio presidencial, con cifras que hablan de más de 140 policías y 165
manifestantes heridos, de acuerdo con el sitio Contropiano.org. Los
manifestantes ocuparon el municipio de la capital de Ucrania, la sede de los
sindicatos, e intentaron derribar la estatua de Lenin. El presidente Viktor
Ianukovich, que la mañana del dos de diciembre expresó su voluntad de hacer
todo lo posible para acercar al país a Europa, puede declarar un toque de queda
en Kiev, e incluso en todo el país, si las revueltas en el interior superan la
capacidad de las fuerzas policiacas. Por su parte, la oposición -responsable de
organizar las manifestaciones-, se desmarcó de la violencia denunciando la
presencia de “provocadores”. “La mayor parte de los enfrentamientos entre las
manifestantes y fuerzas del orden se dieron de noche. No obstante los repetidos
llamados a la calma por parte de Bruselas, y una llamada telefónica del
presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Barroso, al presidente
Ianukovich, la situación puede deteriorarse todavía, debido a la llegada de numerosos
refuerzos, incluido un contingente militar, para contener las protestas en
Kiev. El asunto es más que delicado. Actualmente Ucrania mantiene un estatuto
neutral y una política de no adhesión a la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN), al tiempo que mantiene intensas relaciones con la
Federación Rusa, una situación que no corresponde a la voluntad de las
potencias occidentales. Pero esta vez la UE parece buscar una injerencia mayor
en la dinámica interna del país.