Sunday, September 26, 2021

 Calentamiento Global

Guillermo García Machado

La noción de calentamiento global permite referirse a dos cuestiones relacionadas: por un lado, se trata de un fenómeno observado en el promedio de la temperatura de las últimas décadas, que sube de manera sostenida; por otra parte, es una teoría que, a partir de distintas proyecciones, sostiene que la temperatura seguirá creciendo en el futuro a causa de la acción del hombre. Pese a la popularidad que el tema ha cosechado en los últimos años, es importante realizar algunas distinciones. El calentamiento global suele asociarse al cambio climático, aunque éste último fenómeno (la variación del clima) siempre ha existido y es natural. De todas formas, en la actualidad suele conocerse como cambio climático al producido por la acción humana, que genera variaciones anómalas.

Por otra parte, el calentamiento global está asociado al efecto invernadero, que es un fenómeno por el cual ciertos gases que componen la atmósfera terrestre retienen parte de la energía emitida por el suelo tras haber sido calentado por la radiación del Sol. El efecto invernadero funciona de la siguiente manera: la radiación solar atraviesa la atmósfera, rebota contra el suelo y debería volver a atravesar la atmósfera; sin embargo, los gases de efecto invernadero (como el dióxido de carbono y el metano) producen una capa de contaminación que impide que los rayos solares vuelvan a salir, produciendo un aumento de la temperatura en la Tierra.

Entre las principales consecuencias que podemos establecer acerca del fenómeno del calentamiento global tenemos que exponer que, además de lo que es el aumento considerable de las temperaturas, se puede producir un crecimiento palpable de lo que son las enfermedades de tipo respiratorio que experimenta el ser humano.

De esta manera, los expertos en la materia dictaminan que de seguir produciéndose dicho fenómeno la población mundial estará mucho más expuesta a sufrir patologías respiratorias. Pero no sólo ellas, además aumentará el número de personas que padezcan enfermedades cardiovasculares, que sufrirán la deshidratación y también infecciones causadas por mosquitos o similares.

Esta citada consecuencia, referida al campo de la salud, se debe fundamentalmente al hecho de que tanto el sistema respiratorio como el cardiovascular se ven perjudicados al aumentar las temperaturas pues estas traen consigo que cualquier individuo tenga que realizar un mayor esfuerzo para acometer cualquier acción o actividad.

De la misma manera, el calentamiento global traerá consigo que tanto las aguas superficiales como las subterráneas pierdan calidad como consecuencia de esas citadas altas temperaturas. Todo ello sin olvidar que en ambos casos se reduciría de manera palpable la cantidad de agua y que disminuiría notablemente la potable que es apta para el consumo humano.

Un hecho este último que perjudicaría especialmente a sectores como el agrícola pues las tierras se volverían más secas, perderían nutrientes y además aquellas se verían más afectadas por plagas, que son las que causan enfermedades en las plantas y, por consiguiente, estropean las cosechas.

Aunque ciertos especialistas consideran que el calentamiento global es un mito, existe un cierto consenso sobre la necesidad de reducir las emisiones contaminantes para impedir que el calentamiento siga en un aumento. De no revertirse la tendencia, los glaciares podrían derretirse, aumentando el nivel del agua en los océanos e inundando numerosas ciudades.



Sunday, September 19, 2021

 

ICONOCLASTA

Guillermo García Machado

El griego bizantino eikonoklástēs, que puede traducirse como “rompedor de imágenes”, llegó al latín tardío como iconoclastes. Ese es el antecedente etimológico inmediato de iconoclasta, término que en nuestra lengua tiene dos grandes acepciones.

De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), se calificaba como iconoclasta a aquel que, en el siglo VIII, formaba parte de un movimiento que rechazaba las imágenes sagradas, destruyéndolas, persiguiendo su culto y atacando a las personas que las veneraban. Por extensión, un iconoclasta es quien no reconoce la autoridad de normas, guías o maestros.

Fue el emperador bizantino León III quien impulsó la iconoclasia en el siglo VIII. A través de diversas leyes, fomentó la llamada revolución iconoclasta para acabar con el culto a las imágenes y así lograr lo que él entendía como una mejora en la moral pública. Sin embargo, esta decisión le provocó enfrentamientos con distintos papas y motivó revueltas populares.

Por lo tanto, en el primer sentido mencionado por la RAE que deriva de esta corriente fomentada por León III, un iconoclasta es un individuo que pretende arruinar y eliminar las esculturas y las pinturas sagradas. Se trata de personas con la actitud opuesta a los iconódulos, que veneran imágenes.

De ahí que en pleno Imperio Bizantino se produjera lo que se conoce como crisis iconoclasta que enfrentó a los iconoclastas, amparados por las medidas impuestas por León III, y los también mencionados iconódulos, que venían a dejar patente la oposición a las peticiones de aquel monarca.

Desde ese momento, la sociedad, la política y los ciudadanos de a pie se vieron enfrentados por esa cuestión. Así, los iconoclastas, por un lado, defendían su postura argumentando que la idolatría era un pecado grave o que la representación de Dios era una profanación. Frente a ellos los iconódulos manifestaban que las imágenes sanas lo único a lo que contribuían era a poder cumplir con los objetivos confesionales de una forma pura y sana.

Esa crisis se acentuó con la muerte de León III pues su hijo, Constantino V, acentuó las medidas impuestas por su padre en materia de imágenes religiosas lo que le llevó, entre otras cosas, a tener que hacerle frente a una rebelión en contra de los que opinaban todo lo contrario a él en ese sentido.
No obstante, no se amilanó y llegó a convocar el llamado Concilio de Hieria, que estableció la condena de la iconoludia al ser considerada una idolatría.

Los sucesores de aquel, en mayor o menor medida, mantuvieron la iconoclasia hasta que durante la regencia de Constantino VI se llevó a cabo un concilio, el de Nicea, que acabó con aquella de forma firme y se abogó por la conocida como política de iconodulia.

La iconoclasia varía según cada religión. Los católicos, por ejemplo, veneran imágenes ya que no se adoran las representaciones en sí mismas, sino lo que representan. Los musulmanes, en cambio, son iconoclastas: no aceptan representaciones del profeta Mahoma ni permiten que haya figuras representando personas en las mezquitas.

Iconoclasta también es quien no respeta líderes, estatutos o códigos aceptados por la mayoría“Lisa, la iconoclasta”, en este marco, es el título en español de un capítulo de la séptima temporada de Los Simpson donde Lisa se niega a venerar al prócer Jeremías Springfield al descubrir su lado oscuro.

Sunday, September 12, 2021

 Paradigma

Guillermo García Machado

Antes de entrar de lleno en la exposición del significado y diversas acepciones que tiene el término paradigma, debemos determinar el origen etimológico del mismo. En concreto se halla en la palabra latina paradigma, aunque es cierto que esta a su vez procede del griego. Más exactamente viene de παράδειϒμα, que se forma a partir de la unión del prefijo “para”, que significa junto, y de la palabra “deigma” que se traduce como ejemplo o modelo.

El concepto de paradigma (un vocablo que deriva del griego paradeigma) se utiliza en la vida cotidiana como sinónimo de “ejemplo” o para hacer referencia a algo que se toma como “modelo”. En principio, se tenía en cuenta a nivel gramatical (para definir su uso en un cierto contexto) y se valoraba desde la retórica (para hacer mención a una parábola o fábula). A partir de la década del ’60, los alcances de la noción se ampliaron y ‘paradigma’ comenzó a ser un término común en el vocabulario científico y en expresiones epistemológicas cuando se hacía necesario hablar de modelos o patrones.

En este sentido, en su acepción como “modelo”, podríamos establecer un ejemplo como el siguiente: El trabajo de Valentino es un paradigma para muchos jóvenes diseñadores.

Una de las primeras figuras de la historia que abordaron el concepto que ahora nos ocupa fue el gran filósofo griego Platón que realizó su propia definición de lo que él consideraba que era un paradigma. En este sentido, el citado pensador expuesto que esta palabra venía a determinar a lo que son las ideas o los tipos de ejemplo de una cosa en cuestión. El estadounidense Thomas Kuhn, un experto en Filosofía y una figura destacada del mundo de las ciencias, fue quien se encargó de renovar la definición teórica de este término para otorgarle una acepción más acorde a los tiempos actuales, al adaptarlo para describir con él a la serie de prácticas que trazan los lineamientos de una disciplina científica a lo largo de un cierto lapso temporal.

De esta forma, un paradigma científico establece aquello que debe ser observado; la clase de interrogantes que deben desarrollarse para obtener respuestas en torno al propósito que se persigue; qué estructura deben poseer dichos interrogantes y marca pautas que indican el camino de interpretación para los resultados obtenidos de una investigación de carácter cientifico.

Cuando un paradigma ya no puede satisfacer los requerimientos de una ciwencia (por ejemplo, ante nuevos hallazgos que invalidan conocimientos previos), es sucedido por otro. Se dice que un cambio de paradigma es algo dramático para la ciencia, ya que éstas aparecen como estables y maduras.

No obstante, también es necesario dejar muy patente que paradigma es un término que lo podemos emplear en otros campos fuera del área científica. En este sentido, también es muy utilizado, y con frecuencia, en el ámbito de la Lingüística donde se emplea para referirse a todo un conjunto de palabras que, dentro de un mismo contexto, pueden utilizar de manera indistinta.

En las ciencias sociales, el paradigma se encuentra relacionado al concepto de cosmovisión. El concepto se emplea para mencionar a todas aquellas experiencias, creencias, vivencias y valores que repercuten y condicionan el modo en que una persona ve la realidad y actúa en función de ello. Esto quiere decir que un paradigma es también la forma en que se entiende el mundo.

 

Sunday, September 5, 2021

 Identidad Nacional

Guillermo García Machado

Identidad es una palabra de origen latino (identitas) que permite hacer referencia al conjunto de rasgos propios de un sujeto o de una comunidad. Estas características diferencian a un individuo o a un grupo de los demás. La identidad también está vinculada a la conciencia que una persona tiene sobre sí misma.

La identidad nacional, por su parte, es una condición social, cultural y espacial; se trata de rasgos que tienen una relación con un entorno político ya que, por lo general, las naciones están asociadas a un Estado (aunque no siempre sea así).

La nacionalidad es un concepto cercano a la identidad nacional. Las personas que nacen en Brasil, por ejemplo, son de nacionalidad brasileña y tienen documentos legales que acreditan dicha condición. Estos individuos, por lo tanto, tiene identidad brasileña.

Sin embargo, el aspecto más simbólico de la noción puede variar en cada caso. Una persona que nace en Brasil (tiene nacionalidad brasileña) y a los cinco años de edad se marcha al exterior, puede perder o descuidar, con el paso del tiempo, su identidad nacional. Si dicho sujeto, después de pasar sus primeros cinco años de vida en Brasil, vive los cuarenta años siguientes en Australia, sin regresar nunca a su tierra natal, es probable que mantenga su nacionalidad desde el punto de vista jurídico, pero no su identidad social o cultural.

En otros casos, la identidad nacional puede existir sin que esté certificada por un documento legal. Los gitanos pueden hablar de identidad nacional pese a que su nación no cuenta con un territorio propio o un Estado que los ampare como colectivo social. Un hombre, por lo tanto, puede tener nacionalidad española o de cualquier otro país e identidad gitana.

Retomando el concepto puro de identidad, es importante resaltar que uno de sus matices fundamentales es la visión que una persona tiene sobre sus propias características, cómo cree que los demás la perciben cuando la ven, cuando la escuchan, cuando tratan con ella. Es justamente este aspecto tan personal, tan privado, el que afecta de manera incuestionable la rigidez de la identidad nacional; ni siquiera es necesario haber vivido en un país para sentirse parte del mismo, aunque esto no se dé muy frecuentemente. Si bien el intercambio cultural ha tenido lugar desde hace cientos de años, como se puede comprobar investigando acerca de la vida de escritores y compositores, los avances tecnológicos en el ámbito de las comunicaciones facilitan cada vez más el acercamiento a otras tierras sin necesidad de moverse de la propia. Internet nos permite aprender de una forma que hace tan sólo unos años tan sólo la ciencia ficción podía describir, y esto repercute en una riqueza que debilita cada vez más las cadenas que separan a una nación de otra.

Para quienes han nacido en la era de la televisión, palabras de origen extranjero como «stop» o «play» nunca fueron extrañas; del mismo modo, han sabido incorporar «email», «Internet» y «streaming», entre tantos otros términos, para adaptarse a las crecientes posibilidades que ofrece la tecnología. Algo similar ocurre con los géneros musicales: una pareja de japoneses bailando tango en un teatro de Kyoto resulta tan común como un español interpretando un rap escrito por él mismo, en su propio idioma.

¿Cuánto queda de identidad nacional en estos últimos dos ejemplos? Si se toma en cuenta la cantidad de horas necesarias para entrenarse en una disciplina como el baile o el canto, en el caso de una persona que dedica su vida a estudiar un estilo creado a miles de kilómetros de su hogar, en otra época, con un contexto sociocultural absolutamente diferente y en otro idioma, seguramente dichas personas no tengan mucho tiempo disponible para la danza nenbutsu o el cante jondo. La pregunta es, por lo tanto, si es necesaria, o positiva, la identidad nacional.