Bolivarismo y Santanderismo
Guillermo
García Machado
Tras el congreso de
Cúcuta, Simón Bolívar fue nombrado presidente de la República
y Francisco de Paula Santander su vicepresidente. Santander
propugnaba por una legislación robusta y un marco constitucional y legislativo
que guiara a la nueva república. La prioridad de Bolívar fue continuar su
proyecto de la liberación de la América española. Durante la campaña del sur,
dirigida directamente por Bolívar, el Vicepresidente Santander estuvo a cargo
del gobierno en Bogotá. La crisis entre Bolívar y Santander (y sus
respectivos seguidores) se ahonda con las diferencias entre Santander
y José Antonio Páez y con la promulgación de la Constitución
Bolivariana, escrita por Bolívar para la naciente república de Bolivia y
que los santanderistas temen que Bolívar intente imponer en Colombia. El
principal recelo sobre la constitución bolivariana, surge del amplio poder dado
a la figura presidencial, la cual es vitalicia y, de esta forma, asimilable a
una monarquía.
El 9 de
abril de 1828 se instala la Convención de Ocaña. Las
diferencias entre santanderistas y bolivarianos eran evidentes, promulgando los
primeros un federalismo y los segundos un poder central y presidencial fuerte.
La convención, que tenía por objeto reformar la constitución de cúcuta fue un
fracaso, y los bolivarianos abandonaron el recinto proclamando a Bolívar como
dictador. La crisis culmina con el atentado a Bolívar del 25 de
septiembre de 1828, en lo que se conoce como la noche Septembrina. La participación de Santander no es clara pero
es condenado junto con muchos de sus seguidores, quienes son ejecutados por
traición. La condena del propio Santander es conmutada por destierro, por orden
de Bolívar después de un pedido explícito del ministro de guerra José María Córdova.
Nos apunta DAVID
BUSHNEL: “En toda la literatura bolivariana ha sido y es todavía un lugar común
el asentar que los propósitos del Libertador se vieron frustrados por la
incomprensión de sus contemporáneos. La frustración no fue total, claro está,
porque al fin y al cabo los pueblos hispanoamericanos (menos las Antillas
españolas) se independizaron de la antigua madre patria. Pero los anhelos del
Libertador de estrechar unos vínculos permanentes de colaboración entre los
pueblos ya independientes, de dotarlos de un régimen político a la vez sólido y
liberal, y de promover hasta donde fuera posible la felicidad de los habitantes
mismos, no se realizaron o se realizaron sólo en una pequeña parte. Y entre los
admiradores del Libertador, que con toda razón constituyen una gran mayoría de
los que se han ocupado de su obra, se ha acostumbrado atribuir esta falta de
realizaciones a intereses mezquinos de sus adversarios o al hecho más
fundamental de que su pensamiento genial se hubiera adelantado demasiado con
relación a la época en que le tocó vivir -o quizá a intereses mezquinos y
exceso de genio conjuntamente-. Ninguna de las dos explicaciones bastaría por
sí sola para deslindar responsabilidades, aunque cada una encierra, sin duda,
alguna porción de la verdad histórica. En todo caso, entre los presuntos
responsables del proceso de frustración ha ocupado casi siempre un lugar
destacado el prócer neogranadino Francisco de Paula Santander; y por
consiguiente, al ponderar los logros y las decepciones de Bolívar, siempre
habrá que tomar en cuenta las ideas y la actuación de aquél “No se trata a este
respecto sino de una sola etapa de la vida pública de Santander, o sea, la
propiamente grancolombiana. Siguiendo con DAVID BTJSHNEU, él había jugado un
papel secundario en el ámbito de la "Patria Boba", con lo llamado como el primer período del movimiento
emancipador de la Nueva Granada, y adquirió algún relieve sólo a partir de la
reconquista española de 1816, cuando asumió la jefatura de los patriotas
neogranadinos que se habían refugiado en los llanos de Casanare, al pie de la
cordillera oriental de los Andes. En Casanare se hizo además colaborador del
venezolano Bolívar, a quien acompañó en la campaña de Boyacá, y después de
aquella decisiva victoria Bolívar le encomendó la administración de las
provincias liberadas de la Nueva Granada. A consecuencia principalmente del
prestigio que se granjeó en ejercicio de tal cargo, resultó electo primer
vicepresidente constitucional de la Gran Colombia en setiembre de 1821, y al
desplazarse de nuevo el Libertador presidente hacia los campos de batalla,
Santander se quedó en Bogotá como encargado inmediato del poder ejecutivo no
sólo ya dentro de la misma Nueva Granada sino en todo el territorio de la unión
grancolombiana, desde Cumaná a Guayaquil. Mas el cuadro cambió de repente de
1826 a 1827, al volver Bolívar desde el Perú, reasumir el mando ejecutivo de la
Gran Colombia y anular alguna parte de la obra cumplida antes por su
vicepresidente, quien se lanzó resueltamente a la oposición. Regresó después de
la disolución de la Gran Colombia y muerte de Bolívar, para ocupar la
presidencia de !a flamante República de la Nueva Granada, pero ésa ya es otra
historia. . . lo demás está escrito.