Sunday, January 27, 2019


Guillermo García Machado
El término latino adulāri llegó a nuestra lengua como adular y lo traigo a colación porque en época de cambios siempre aparecen muchos sujetos activos de la adulación. El concepto refiere a decir o realizar aquello que se piensa que puede satisfacer o simpatizar a otra persona. Por ejemplo: “En público, siempre es conveniente adular al jefe y no marcarle sus errores”“Si crees que, porque me vas a adular todo el día, te voy a perdonar, estás muy equivocado”“Hay dirigentes que quieren crecer en el gobierno por adular al presidente”.
Puede decirse que adular consiste en hacer elogios con algún fin en particular. El sujeto que adula a otro no lo hace de modo sincero o desinteresado, sino que exagera o inventa su admiración para lograr que el individuo adulado esté contento con él. Así, espera obtener favores de su parte.
La adulación suele aparecer en los terrenos donde hay gente que ostenta un cierto poder. A los gobernantes, se los suele adular con la intención de lograr beneficios. El secretario de un alcalde puede adular a su jefe de manera constante con la esperanza de ser nombrado en algún cargo de mayor remuneración, por citar una posibilidad.
Aquellos que reciben la adulación pueden reaccionar de distinta manera. Hay personas que optan por la humildad y que no disfrutan de los halagos desmedidos; otras, en cambio, fomentan un culto a la personalidad y pretenden escuchar elogios y loas de forma constante. Estos últimos sujetos se rodean de aduladores.
A veces es difícil encontrar la diferencia entre adular y halagar; este último verbo, que se considera uno de los sinónimos de adular, también puede definirse como “dar muestras de afecto a una persona por medio de acciones o palabras que le agraden”, “satisfacer a alguien a través de nuestros actos”. Como puede apreciarse, un halago no siempre esconde la intención de satisfacer ciertos intereses personales; por el contrario, puede consistir en una muestra de admiración absolutamente genuina.
Adular puede ser una acción muy peligrosa si el receptor de los comentarios es un niño; esto sucede en muchas familias y en el ámbito escolar, especialmente con individuos de gran capacidad intelectual. Cuando los padres y los maestros adulan a un niño que consideran especial, no consiguen fortalecer su confianza sino que lo convierten en un ser soberbio y distorsionan su percepción del mundo exterior, ya que les hacen creer que sus cualidades no tiene límites, que todos deberían rendirse a sus pies. Es importante distinguir entre la apreciación genuina, que se desarrolla con sinceridad para expresar el reconocimiento al prójimo, y el acto de adular, que resulta egoísta ya que responde a los intereses del adulador.
Reconocer a las personas que nos rodean sus virtudes y mostrarnos admirados ante ellas es un acto de humildad que enriquece a ambas partes. De modo contrario a la envidia, consiste en comprender que cada uno tiene sus propios talentos y sus defectos, y que las diferencias no deberían ser motivo de enfrentamientos sino de unión para volvernos más fuertes.
Por lamentable que resulte, no es muy común encontrarse con este grado de sinceridad en las relaciones humanas, sino que la adulación es mucho más frecuente. Además, a veces resulta difícil distinguir entre ambas acciones, ya que la línea que las divide puede llegar a ser muy delgada.
Una de las características que debemos tomar en cuenta para reconocer la adulación de la apreciación genuina es la entonación: dado que al adular no nos expresamos de forma sincera, es posible apreciar una articulación forzada, que no parece estar en sintonía con las palabras que pronunciamos; por el contrario, al expresar nuestra admiración por alguien de manera espontánea no buscamos voluntariamente la entonación adecuada, sino que surge naturalmente según nuestra cultura.

Sunday, January 20, 2019


ADAGIO

Guillermo García Machado
Adagio es una palabra que puede derivar de dos fuentes etimológicas distintas: del latín adagĭum o del italiano adagio. En el primer caso, el concepto pertenece al terreno de la lingüística y se emplea para nombrar a una expresión concisa que suele tener una enseñanza moral y que resulta fácil de memorizar o aprender.
n ejemplo de adagio es “Más vale tarde que nunca”. En este caso, la sentencia invita a actuar, aún cuando parezca que la oportunidad ya ha pasado. El adagio propone salir de un estado pasivo para pasar a la acción, tal cual podría plantearse en estos momentos en Venezuela para recuperar la democracia.
Los adagios son similares a los refranes, las máximas, los proverbios y los aforismos, entre otras clases de expresiones. A nivel general puede decirse que funcionan como una guía ya que sugieren ciertas conductas, a veces apelando al humor o a la ironía.
Cuando adagio proviene de la lengua italiana, su utilización se encuentra en el terreno de la música. La noción alude a un cierto tempo. El adagio supone la ejecución de entre sesenta y setenta y dos negras por minuto.
Con respecto al concepto de tempo, esencial para comprender esta acepción del término adagio, se trata de la velocidad a la cual se debe ejecutar una obra musical. También se conoce con el nombre de aire o movimiento y en una partitura es normal encontrar la indicación de esta velocidad al comienzo de la pieza, sobre el pentagrama.
A lo largo de la historia, la forma de señalar el tempo de una obra ha cambiado, ya que el metrónomo (el aparato usado para asistir a los músicos en la ejecución o en la lectura de una pieza a través de una división sonora del tiempo, generalmente con un tic tacsimilar al de un reloj) no fue adoptado de forma masiva hasta el siglo XIX. Una de dichas formas, precisamente, se apoyaba en la inscripción de una palabra que diera una idea aproximada del carácter o el “estado de ánimo” que el compositor pretendía expresar a cada momento, y entre ellas se encuentran allegro, andante y, por supuesto, adagio.
Con la invención del metrónomo, que tomó varios siglos hasta adoptar el diseño y la funcionalidad que conocemos en la actualidad, fue posible hacer anotaciones mucho más precisas: por ejemplo, cuántas negras deben ser ejecutadas por minuto. Si bien la música no debe ser entendida de una forma mecánica e invariable, sino espontánea y natural, es importante contar con esta información, para saber cómo desean los compositores que reproduzcamos sus creaciones, independientemente de que luego imprimamos nuevos matices en nuestra ejecución.
Si el adagio se encuentra como indicación de tempo, entonces es muy común que también exista un valor correspondiente al metrónomo; la forma de interpretarlo varía según la época de la partitura, y por eso tenemos las siguientes correspondencias: en una partitura antigua, el adagio equivale a 54 negras por minuto; con el uso de un metrónomo electrónico, hablamos de un rango que va desde las 56 hasta las 78 negras por minuto; esta franja se encuentra entre las 60 y las 72 negras por minuto si la partitura es contemporánea. Si la comparamos otras indicaciones, adagio supone una mayor velocidad que largo, larghetto y grave, pero una menor que andante.
Por lo general, el adagio aparece en el segundo o en el tercer movimiento de un concierto o de una sinfonía. Su duración es variable ya que existen ejemplos que van de los tres a los quince minutos. Ludwig van Beethovenes el autor de uno de los adagios más conocidos: se trata del que podemos apreciar en el primer movimiento de “Claro de luna”, una sonata para piano que presentó en 1802.

Sunday, January 13, 2019


ACERVO

Guillermo García Machado
El concepto de acervo tiene su origen en el latín acervus. Se trata de un vocablo que describe a un conjunto de bienes o de un haber que resulta común a numerosos individuos. Un acervo puede acumularse y atesorarse por acopio, tradición o por herencia, según sea su origen y las motivaciones de quien lo mantiene a resguardo.
El acervo de tipo cultural que puede llegar a tener una comunidad, por ejemplo, engloba al total de las manifestaciones culturales y artísticas común al grupo poblacional, con sus tradiciones, costumbres y hábitos. Por eso suele vincularse a la identidad de un pueblo, ya que se constituye con las contribuciones de sucesivas generaciones. Es un término muy utilizado en el plano de la antropología y la sociología, y se considera uno de los bagajes fundamentales de todo grupo social.
En el campo del derecho, el acervo comunitario es el conjunto de prácticas, criterios y decisiones que han permitido interpretar y aplicar los tratados constitutivos de las Comunidades Europeas a fin de asegurar una vida de armonía entre ciudadanos de las diversas naciones que forman parte de esta región. En esta lista de derechos y obligaciones se contemplan la aceptación y cumplimiento de los tratados firmados por el comité y es obligatorio dejar constancia de todos los actos que se desarrollen en lo que respecta a Seguridad Comunitaria y Política Exterior, entre otros.
Los países que forman parte de la Unión Europea dejan a un costado el acervo de sus propias legislaciones (aprobadas en el ámbito nacional) para asumir otras que se consideran más efectivas en el plano internacional, debiendo aplicar los cambios pertinentes a su legislatura, a fin de que en todo el continente exista una coherencia en las leyes que brinde a los ciudadanos de todos los países la seguridad de moverse sin problemas y de hallarse amparados por la Ley. Otro tipo de acervo es el genético o génico, que también se conoce como reserva o patrimonio genético. Este constituye el conjunto basado en los alelos únicos que se divisan al estudiar el material genético de todos los individuos existentes de una especie, comunidad o población. A mayor acervo genético, más diversidad y, por lo tanto, más posibilidades hay de sobrevivir a los eventos de selección.
En cambio, un acervo genético con escasa diversidad implica una especie con dificultades para adaptarse y que corre riesgo de extinción. Existen varios tipos de acervo genético: acervo genético primario (suma de todas las variaciones genéticas que se han visto en el desarrollo de una población, indispensable para el mejoramiento de la especie o para su subsistencia), acervo genético secundario (suma de las variaciones que han sido producto de la cruza, sea natural o artificial, entre esta especie con otras) y acervo genético terciario (suma de la variación genética en otros organismos que no pueden ser cruzados con la especie objeto).
Por otra parte, el acervo científico hace referencia a los conocimientos que la comunidad científica ha logrado reunir sobre un determinado tema después de haber realizado intensas investigaciones; por ejemplo: “El acervo científico sobre el SIDA aún no permite la elaboración de una vacuna preventiva”. Por otro lado, el acervo de carácter documental es otro concepto utilizado en el campo de la ciencia y que refiere a ciertos documentos relacionados a una cuestión en particular, que suele ser el desarrollo de una investigación o descubrimiento.
Acervo y Acerbo
Por último, creo que es imprescindible dedicar un apartado para hacer una pequeña aclaración entre los términos acervo y acerbo, para alertar a los lectores sobre la leve diferencia ortográfica de estos términos, pese a que significan cosas diversas.
El término acerbo hace referencia a algo áspero, cruel o rústico y, mientras que acervo cumple la función de sustantivo, el primer término es un adjetivo. Puede encontrarse en frases como: “Me dijo unas acerbas palabras” o “Es un jarabe acerbo”.

Sunday, January 6, 2019


ACRÍTICO

Guillermo García Machado
Acrítico es un término que no forma parte del diccionario que elabora la Real Academia Española (RAE). Sí aparece, en cambio, el adjetivo crítico, que puede referirse al momento de una crisis o al comentario subjetivo que incluye un juicio o una valoración sobre algo.
El concepto de acrítico, de este modo, se utiliza para calificar a aquello que no dispone de perspectiva crítica. Lo habitual es que la noción se vincule al hecho de aceptar, de manera pasiva, un cierto discurso o un suceso del modo en que se presenta.
Supongamos que un periodista debe informar sobre una medida de gobierno que implica un recorte del presupuesto educativo. Al presentar la noticia, se limita a reproducir el anuncio del presidente y menciona que el recorte representará un ahorro de 20 millones de pesos para el Estado. Como se puede advertir, el periodista ofrece un informe acrítico: no analiza los alcances de la medida de las autoridades y no menciona sus aspectos negativos. Un periodista con sentido crítico, en cambio, diría que el recorte presupuestario impactará en la calidad de la educación ya que las escuelas tendrán dificultades para mantener su estructura, incorporar tecnología o adquirir materiales de estudio.
Calificar a un periodista o a un analista social de acrítico, por lo tanto, supone una consideración negativa hacia el profesional en cuestión. En ciertos entornos, se espera que el individuo cuente con una mirada crítica de aquello que le toca analizar o informar; de lo contrario, solo brindará una visión sesgada y edulcorada.
Cuando se habla de pensamiento acrítico, por otro lado, se hace referencia a una forma de conectarse con la realidad que no se basa en el análisis ni la búsqueda de explicaciones, que no sigue una metodología en particular ni objetivos a gran escala. En otras palabras, podemos decir que moverse por la vida con esta forma de tratar la información es sinónimo de vivir pasivamente.
En el ejemplo del periodista que reproduce las noticias sin dejar espacio para su propio punto de vista se advierte una clara falta de empatía por las personas que se verían afectadas por el recorte presupuestario. Si bien la labor de los periodistas debería siempre centrarse en la información y no en la opinión, es también importante involucrarse a nivel humano con la realidad, porque el público sólo confía en ellos si advierte que no son meros repetidores de sucesos sino seres vivos, personas que sienten las palabras que pronuncian, que son capaces de ponerse en el lugar de los demás.
Pero fuera del ámbito del periodismo tampoco está bien vista la forma de ser acrítica, muy propia de individuos que no sienten confianza en ellos mismos y por lo tanto evitan toda forma de discurso directo. Cuando le contamos un problema a nuestros amigos, o bien cuando compartimos con ellos una noticia de nuestro interés, solemos esperar una respuesta comprometida por su parte, un comentario que provenga de haber recibido el mensaje, elaborado un pequeño análisis y emitido una opinión auténtica. Cuando esto no pasa, la comunicación se empobrece, ya que se torna unidireccional.
Así como casi todos los aspectos de nuestra conducta, el sentido crítico debe desarrollarse a través de una serie de estímulos durante los primeros años de crianza. Es fundamental enseñar a los niños a tomar sus propias decisiones, a juzgar todas las situaciones a las que se enfrentan para construir sus propios puntos de vista; siempre es más sencillo corregir o enderezar las ideas equivocadas que conseguir el surgimiento mismo de una idea ante una actitud acrítica. Si demostramos a los más pequeños que su opinión vale, que deseamos saber qué piensan, entonces con el tiempo comenzarán a expresarse de manera espontánea.