ACRÍTICO
Guillermo García Machado
Acrítico es un término que no forma parte del diccionario que elabora la Real Academia Española (RAE). Sí aparece, en cambio, el
adjetivo crítico, que
puede referirse al momento de una crisis o al comentario subjetivo que incluye
un juicio o una valoración sobre algo.
El concepto de acrítico,
de este modo, se utiliza para calificar a aquello
que no dispone de perspectiva crítica. Lo habitual es que la
noción se vincule al hecho de aceptar, de manera pasiva, un cierto discurso o
un suceso del modo en que se presenta.
Supongamos que un periodista debe informar sobre
una medida de gobierno que implica un recorte del presupuesto educativo. Al presentar la
noticia, se limita a reproducir el anuncio del presidente y menciona que el
recorte representará un ahorro de 20 millones de pesos para
el Estado. Como se puede advertir, el periodista ofrece un
informe acrítico: no analiza los alcances de la medida de las autoridades y no
menciona sus aspectos negativos. Un periodista con sentido crítico, en cambio,
diría que el recorte presupuestario impactará en la calidad de la educación ya
que las escuelas tendrán dificultades para mantener su estructura, incorporar
tecnología o adquirir materiales de estudio.
Calificar a un periodista o a un
analista social de acrítico, por lo tanto, supone una consideración negativa hacia el profesional en cuestión. En ciertos entornos, se espera
que el individuo cuente con una mirada crítica de aquello que le toca analizar
o informar; de lo contrario, solo brindará una visión sesgada y edulcorada.
Cuando se habla de pensamiento acrítico, por otro lado, se hace
referencia a una forma de conectarse con la realidad que no se basa en el
análisis ni la búsqueda de explicaciones, que no sigue una metodología en
particular ni objetivos a gran escala. En otras palabras, podemos decir que
moverse por la vida con esta forma de tratar la información es sinónimo de
vivir pasivamente.
En el ejemplo del periodista que reproduce las
noticias sin dejar espacio para su propio punto de vista se
advierte una clara falta de empatía por
las personas que se verían afectadas por el recorte presupuestario. Si bien la
labor de los periodistas debería siempre centrarse en la información y no en
la opinión, es también importante involucrarse a nivel
humano con la realidad, porque el público sólo confía en ellos si advierte que
no son meros repetidores de sucesos sino seres vivos, personas que sienten las
palabras que pronuncian, que son capaces de ponerse en el lugar de los demás.
Pero fuera del ámbito del periodismo tampoco está
bien vista la forma de ser acrítica, muy propia de individuos que no sienten
confianza en ellos mismos y por lo tanto evitan
toda forma de discurso directo. Cuando le contamos un problema
a nuestros amigos, o bien cuando compartimos con ellos una noticia de nuestro
interés, solemos esperar una respuesta comprometida por su parte, un comentario que provenga de haber
recibido el mensaje, elaborado un pequeño análisis y emitido una opinión
auténtica. Cuando esto no pasa, la comunicación se empobrece, ya que se torna unidireccional.
Así como casi todos los aspectos de nuestra
conducta, el sentido crítico debe desarrollarse a través de una
serie de estímulos durante los primeros años de crianza. Es fundamental enseñar
a los niños a tomar sus propias decisiones, a juzgar todas las situaciones a
las que se enfrentan para construir sus propios puntos de vista; siempre es más
sencillo corregir o enderezar las ideas equivocadas que conseguir el
surgimiento mismo de una idea ante una actitud acrítica. Si demostramos a los
más pequeños que su opinión vale, que
deseamos saber qué piensan, entonces con el tiempo comenzarán a
expresarse de manera espontánea.
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