Vasallaje
Guillermo
García Machado
Vasallaje es la relación que, en la antigüedad, mantenía un individuo con su señor. Dicho
vínculo implicaba lealtad y,
a su vez, dependencia y sumisión: el vasallo debía brindar asistencia militar y política al señor,
quien a cambio le entregaba tierras para su usufructo. El
vasallaje era regulado por un contrato bilateral (con obligaciones
para los dos partes). Si el vasallo o el señor cometían un incumplimiento
grave, el vínculo podía disolverse. Es importante destacar que la relación se
forjaba entre dos hombres libres (un plebeyo y un noble, o un noble de estatus
inferior y un noble de estatus superior).
Todo comenzaba
por medio de una ceremonia de
homenaje e investidura, en la cual se consagraba dicho contrato para que
comenzase a tener vigencia la relación de vasallaje. En pocas palabras, el
vasallo debía apoyar sus manos sobre las del señor y declararse “hombre suyo”,
además de jurarle fidelidad.
Luego, el señor
le daba al vasallo una rama o un puñado de tierra para simbolizar las tierras
que le cedería.
Además de la
prestación militar,
el vasallo se comprometía a brindar a su señor auxilio económico y consejo; el
otro, por su parte, le prometía protección militar, defensa judicial y
manutención, además de las tierras.
No se debe confundir
entre la servidumbre y
el vasallaje. En el primer caso, el siervo era casi un esclavo y su señor feudal
podía venderlo junto a la tierra que explotaba. En el vasallaje, el vínculo se
daba entre personas de un estamento similar.
A pesar de
dichas diferencias, es importante señalar que el
vasallaje solamente fue voluntario en sus primeros tiempos; a medida que
los señores se hicieron más y más poderosos, finalmente consiguieron que este
régimen se volviera obligatorio,
de forma que ningún hombre pudiera optar por no someterse a él.
Muchas veces
los vasallos de un señor eran, a su vez, señores de otros vasallos. Esto quiere
decir que una persona podía
ser vasallo respecto a otra, pero de manera simultánea contar con los
privilegios de señor ante otros sujetos. De esta forma se creaba una pirámide social encabezada
por el emperador o el rey.
Dicha pirámide,
a menudo denominada feudal o del vasallaje, representaba una red de relaciones de
tipo feudo-vasalláticas o vasalláticas, caracterizadas por las promesas
explicadas más arriba. En la cima de una pirámide feudal se hallaba el
emperador, seguido por los reyes, la alta nobleza (condes,
marqueses y duques), la nobleza intermedia (señores) y, finalmente, la baja
nobleza (barones, vizcondes, caballeros, infanzones, escuderos e hidalgos,
entre otros). En cada nivel de la pirámide también era particular el tamaño del
feudo, el cual podía abarcar, por ejemplo, una aldea, una comarca o una región
completa.
Los
historiadores sostienen que el vasallaje comenzó a caer cuando los imperios
perdieron poder y la autoridad se descentralizó. Muchos feudos, en este
contexto, pasaron a ser hereditarios.
Finalmente esta relación social se disolvió y comenzaron a surgir otras clases
de vínculos políticos y económicos, muchas veces regidos por la institución
conocida como mercado.
Con respecto a
la etimología de la palabra vasallo, podemos decir que su origen más remoto se
encuentra en los términos gwas (en galés,
“sirviente” o “joven”), foss (en
irlandés, “sirviente”) y goaz (en
bretón, “hombre”
o “sirviente”). Por otro lado, esto también la relaciona con la raíz
indoeuropea wasso-, la cual servía para denotar
el concepto de “joven escudero”.
De todo esto
surgió vassus, el término del latín clásico para denominar a
los “sirvientes”, el cual más tarde derivó en vassallus, ya en el
latín medieval. En las lenguas galorromances también existió vassellitus, un diminutivo de vassallus para hablar de un “joven noble”, un “paje” o un “escudero”.
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