Utilitarismo
Guillermo García Machado
¿De dónde procede el término utilitarismo? En este sentido
tenemos que dejar patente que se trata de una palabra que tiene su origen
etimológico en el latín. Así, podemos ver que se encuentra conformada por dos
partes latinas: el vocablo utilitas,
que puede traducirse como “cualidad de útil”, y el sufijo –ismo,
que equivale a “doctrina”. El utilitarismo es
una doctrina filosófica que
sitúa a la utilidad como
principio de la moral.
Es un sistema ético teleológico que determina la concepción moral en base
al resultado final.
Una de las éticas
filosóficas más importantes del siglo XIX fue el utilitarismo que, podemos
dejar patente, tiene entre sus principios fundamentales lo que se conoce como
bienestar social. Todo ello sin olvidar tampoco otra de sus máximas u objetivos
más relevantes como sería el caso del fomento del conjunto de las libertades.
Los resultados, por lo
tanto, son la base al utilitarismo. Jeremy
Bentham (1748–1832) fue uno de los pioneros en
el desarrollo de esta filosofía,
al plantear su sistema ético en torno a la noción de placer y lejos del dolor
físico. El utilitarismo de Bentham aparece
relacionado con el hedonismo,
ya que considera que las acciones morales son aquellas que maximizan el placer
y minimizan el dolor.
Es interesante tener en
cuenta que la ruptura que Bentham estableció respecto al clasicismo de las
sociedades anteriores la expresó perfectamente en obras tales como la titulada
“Introducción a los principios de la moral y de la legislación”.
En este tipo y en otros de
corte similar dejaba patente que lo bueno será todo aquello que dé placer a un
mayor número de personas sin que en ningún caso se tenga en consideración lo
que es el estatus social de ellas. Una afirmación que asentó además con la
creación y desarrollo de lo que dio en llamar cálculo de placeres, una serie de
reglas que le servían para tener claro, en base a esos criterios, qué era bueno
y qué era malo.
John Stuart
Mill (1806–1873) avanzó con el desarrollo de
esta filosofía, aunque apartándose del hedonismo. Para Mill, el placer o
felicidad general debe calcularse a partir del mayor bien para el mayor número
de personas, aunque reconoce que ciertos placeres tienen una “calidad superior” a otros.
Entre las aportaciones que
realizó Mill al utilitarismo destaca el hecho de que consideraba que la
sociedad para poder tener calidad moral debía estar instruida e informada.
Es importante tener en
cuenta que el utilitarismo supuso un quiebre en la forma de pensar. Mientras
que la moral religiosa se basaba en reglas y en revelaciones divinas, el
utilitarismo antepuso los resultados. De esta forma, la razón reemplazó a la
fe en la determinación de la moral.
El utilitarismo siempre
sobresalió por su relativa sencillez. Para pensar si una acción es moral, no
hace falta más que estimar sus consecuencias positivas y las negativas. Cuando
lo bueno supera a lo malo, puede considerarse que se trata de una acción moral.
Más allá del sistema
filosófico, la noción de utilitarismo tiene un sentido crítico para nombrar a
la actitud que valorar la utilidad de forma
exagerada y que antepone su consecución a cualquier otra cosa.
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