Vecindad
Guillermo
García Machado
El vocablo latino vicinĭtas llegó al castellano como vecindad. El
concepto alude a la condición de vecino (aquel que convive con otras personas en
un mismo edificio o ciudad, o aquello que está cerca de otra cosa). Por
ejemplo: “El nuevo inquilino hizo gala de su buena vecindad e invitó a todos a
comer pizza en su casa”, “Hay normas básicas de vecindad que tienes que respetar”, “Debemos sacar provecho de la vecindad de ambas naciones”. En algunos países, se llama vecindad
a una clase de vivienda en la que
habitan, en unidades independientes, muchas
personas o familias de escasos recursos económicos. Por lo general consisten
en varias casas situadas en
torno a un patio o vinculadas por pasillos en común. De acuerdo a
la región, la vecindad también puede nombrarse como conventillo, inquilinato o cuartel, entre otras
denominaciones: “Hace dos días que no tenemos electricidad en
la vecindad”, “Un incendio en una vecindad
céntrica dejó como saldo tres personas fallecidas”, “Me gustaría irme de
esta vecindad, pero no tengo dinero”.
Como suele ocurrir, en algunos casos no es tan
negativa la realidad que se vive en una vecindad sino la discriminación a la
que deben enfrentarse sus miembros cuando salen a la calle. La pobreza causa
empatía y compasión en mucha gente, pero también despierta sentimientos
de rechazo.
La expresión media
vecindad hace referencia a un derecho que puede adquirir un
forastero para usar la pastura de un pueblo para su propio ganado; para ello,
debe pagar el cincuenta por ciento de las contribuciones. Cuando alguien hace mala vecindad, por otro
lado, molesta o perjudica a
sus vecinos; si, en lugar de una persona, se trata de una cosa, entonces
resulta dañina para aquello que se encuentre cerca.
Las
vecindades se hicieron mundialmente famosas gracias a “El Chavo del 8”, una serie
mexicana de televisión que creó Roberto
Gómez Bolaños en 1971.
En la historia,
el protagonista principal es El
Chavo (interpretado por Gómez
Bolaños), un niño huérfano que vive en el departamento 8 (aunque se lo suele ver en
un barril). Doña Florinda y su
hijo, Quico, Don Ramón y su hija, La Chilindrina, y Doña Clotilde también viven
en esta vecindad. En la vecindad del Chavo tienen lugar todo tipo de
situaciones disparatadas, que exprimen al máximo los
rasgos alocados de los personajes. En primer lugar se encuentra la
vivienda del protagonista: es un barril, aunque el Chavo se refiera a él como
el departamento número 8. Por otro lado se encuentra Don Ramón, un hombre
haragán y aprovechador, que no parece tener ninguna intención de trabajar para
conseguir dinero, y esto lo lleva a evitar por todos los medios a su casero
cada vez que éste va a cobrar la renta.
La Chilindrina es uno de los personajes más
entrañables de la serie, aunque también es el más descarado y ponzoñoso. Dadas
las enseñanzas de su padre, sabe cómo engañar y manipular a la gente para alcanzar sus objetivos con el mínimo esfuerzo
posible. Por lo general, la Chilindrina consigue que los demás niños de
la vecindad se enfaden entre ellos, ya que los enfrenta para ganar poder, muy
al estilo de la máxima latina “divide y conquista”.
Doña Florinda, por su parte, es una mujer que no
acepta su estatus social y la clase económica a la que pertenece, sino que
parece vivir en una dimensión paralela; sin embargo, sí trata a los demás
miembros de la vecindad como seres faltos de educación y
eso mismo le inculca a Quico, quien llama “chusma” a Don Ramón en casi todos
los episodios.
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