Sunday, April 14, 2013

El orgullo de ser venezolano Guillermo García Machado


El orgullo de ser venezolano
Guillermo García Machado
Cuando Usted amigo lector pronuncia la palabra venezolano, viene a su mente, entre otras,  la identidad de aquel que tuvo a bien nacer en Venezuela, como cualquier hijo de vecino; la gracia del inmortal de aquel que se le ocurrió libertar cinco distintas naciones de Suramérica; la perseverancia de aquel que conoció a fondo el imperio Ruso, la revolución francesa, la revolución americana y como tal ocupa su nombre un espacio en el Arco de Triunfo de París; el ímpetu del que con maestría y mucha arrogancia galopó por los llanos y supo enfrentarse a los realistas, con la sapiencia de un militar de academia; el idealismo de quien sorteo todos los peligros del Sur, teniendo siempre por delante la fidelidad hacia el líder natural de todos los tiempos, cayendo abatido a traición en el sitio de Berruecos; la valentía del líder militar de occidente cuya consagración se sublima en la batalla naval del Lago de Maracaibo; el arrojo de quien pudo mantener la unidad en la liberación del Oriente del país; la valentía de quien también supo disentir y su final estuviera al frente de un pelotón de fusilamiento; la audacia de quien lideró a una juventud caracterizada por vencer el miedo y la adversidad y cuyo final fue todo un sacrificio; la temeridad del que se despide en el furor de la batalla porque simplemente estaba muerto; el coraje de aquella que supo competir con el sexo fuerte en la gesta independista. De ahí que sería interminable la lista de hombres y mujeres cuyo ejemplo constituye la base de sustentación de un orgullo que pone en cabeza de todos la máxima consideración del que nos observa y sin mayor dilación nos incluye en el prototipo del ejemplo a seguir, a la hora de exigir Libertad. Para ello, basta con mencionar los nombres de Bolívar, Miranda, Páez, Sucre, Urdaneta, Mariño, Piar, Ribas, Negro Primero, Luisa Cáceres de Arismendi y de pronto surgen juntas todas las emociones juntas, en aras de un sentimiento de amor, para con la abnegación de todos esos seres que supieron ser protagonistas en el ciclo histórico más importante de nuestra vida institucional. Ahora bien, pasando por el reconocimiento que se merecen, porque estamos empeñados en vivir del simple recuerdo, en vez de retomar las gestas libertarias, con aire protagónico,  cuando veamos en peligro esas libertades conseguidas con tanto esfuerzo y sacrificio. La República está herida y su sangre la derraman los ciento cincuenta mil venezolanos caídos ante la fuerza incontenible de la delincuencia, sin que podamos precisar, con certeza, la actual situación de los responsables materiales y de los verdaderos responsables, aquellos que han tenido en sus manos la responsabilidad de ponerle coto al mundo criminal y todas sus ramificaciones, sin logros positivos a la fecha. Suficiente escándalo significa comparar a los que han caído en guerras como las de Irak, Afganistán,  y nuestros números no tengan compasión con aquello, como tampoco han podido compararse con los habidos en la cruenta confrontación colombiana. Estamos en momentos difíciles, donde reina la incertidumbre y ponemos en duda la capacidad del actual dirigente, - con mucha vocación de poder y muy poca vocación de servicio - donde las elecciones no han logrado consolidar el concepto, por demás perfectible, como lo es, el de la Democracia, maltratada ésta última por procesos electorales obscurecidos por las tenebrosas sombras de la trampa y el fraude, sin poder dejar atrás el vulgar ventajismo. Ahora es el momento de retomar esa identidad que forjaron nuestros héroes y con todas las ganas levantar nuestra mirada hacia el infinito con aires de vencedores para exclamar a todo pulmón: Es un orgullo ser venezolano o simplemente: Soy venezolano y a mucha honra! 

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