Sunday, September 2, 2012

Amuay en llamas Guillermo García Machado


Amuay en llamas
Guillermo García Machado
El Estado Falcón en Venezuela ha tenido siempre el deseo y el fervor por un destino mejor, siempre contando con playas maravillosas, con una gran vocación comercial, logrando tener la estructura jurídica de un puerto libre, sin olvidar su proximidad geográfica con las Antillas Holandesas, donde destacan: Curazao, Aruba y Bonaire, centros turísticos por excelencia. De mayor significación ha sido la presencia física en su territorio los mejores complejos de refinamiento con los que cuenta la empresa petrolera estatal conocida a nivel internacional como PEDEVESA, entre ellos los de Cardón y Amuay. Hasta ahí todo parece indicar que tenemos un ente estatal confortado por sus bellezas naturales y dotado de una gran organización comercial y además, para el júbilo de su propio gentilicio, con grandes inversiones en la próspera pero exigente industria petrolera. Coro, Punto Fijo y Judibana han sido los centros urbanos de mayor significación, siendo la primera la capital del Estado, y las subsiguientes, justamente, la sede de los ya señalados complejos petroleros. Parecía que todo estaba en calma, la gente ocupándose de la cotidianidad, de repente: una neblina muy densa, con olor característico invadía los espacios físicos o urbanos alrededor de Amuay, sede del gran complejo de refinamiento, donde ninguna autoridad puso parte de su responsabilidad para determinar ciertamente lo que estaba realmente pasando, hasta que por razones que aún no han sido precisadas se produjo una gran explosión, cuya onda expansiva borro del mapa una pequeña guarnición de la Guardia Nacional Bolivariana y muchas casas, así como comercios ubicados en los alrededores de la gran planta de refinamiento de distintos derivados del petróleo. Hasta la fecha, y con las estadísticas abiertas, el asunto alcanza aires de tragedia: cincuenta muertos, cien heridos, algunos desaparecidos, familias sin enseres personales, otras con sus viviendas totalmente destruidas y muchas otras con el peso del luto por la desaparición súbita de los seres queridos. La cosa sube de punto cuando nos preguntábamos cual iba a ser la reacción de los cuadros oficiales, siendo así que apareció en el lugar de los acontecimientos el jefe absoluto de todo lo relacionado con minas y petróleo en Venezuela, el zar petrolero Ramírez,  acompañado de su séquito, adornados todos con el color rojo, para indicar que se trataba de una explosión propia donde se juega con elementos inflamables, donde los daños se circunscribían a dos tanques de gas licuado en llamas, cuyos efectos estaban siendo mitigados con la presencia de los distintos cuerpos de bomberos de la zona, hasta que un tercer tanque hizo lo propio y siguió el desmedro que produce cualquier incendio en zona de alta peligrosidad. Mas tarde hizo acto de presencia el primer magistrado del país, quien aprovecho su locuacidad para discutir con una periodista del país vecino, Colombia, y negar ab-initio cualquier posibilidad de error humano en materia de prevención, terminando su faena con otra frase que se la atribuyó a algún filosofo……..la función ha terminado (sic)……..y colorín colorado ese cuento ya está terminado. Mientras tanto los distintos especialistas procuraron en ordenar el asunto señalando que sólo la desidia y la impericia podían permitir el desarrollo de este tipo de acontecimientos, por cuanto que el gran centro de refinamiento contaba con todas las normas y guías industriales de seguridad y la mejor expresión tecnológica para evitar la consumación de grandes daños en seres humanos y demás efectos materiales. Cuantificar éstos últimos llevará su tiempo, y a larga, parte de un conflicto donde intervendrán las grandes empresas de seguro y reaseguro, quienes en definitiva tendrán la última palabra en cuanto a la magnitud material del suceso de marras. Como debemos imaginarnos, vuelve a ser el ciudadano de pie el gran afectado, mientras que los líderes políticos del momento lo que dan es pena ajena.

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