Ganar perdiendo
Guillermo García Machado
Muchas veces nos dicen que perdiendo
también se gana, defenestrado por segunda vez en una nueva elección presidencial de México, el
excandidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador procura su futuro
político: creando un nuevo partido con los integrantes de su movimiento social.
Siendo así que esta decisión causa más
dudas que certezas. Para
algunos analistas, la separación de los partidos que le postularon en los
recientes comicios puede causar una ruptura dentro de la izquierda mexicana,
que es la segunda fuerza política del país. Pero otros ven que el nuevo movimiento
de López Obrador, que el mismo puede proyectarse como el verdadero contrapeso
del gobierno de Enrique Peña Nieto, presidente electo de México, quien fue
postulado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), antiguo
representante de la izquierda mexicana. En todo caso, el escenario político del
país se ha movido, e incluso el senador Manuel Camacho plantea un frente de
partidos de izquierda similar al que existe en otros países de América Latina,
lo que acercaría a este movimiento con los gobiernos de Cuba, Venezuela,
Nicaragua, Bolivia, o simplemente repetir el modelo de la propuesta Brasileña. Un
proyecto que todavía esta por verse. Existe ahora una izquierda legislativa que
esperemos defienda los proyectos de esa ideología. El anuncio de buscar su
propio partido no causó sorpresa en México, e incluso muchos anticipaban que
ese sería el camino de López Obrador después de conocerse su derrota en las
elecciones presidenciales. Y es que algunos de los partidos y líderes de
izquierda que le apoyaron en su campaña no estaban dispuestos a repetir el
conflicto post electoral de 2006, cuando los seguidores del excandidato
bloquearon durante varias semanas una de las principales avenidas de Ciudad de
México. Fue una decisión que los líderes del Partido de la Revolución
Democrática (PRD), el más grande de los que integraron la coalición de
izquierda que participó en los comicios presidenciales, dejaron claro desde
hace varias semanas a su ex candidato. Una posición rupturista de colapso
social no tendría ningún tipo de apoyo social y político. Si no cuenta con el
respaldo de sus antiguos aliados, ¿es viable el futuro político de López
Obrador? Sí, responden varios de sus adeptos….. “Será una lucha siempre
pacífica y una participación por las vías legales”, explican sin ningún tapujo.
De hecho, aunque se separó de la coalición de partidos, el ex candidato no
parte de cero en su nuevo camino. En los últimos seis años, López Obrador
recorrió todos los municipios del país, y creó el Movimiento de Regeneración
Nacional (Morena), que según sus estadísticas tiene al menos tres millones de
afiliados. Hasta ahora, sin embargo, no se sabe si estos electorales apoyarían
proyectos de otras organizaciones de izquierda, ni tampoco está claro el
respaldo que darían a una candidatura presidencial que no fuera con López
Obrador. En este escenario, coinciden los analistas, el más perjudicado sería,
en todo caso, el alcalde de Ciudad de México, Marcelo Ebrard, quien ha dicho
que buscará contender por el gobierno del país dentro de seis años. Más allá de
su estrategia, podríamos predecir o simplemente ver un escenario positivo para
el ex candidato presidencial, a pesar de que el tiempo sería su enemigo real. La
izquierda mexicana siempre ha tenido una presencia social, y lo que vimos en la campaña del 2012 fue verdaderamente
una fuerza política que tiene un enorme potencial de crecimiento, así se colige
sin necesidad de profundizar sobre el tema. De hecho, la coalición llamada
Movimiento Progresista obtuvo más de 15 millones de votos en los comicios
recientes, y ganó además los gobiernos de tres estados, entre ellos la capital
del país. Es un buen resultado, a todas luces, siendo menester que los
ganadores pongan todo su empeño y casi obligados en conservar. No nos equivocamos en afirmar que los grandes
triunfadores de la pasada elección fue la izquierda mexicana y por eso creo que
el futuro de estas organizaciones es muy alentador, pudiendo afirmarse que
renacen los tiempos de analizar los paso que pudieran dar los socialistas
mexicanos en el propio siglo XXI.
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