Nuevo
intento por la Paz
Guillermo García Machado
Cuando Latinoamérica recibe la buena nueva de
un nuevo intento de paz en Colombia, entiéndase, programar, en el breve tiempo,
nuevas reuniones de trabajo entre los señores (¿) de las FARC (Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia), y el gobierno del Presidente Santos, ciertamente
que pierde importancia el lugar que servirá de sede o simplemente intrascendente los agentes que
coadyuvarán para que el desarrollo de los acontecimientos lleguen a feliz
término. Debiendo destacarse el papel de las Fuerzas Armadas de Colombia obsequiándole
un gran espaldarazo al Presidente Santos, sin desmayar para acabar lo que desde
su inicio se consideró como una insurgencia armada, con una gran carga
ideológica, para darle paso al vulgar tráfico de drogas como medio de sustento,
hasta incursionar en dichos menesteres con ánimo empresarial en búsqueda de las
grandes riquezas, gracias al maldito polvo blanco. Repetimos, que sea en Oslo,
La Habana o en Macondo, que participen los amigos de la guerrilla, a saber,Chávez,
Fidel, o se invoquen las bondades de las cenizas revolucionarias del Che
Guevara, pareciera un plato de segundo mano, cuando las cosas empiezan a
ponerse difíciles ante el pedimento de los guerrilleros, por no decirles
bandoleros, de la posible presencia de Simón Trinidad y más atrás de la
conocida Sonia, ambos extraditados hacia Norteamérica y actualmente purgando
penas de alta cuantía temporal. Ponemos en duda que la alta diplomacia sea
capaz de lograr tan caprichoso pedimento por parte de las FARC, aunque de
repente los santos le conceden el milagrito al protagonista de esta nueva
aventura: el Presidente Santos, quien con estos movimientos empieza a renovar
su popularidad, a pesar de las enconadas opiniones de los representantes de los
partidos tradicionales de Colombia, sobre todo los que profesan posiciones mas
conservadoras. Los tiempos cambian y las comparaciones son odiosas, por ello,
resulta igualmente estéril, haciendo salvedad de su valor histórico, invocar
los intentos anteriores en aras de lograr un armisticio, cuyos resultados
siempre tuvieron empañados por el fracaso,
donde la idea central siempre ha sido, por una parte, bajar las armas y
por la otra, la posibilidad de que los actuales bandoleros tengan la
oportunidad de reinsertarse en la vida activa colombiana, incluyendo la
política activa, con todo los privilegios de un ciudadano común. Siempre estará
en la conciencia de cada Colombiano depositar su confianza por los que en
determinado momento ocuparon posiciones aventajadas en una guerra de guerrillas
que llegó abarcar grandes extensiones del territorio neogranadino, siendo muy
común escuchar de gente afectada por los movimientos guerrilleros y todos sus
desmanes, como los secuestros, chantajes, vacunas y reclutamiento de infantes,
con una alta incidencia de abusos sexuales, que no descansarían hasta que cada
uno de esos bandoleros pagaran ante la justicia cada uno de los gravísimos
delitos por ellos perpetrados con la mayor de las impunidades. Un quehacer
revolucionario coloreado por la muerte, la traición y la ventaja que
proporciona el asalto en las intrincadas montañas del país hermano. La cosa
sube de punto cuando tenemos por delante la presencia de los representantes
guerrilleros en rueda de prensa celebrada recientemente en La Habana, Cuba,
donde sin anestesia, se dijo al mundo que las FARC ya no practicaba el secuestro,
y mucho menos se dedicaba al narco tráfico, lo que movió el piso de la
perplejidad de cada uno de los presentes y de la estupefacción de cada uno de
los seguidores de las transmisiones de radio y televisión. Ciertamente que
detrás de todo esto siempre estarán presentes las grandes motivaciones por una
Colombia en sana Paz, con todas las perspectivas de proporcionar mayor bienestar
a cada uno de sus ciudadanos, dentro de un ambiente de grandes signos de progreso
de la economía colombiana. Desde esta humilde tribuna nos ponemos al lado de
los que desean el éxito rotundo para este nuevo dialogo en aras de la total
estabilidad de la sociedad colombiana.
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