Mexico
entre sindicatos te veas!
Guillermo
García Machado
Revolver el
corrupto sindicalismo mexicano resulta osado y atrevido, así cuando el
sindicato minero de México fue acusado de pedir US$100 millones para levantar
una huelga en la mayor mina de cobre del país hace cinco años, las viejas
sospechas de vicios y excesos en los gremios volvieron a salir a la luz. Más
allá de que el sindicato negó las acusaciones y su líder demandó al entonces
secretario del Trabajo por ellas, las negociaciones fracasaron y la mina quedó
paralizada por tres años, desnudando el inmenso poderío sindical mexicano. Ahora el presidente electo de México, Enrique
Peña Nieto del Partido Revolucionario Institucional (PRI), deberá convencer a
los sindicatos, históricos aliados de su agrupación, de ceder algunos
privilegios a cambio del apoyo político de rivales para sus reformas
estructurales. Durante su gestión de gobierno, el saliente Partido Acción
Nacional (PAN) intentó erosionar el poder gremial sin éxito. Cuando en
septiembre se convierta en oposición legislativa quiere aprovechar para
ajustarle las riendas a los gremios, que han sido una fuente de poder y de
votos para el PRI por décadas. Peña Nieto necesita el respaldo del PAN en el
Congreso para aprobar las reformas que buscan acelerar la economía y crear los
trabajos que demandan los mexicanos. De ellas depende en gran parte el éxito o
fracaso de su gobierno. Uno de los anhelos del PAN es hacer públicas las
cuentas sindicales, una caja no auditada donde millones de trabajadores aportan
obligatoriamente un porcentaje de su salario y que financia en gran parte el
andamiaje económico y las movilizaciones de las organizaciones de trabajadores.
"Todo se transforma en México menos la vida sindical", dijo el ex
secretario del Trabajo y futuro senador panista Javier Lozano, autor de una
reforma laboral que desde 2010 duerme en el Congreso y buscaba mayor
transparencia en los sindicatos. "De que no vamos a quitar el dedo del
renglón, no vamos a quitarlo", sostuvo el ex funcionario. Protegidos por
una ley laboral mexicana que tiene cuatro décadas sin cambios sustanciales, los
sindicatos no están obligados a rendir cuentas a sus afiliados. Además sus
dirigentes no son electos por voto directo de los trabajadores. Decenas de
millones de dólares anuales pasan por las manos de los jefes de grandes
sindicatos como el de docentes (SNTE) o el de trabajadores petroleros (STPRM)
sin que estén obligados a informar el destino de esos fondos, ni siquiera a los
trabajadores que representan. El poder económico sin la lupa de nadie llevó a
excesos la jefa del gremio de maestros ha rifado decenas de camionetas Hummer,
la hija del líder petrolero ha presumido sus viajes en jet privado y un
dirigente prófugo despacha desde Canadá. "Al final no es algo ilegal los
abusos y los privilegios sindicales, una vez que entra el dinero a esa caja, a
ese hoyo negro, no es fiscalizable. Los sindicatos no pagan impuestos y además
no llevan contabilidad", dijo el ex secretario Lozano. El argumento de los
sindicatos es simple. Sin ese dinero tendrían menos poder para velar por sus
afiliados, por eso están listos para defender su posición en el Congreso.
"Los sindicatos si no tienen dinero, pues son sindicatos más débiles,
sindicatos más fáciles de vulnerar", dijo Isaías González, jefe de la
Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y futuro senador
del PRI. "El PAN quería pulverizar el movimiento obrero. Ahí sí Peña Nieto
no está de acuerdo", dijo González.
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