Reflexión de fin de año
Guillermo García Machado
A propósito de las buenas y sanas reflexiones que nos asisten
cada fin de año, el Apóstol Pablo en un
momento dado de su vida escribió en Filipenses capitulo 3:13-14:
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús”. Extendiéndome a lo que está delante lo importante en nuestra vida
es lo que está por venir. Ya no podemos dar vuelta a atrás para enmendar nada
de lo que sucedió en nuestra vida. Lo que pasara de aquí en adelante con tu
vida es lo que verdaderamente importa. Recuerda que la inmediatez de las
cosas hace que no nos debe interesar mucho el pasado, sino el presente y por
ende el futuro. Un futuro brillante estará presente cuando dejemos nuestros
fracasos del pasado y prosigamos en lo que está por delante. .Pero el último mes del año no solamente induce los estados anímicos
directamente relacionados con la Navidad, sino que ofrece también un espacio
ideal para la reflexión en torno a ciclos que se cierran y otros que comienzan.
De ahí que muchas personas formulen propósitos para el año venidero, buscando
mejorar, transformar o enriquecer determinados aspectos de su vida. Tales
propósitos surgen de un proceso de análisis que se presenta de manera natural,
cuando dejamos atrás un año para abrirnos a lo que nos depara el siguiente. Es
como un remanso que, al margen del tráfago cotidiano en que nos encontramos
atareados e inmersos en un sinnúmero de actividades, nos permite replantearnos
objetivos y reflexionar acerca del rumbo que lleva nuestra vida en términos
generales. Se trata de una pausa de gran importancia, especialmente si
consideramos que de ordinario vivimos, por así decir, en “piloto automático”,
en el sentido de que nuestra vida es como un barco que sigue su curso de manera
decidida pero también, a veces, por inercia. Ese breve oasis de fin de año,
gracias al cual podemos realizar un ejercicio de introspección y preguntarnos a
nosotros mismos acerca de nuestra realidad y nuestras posibilidades, se
convierte entonces en el punto de partida de un proceso potencialmente infinito
de crecimiento. Muchas veces, los compromisos sociales ocupan toda nuestra
atención y nos impiden entrar en contacto con esa parte reflexiva e íntima de
nosotros mismos. Tomarnos el tiempo de realizar un ejercicio introspectivo, no
obstante, puede incrementar de manera significativa las posibilidades de
cosechar éxitos y satisfacciones en nuestros proyectos de vida, dado que nos
ayuda a enfocarnos y a definir prioridades. Para mayor tranquilidad podríamos entregarnos a la gula del amor y el
respeto con el siguiente procedimiento culinario: Agregue: una cucharada de Espiritualidad, un
poco de esparcimiento, un poquito de Simpleza y una taza bien limpia de Buen
Humor , añada a todo esto Amor al gusto, mezcle con una buena dosis de energía.
Aderécelo con Sonrisas y un poquito de júbilo…. después sírvalo con una salsa
de Serenidad, Altruismo y Alegría. ¡Abrazos y felicidades! Esta receta es de
excelentes resultados en cualquier parte de la “Tierra”. Celebremos pues, ese momento del año en que podemos ponernos
en contacto con nosotros mismos y con los demás de manera más profunda,
desarrollando quizá en el proceso un mayor nivel de conciencia. Pero sobre
todo, procuremos que lo que percibimos como real, deseable y exigible en ese
momento de lucidez nos acompañe en la medida de lo posible a lo largo del año.
Sólo así estaremos honrando verdaderamente el espíritu de la Navidad.
No comments:
Post a Comment