Vasallaje
Guillermo García Machado
Revisando este medio desmedido
y salvaje nos preguntamos si todavía tiene vigencia en pleno siglo XXI, por
aquello que todavía vemos otras figuras como la esclavitud en pleno esplendor.
Así tenemos que vasallaje es la relación que, en la “antigüedad”, mantenía un
individuo con su señor. Dicho
vínculo implicaba lealtad y, a su vez, dependencia y sumisión:
el vasallo debía brindar asistencia militar y
política al señor, quien a cambio le entregaba tierras para su usufructo. El vasallaje era
regulado por un contrato bilateral (cos de estatus inferior y un noble de
estatus superior). Todo comenzaba por
medio de una ceremonia de homenaje e
investidura, en la cual se consagraba dicho contrato para que
comenzase a tener vigencia la relación de vasallaje. En alpocas palabras, el
vasallo debía apoyar sus manos sobre las del señor y declararse “hombre suyo”,
además de jurarle fidelidad.
Luego, el señor le
daba al vasallo una rama o un puñado de tierra para simbolizar las tierras que
le cedería.
Además de la
prestación militar, el vasallo se comprometía
a brindar a su señor auxilio económico y consejo; el otro, por su parte, le
prometía protección militar, defensa judicial y manutención, además de las
tierras.
No se debe confundir
entre la servidumbre y el
vasallaje. En el primer caso, el siervo era casi un esclavo y su señor feudal podía
venderlo junto a la tierra que explotaba. En el vasallaje, el vínculo se daba
entre personas de un estamento similar.
A pesar de dichas
diferencias, es importante señalar que el
vasallaje solamente fue voluntario en sus primeros tiempos; a
medida que los señores se hicieron más y más poderosos, finalmente consiguieron
que este régimen se volviera obligatorio, de forma que
ningún hombre pudiera optar por no someterse a él.
Muchas veces los
vasallos de un señor eran, a su vez, señores de otros vasallos. Esto quiere
decir que una persona podía ser
vasallo respecto a otra, pero de manera simultánea contar con los privilegios
de señor ante otros sujetos. De esta forma se creaba una pirámide social encabezada por el
emperador o el rey.
Dicha pirámide, a menudo
denominada feudal o del vasallaje, representaba una red
de relaciones de tipo feudo-vasalláticas o vasalláticas, caracterizadas por las
promesas explicadas más arriba. En la cima de una pirámide feudal se hallaba el
emperador, seguido por los reyes, la alta nobleza (condes,
marqueses y duques), la nobleza intermedia (señores) y, finalmente, la baja
nobleza (barones, vizcondes, caballeros, infanzones, escuderos e hidalgos,
entre otros). En cada nivel de la pirámide también era particular el tamaño del
feudo, el cual podía abarcar, por ejemplo, una aldea, una comarca o una región
completa.
Los historiadores
sostienen que el vasallaje comenzó a caer cuando los imperios perdieron poder y
la autoridad se descentralizó. Muchos feudos, en este contexto, pasaron a
ser hereditarios. Finalmente esta
relación social se disolvió y comenzaron a surgir otras clases de vínculos
políticos y económicos, muchas veces regidos por la institución conocida
como mercado.
Con respecto a la
etimología de la palabra vasallo, podemos decir que su origen más remoto se
encuentra en los términos gwas (en galés, “sirviente” o
“joven”), foss (en irlandés, “sirviente”) y goaz (en
bretón, “hombre” o “sirviente”).
Por otro lado, esto también la relaciona con la raíz indoeuropea wasso-,
la cual servía para denotar el concepto de “joven escudero”.
De todo esto
surgió vassus, el término del latín clásico para denominar a los
“sirvientes”, el cual más tarde derivó en vassallus, ya
en el latín medieval. En las lenguas galorromances también existió vassellitus,
un diminutivo de vassallus para hablar de un
“joven noble”, un “paje” o un “escudero”.
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