Yugo sin anestesia
Guillermo García Machado
Con origen en el latín iugum, yugo es un término que permite identificar al instrumento fabricado en madera donde mulas o bueyes son atados para constituir una yunta. A él se sujeta el dispositivo para direccionar
al arado o el pértigo del carro. Por extensión, se suele calificar como yugo al trabajo o esfuerzo pesado, a las cargas o ataduras, mientras que la noción de yunta también se
emplea para nombrar a los animales o personas que trabajan en conjunto. n
cuanto al yugo como instrumento, es posible distinguir entre el sobeo o centro (la parte central y
recta), las mesas (las prominencias para
las correas) y las camellas o gamellas (las partes
curvas). Los mismos se unen al arado a través del barzón, tal como se conoce al aro del cual
sobresale un tarugo que lo mantiene firme por el costado interno de la lanza
del arado. Este barzón, por su parte, se ata al yugo mediante una correa. Cabe
mencionar que existen algunos más extensos (se usan cuando el animal debe
arrastrar un carro o carga pesada) y otros más cortos (adecuados para tareas de
arado).
Como sinónimo de tarea ardua y dificultosa o de atadura, el yugo se
utiliza de varias formas en el lenguaje cotidiano. Por ejemplo: “Quiero jubilarme para dejar atrás el yugo de este empleo”, “Toda la vida es igual: más y más yugo hasta que el cuerpo ya no
aguanta”, “El yugo de la hipoteca se está
volviendo demasiado pesado para la economía familiar”.
Yugo
también es el velo que
se aplicaba a los novios durante
la misa de velaciones, el componente que se encuentra en el cuello de un tubo de rayos catódicos, el talón curvo que se sitúa en
el codaste de un barco y una marca
de automóviles de fabricación yugoslava. En el marco religioso
existe el concepto de yugo
desigual para referirse a aquellos enlaces que se realizan entre
una persona católica y una agnóstica o que profesa otro tipo de religión. En la
ley eclesiástica este matrimonio está
mal visto pues se considera que dos personas con ideologías diferentes
no pueden ser felices y porque se cree que un matrimonio donde uno de los dos
no cumpla con los mandatos de la iglesia y lleve una vida santa, no es bien
visto a los ojos de Dios.
Este tipo de imposiciones lleva a que muchos jóvenes, convencidos de su
fe a la iglesia, rompan con
noviazgos en los que se sentían realmente completos tan sólo por no contrariar
dichos mandatos, por no ser capaces de pensar por sí mismos y buscar su propia
felicidad, fuera de las normas establecidas por el clero.
De acuerdo a todo lo descrito y pese a las diferentes acepciones que
tiene el término, en general todas ellas comparten una misma característica, se
trata de un instrumento de dominación.
En el caso de los bueyes, el ser humano decide cómo se emparejan y qué
hacen y así consigue dominar a estos animales; si nos referimos al yugo de un
barco, es el que permite mantener el control sobre el mismo y en esta última
acepción, en la que respecta a la unión matrimonial, representa la dominación
de una ideología por sobre la libertad de
los individuos.
No todo son restricciones, el Papa Francisco nos trae
a colación la encíclica “Laudato” y específicamente en la página 46 se convierte en una encíclica que urge una y otra vez
a los políticos a liberarse del
yugo de los poderes económicos y gobernar a favor de la gente y de la tierra,
el papa Francisco se hace una pregunta que parece una llamada a la revolución:
“¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su
incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario?”. La primera
encíclica escrita íntegramente por Jorge Mario Bergoglio logró en estos tiempos
difíciles una expectación inusitada durante su presentación en el Vaticano, en
la que intervinieron un científico laico y un representante del patriarca
ortodoxo de Constantinopla. Desde hace muchos meses, sectores
conservadores de dentro y fuera de la Iglesia —en especial los estadounidenses—
venían recomendándole al Papa que se abstuviera de intervenir en asuntos
científicos. No se descarta que desde dentro del Vaticano, donde los sectores
más reaccionarios siguen teniendo sucursal abierta, les fuesen filtrando
algunos detalles preocupantes para sus intereses políticos, económicos y financieros.
La publicación de la encíclica Laudato si’ (Alabado
seas, tomado del Cántico de las criaturas de San Francisco de Asís) ha
confirmado sus temores. Amén, en nombre de la humanidad!
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