Sunday, March 1, 2015

Impunidad
Guillermo García Machado
Impunidad, del vocablo latino impunitas, es un término que refiere a la falta de castigo. Se conoce como castigo, por otra parte, a la pena que se impone a aquel que ha cometido una falta o un delito. Esto quiere decir que, cuando hay impunidad, la persona que ha incurrido en una falta o un delito no recibe la pena que le corresponde por su accionar. De esta forma no se sanciona ni se enmienda su conducta. Por ejemplo: “Los vecinos se reunieron en la plaza para exigir que se ponga fin a la impunidad”“No voy a aceptar que haya impunidad en un caso tan trascendente”“El asesino goza de impunidad y todavía puede caminar con total libertad”. Puede entenderse la impunidad como la evasión o el escape de la sanción que implica una falta o un delito. Lo habitual es que la impunidad se produzca cuando, por motivos políticos o de otro tipo, una persona que es responsable de haber violado la ley no recibe el castigo correspondiente y, por lo tanto, sus víctimas no reciben ninguna reparación.
Tomemos el caso de un vendedor de automóviles que estafa a los compradores. Las víctimas y sus abogados sostienen que, de acuerdo a la ley, al delincuente le corresponde una pena de cuatro años de prisión. El juez a cargo de la causa, sin embargo, considera que no hay pruebas suficientes para condenar al vendedor y lo absuelve. Las víctimas sostienen que se trata de un caso de impunidad y que el estafador sobornó al juez para comprar su libertad.
La impunidad suele asociarse a los ricos y famosos, en especial a casos de evasión fiscal, dadas las tácticas que muchas estrellas utilizan para no pagar todos los impuestos que les corresponde, lo cual vuelve la balanza aún más a su favor en lo que a fortuna se refiere. Por lo general, los casos que quedan impunes se caracterizan por la frustración y la sensación de impotencia de las personas afectadas. Esto ocurre especialmente en los crímenes que no logran resolverse, ya sea por corrupción o por falta de evidencias, ya que alguien pierde la vida de una forma horrible y sus familiares y amigos deben soportar que los culpables gocen de su libertad y, por si fuera poco, continúen cometiendo asesinatos.
Otro tipo de casos que muchas veces acaban en la absoluta impunidad no incluyen violencia directa, sino negligencia, que puede tener consecuencias aún peores. Un ejemplo fue el fallecimiento de Florencia Mesa, una niña de 7 años que jugaba inocentemente en una hamaca cuando el desprendimiento de la estructura le quitó la vida de un fuerte golpe en el cráneo. Los padres declararon que la plaza no se encontraba en buenas condiciones y las pericias consiguieron determinar que el desgaste de los juegos era alarmante; sin embargo, nadie fue señalado como responsable directo.
Existe un especial miedo casi cultural a que los maleantes queden impunes, aunque muchas de las personas que han debido atravesar casos como el de la pobre Florencia Mesa aseguran que después de unos años la lucha se enfoca en que no haya más víctimas y no en una mera venganza al mejor estilo la ley del talión. La impunidad es grave porque demuestra que la justicia no es perfecta y eso deja en evidencia que el Estado no nos puede proteger siempre y que tampoco puede garantizarnos soluciones a todos nuestros problemas sociales.
Es importante subrayar que la impunidad no siempre responde a la falta de principios por parte de las autoridades, sino que puede surgir como consecuencia de un crimen muy bien planeado, que no deje las suficientes pruebas como para que se siga el rastro de sus autores. Nos dice Wikipedia: “Impunidad es una excepción de castigo o escape de la sanción que implica una falta o delito. En el derecho internacional de los derechos humanos, se refiere a la imposibilidad de llevar a los violadores de los derechos humanos ante la justicia y, como tal, constituye en sí misma una negación a sus víctimas de su derecho a ser reparadas. La impunidad es especialmente común en países que carecen de una tradición del imperio de la ley, sufren corrupción política o tienen arraigados sistemas de mecenazgo político, o donde el poder judicial es débil o las fuerzas de seguridad están protegidas por jurisdicciones especiales o inmunidades.
El Conjunto de principios para la protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad, promulgado por la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas el 8 de febrero de 2005, define la impunidad como:
[L]a inexistencia, de hecho o de derecho, de responsabilidad penal por parte de los autores de violaciones, así como de responsabilidad civil, administrativa o disciplinaria, porque escapan a toda investigación con miras a su inculpación, detención, procesamiento y, en caso de ser reconocidos culpables, condena a penas apropiadas, incluso a la indemnización del daño causado a sus víctimas.1
El primer principio del mismo documento establece que:
La impunidad constituye una infracción de las obligaciones que tienen los Estados de investigar las violaciones, adoptar medidas apropiadas respecto de sus autores, especialmente en la esfera de la justicia, para que las personas sospechosas de responsabilidad penal sean procesadas, juzgadas y condenadas a penas apropiadas, de garantizar a las víctimas recursos eficaces y la reparación de los perjuicios sufridos de garantizar el derecho inalienable a conocer la verdad y de tomar todas las medidas necesarias para evitar la repetición de dichas violaciones.” 

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