Abuso de Autoridad
Guillermo García Machado
Un abuso consiste
en hacer uso de un recurso o tratar a una persona de manera impropia,
incorrecta, improcedente, ilícita o ilegal. La autoridad, por su parte, es el poder, la soberanía, el mando o
la influencia de
quien ejerce el gobierno. e esta
manera, podemos decir que el abuso
de autoridad tiene lugar cuando un dirigente o un superior se aprovecha
de su cargo y de sus atribuciones frente a alguien que está ubicado en una
situación de dependencia o subordinación. Una forma de abuso de autoridad
sucede cuando la persona que
accede a un cargo o a una función aprovecha el poder que se le otorga en
beneficio propio, y no para desarrollar correctamente sus obligaciones. Las fuerzas de seguridad, por su
parte, incurren en el abuso de autoridad cuando se apoyan en la violencia y
hacen un uso desmedido de sus atribuciones. Un ejemplo de este tipo de
situación aparece cuando la policía detiene a alguien sin justificación y no
permite que el afectado se exprese o se defienda. Ante el abuso de autoridad,
las denuncias suelen correr por cuenta de las organizaciones no gubernamentales
(ONG) que se dedican a defender
los derechos humanos. Para el derecho penal, el
abuso de autoridad es aquel que realiza un sujeto que ha sido investido con
facultades públicas y que, mientras desarrolla su gestión, cumple con acciones
opuestas a las obligaciones impuestas por ley, generando un daño
moral o material a terceros.
Lamentablemente, la idea de abuso de autoridad está
asociada a la policía, a la violencia física, a la corrupción por parte del
gobierno, y, como si este punto de vista no fuera suficientemente estrecho y
alejado de la realidad, se ignora por completo el
maltrato hacia los animales. Este fenómeno, que es la lamentable base de
relación entre los seres humanos y el resto de la naturaleza, tiene lugar en la
propia familia, en el colegio, por parte de los
supuestos seres queridos, y hacia los animales, desde el momento en que
se los obliga a trabajar, despojándolos de su libertad y
condenándolos a una vida servil.
Se
condena la violencia en las cárceles, pero nadie se alarma cuando los padres
imponen sus creencias y su voluntad en sus hijos, torturándolos psicológicamente
si no escogen el camino que para
ellos habían preparado. Se considera que la homosexualidad es
antinatural, pero se ve con buenos ojos que un caballo, la especie que en su
hábitat natural es sinónimo de espíritu indómito,
viva realizando tareas pesadas y que pase su “tiempo libre” en un espacio
delimitado por el hombre. Y no es necesario desplazarnos hasta el campo para
encontrar este tipo de supresión de derechos de otros seres vivos. Los perros
son los mejores amigos del hombre (aunque también de la mujer,
independientemente de su orientación sexual) y su presencia en los paisajes
urbanos puede darse por sentado. Son los seres más fieles, nobles y cariñosos
que uno pueda imaginar. Permiten que sus tutores, que se hacen llamar amos,
decidan por ellos, sea qué comer como en qué horarios salir a pasear. Su amor
es incondicional; incluso cuando se los obliga a realizar demostraciones de obediencia frente
a otros como si fueran robots, o cuando se los agrede físicamente para
descargar la frustración de no alcanzar la
felicidad. ¿Es que acaso estas situaciones son imperceptibles? ¿O será
más bien que el ser humano sólo se preocupa cuando una situación significa una
amenaza para sí mismo? Un insulto, una frase ofensiva, una burla, puede ser el
comienzo de una relación abusiva, basada en la
humillación y la manipulación mental. Esto ocurre a diario, desde
siempre, en las escuelas, en las oficinas, en las casas de familia. No se necesita un
arma de fuego, ni un cargo político, ni dinero, ni violencia física; sin
embargo, es la forma más común que adopta el abuso de autoridad.
Lamentablemente, este sistema perverso articula nuestras vidas, a veces
favoreciéndonos, a veces convirtiéndonos en víctimas que se manifiestan en una
plaza. En Panamá, el expresidente Ricardo Martinelli, enfrenta denuncias no
solo por los delitos de corrupción y peculado. Varios ciudadanos también lo
acusan de haberle quitado sus tierras y usurpar propiedades mediante abuso de
autoridad, ejercida durante su administración entre 2009 y 2014. Hasta la sede
del Ministerio Público llegan más víctimas de Ricardo Martinelli. Una de ellas
es el empresario Jean Figali, quien permaneció 2 años en la cárcel tras ser
acusado por el ex Mandatario de no pagar impuestos. Figali fue despojado de sus
tierras y negocios dentro de la Calzada de Amador en la Ciudad de Panamá. Sin
embargo, las acusaciones contra Figali no se concretaron y fue liberado sin
cargos, pero a la fecha no le han sido devueltas sus propiedades. Distante,
pero similar es el caso de más de mil hectáreas, que fueron arrebatas a
comunidades campesinas en el sur de la provincia de Veraguas. Y hasta la fecha:
Aquí no ha pasado nada.-
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