Lucha por el poder absoluto
Guillermo García Machado
Para aquellos que siguen creyendo en
pajarito preñado me atrevo acudir a la historia para observar de cerca lo que
es capaz un tirano. En el año 1922 Stalin fue elegido secretario general del
partido. Este cargo, hasta hacía poco menospreciado por otros miembros del Buró
Político del Partido (órgano rector del Comité Central del Partido), que
posteriormente se transformó en el más poderoso del país, fue inteligentemente
utilizado por Stalin para situar a sus partidarios en los puestos clave del
aparato central del partido. Así, metódica y sutilmente fue abriéndose camino
hacia la cúspide del poder, poder que tuvo que disputar contra Lev Trotski, el reconocido líder del
partido y fundador del Ejército Rojo, y que además controlaba gran parte de la
Policía secreta. Antes de su muerte, Lenin vivió una creciente preocupación por
la personalidad y el comportamiento de Stalin. En su testamento político,
expuso sus dudas sobre que el secretario general del partido usara su enorme
poder con suficiente cautela. El líder de la Revolución criticó además a Stalin
de ser demasiado “brusco” y llamó a destituirle en su famosa carta al XII
Congreso del Partido Bolchevique. “Stalin es demasiado brusco, y este
defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre
nosotros los comunistas, se hace intolerable en el cargo de Secretario General.
Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de mover a Stalin a otro
puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se diferencie del
camarada Stalin en todos los demás aspectos, solo por una ventaja, a saber: que
sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas y
menos caprichoso. Esta circunstancia puede parecer una fútil pequeñez. Pero yo
creo que, desde el punto de vista de prevenir el quiebre, y desde el punto de
vista de lo que he escrito antes acerca de las relaciones entre Stalin y
Trotski, no es una pequeñez, o bien se trata de una pequeñez que puede adquirir
importancia decisiva...”. Sin embargo, este intento no prosperó debido a que
Stalin logró que no se diera una lectura pública del documento, a sabiendas de
que Lenin se encontraba en esos momentos enfermo e imposibilitado de participar
en el Congreso. Después de la muerte de Lenin, Stalin aunó fuerzas con Grigori
Zinóviev y Lev Kámenev para gobernar el país y expulsar del escenario político
a Lev Trotski, el más probable candidato para reemplazar a Lenin. Tras
conseguir la “muerte política” de Trotski, Stalin cambió el curso de su alianza
y se unió a Nikolái Bujarin y Alexéi Rýkov contra sus antiguos aliados. A
partir de entonces, Trotski, Zinóviev y Kámenev fueron tratados por Stalin como
la oposición izquierdista. Durante este período, Stalin abandonó el tradicional
énfasis bolchevique respecto a la revolución internacional en favor de una
política de construir el “socialismo en un solo país”, en contraste a la teoría
de Trotski de la “revolución permanente”. Así, mediante una hábil manipulación
y particulares interpretaciones de los preceptos de Lenin, Stalin consiguió
enfrentar a sus rivales, acercándose así cada vez más a la cima. Para su 50
aniversario en 1929, Stalin se estableció como el sucesor reconocido de Lenin y
el único y absoluto líder de la Unión Soviética. En 1929, en el XV Congreso del
Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Trotski y Zinóviev fueron
expulsados del partido y Kámenev perdió su puesto en el Comité Central. Luego
Stalin pudo destituir de sus cargos a los líderes de la llamada “oposición
derechista” y sus recientes aliados: Bujarin y Rýkov. La palabra rusa “troika”
tradicionalmente referida al tiro de tres caballos ahora significaba la mesa de
tres ejecutores del NKVD (siglas rusas del Comisariado Popular de Asuntos
Internos, sucesor de la fuerza política secreta, la cheka), que realizaban un
corto y simplificado juicio sin fiscales ni abogados, y con la ejecución de
sentencia en un plazo máximo de 24 horas. En 1937 empezaron las grandes purgas
y los primeros en sufrir fueron oficiales de alto rango del Ejército Rojo,
mediante una falsificación de documentos con ayuda de los servicios secretos
nazis. En junio de 1937, el mariscal Mijaíl Tujachevski y otros militares de
alto rango fueron acusados de complot militar en colaboración con los alemanes.
Todos fueron declarados culpables y ejecutados. Muy pronto los fusilamientos y
los arrestos masivos se extendieron por toda la cúpula castrense y tras dos
años finalizaron con el fusilamiento, encarcelamiento y despido de 30 000
oficiales de alto rango de las Fuerzas Armadas, infundiendo terror y miedo de
asumir la responsabilidad del alto mando militar y otros cargos oficiales por
varios años. Un militar asustado deja de ser profesional. Muy pronto, en 1941,
este hecho se puso de manifiesto. En agosto de 1940, Trotski, que estaba
exiliado desde 1937, fue asesinado en México. Aparte de las purgas se pretendió
reescribir la historia en los manuales soviéticos y otros materiales de
propaganda. A las personas de relevancia ejecutadas por el NKVD se las borraba
de los textos como si no hubiesen existido.
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