Logros o fracasos
en el deporte
Guillermo García
Machado
En los escenarios del deporte actual, muy
especialmente dentro del escenario de un mundial de futbol, cada vez es más frecuente una estrecha
diferencia entre los que resultan vencedores y los derrotados. A veces el
margen solo es cuestión de centímetros o de milésimas de segundo, cuando no
depende de controversiales decisiones
arbitrales que dan cabida al natural error humano. Esta realidad es
consecuencia del vertiginoso avance técnico y metodológico que caracteriza a
las ciencias aplicadas al proceso de preparación de los
deportistas, que supone la compleja manipulación de muchas variables, por parte
de técnicos y especialistas que trabajan en función
de optimizar el comportamiento de las mismas en aras del éxito. Sin
embargo, da igual cual sea la forma, los atletas sufren, casi de manera
similar, los fracasos o gozan eufóricamente sus éxitos. Para ellos los
resultados de la competencia constituyen algo más que un mero suceso y revisten
una connotación muy especial, a veces pueden llegar a convertirse en el rasero
mediante el cual valoran su éxito en la vida. Algo que debemos considerar es
que, aun cuando en el deporte de alto
nivel, lo que todos pretenden es la victoria, lo más común es la
derrota. En una competencia toman parte un gran número de participantes, sin
embargo, son solamente tres los premiados y uno el ganador absoluto. Los
criterios de Domínguez Martínez (2010, párrafo 7) enfatizan este planteamiento
al considerar que “hay que estar dispuestos a asumir el riesgo de acabar siendo
perdedores. El deporte difícilmente admite entre sus filas a quien no acepte, a
priori, la eventualidad de esa sufrida situación, nunca descartable.”
Estos razonamientos nos conducen a la lógica y escueta conclusión de que en el
deporte las experiencias de éxito y fracaso van inevitablemente de la mano.
Ganar y perder en estos espacios son las dos caras de una misma moneda. Las
condiciones que suelen desencadenar una respuesta emocional en el deporte son
la percepción y el juicio respectivo que realiza el atleta de una situación
determinada, vinculando la naturaleza de la misma y las circunstancias en que
se encuentra en ese momento, con la posible satisfacción o no de sus
necesidades. Así por ejemplo, un atleta
al percibir una situación deportiva como difícil de superar en una competencia
importante, puede concluir que la misma atenta contra su posición o estatus
dentro del equipo, lo cual desata
una respuesta emocional en correspondencia. En el caso específico de las
emociones después de la competencia estas se producen cuando el deportista
evalúa, desde su subjetividad, las consecuencias de su actuación, en
correspondencia con sus aspiraciones o las expectativas que sobre su
rendimiento se tienen, lo cual hace que reaccione en concordancia con su
conclusión acerca de la misma. Por regla general, en las condiciones donde se
hace presente una amenaza a la satisfacción de las necesidades del deportista
se producen emociones de carácter negativo, ansiedad, enojo, frustración,
preocupación. De igual manera las situaciones confortables de éxito, logro o
reconocimiento suelen ir acompañadas de un estado afectivo de alegría y
entusiasmo. Las emociones que manifiestan los
deportistas luego de su actuación en la competencia constituyen una
parcela de estudio con un valor cardinal para los psicólogos del deporte,
además de poseer un interés decisivo para los entrenadores. En ellas se
manifiesta la personalidad del deportista de manera integral, lo cual es una
vía más de acceso a ellos; y su expresión saludable determinan no solo el
estado del deportista in situ,
sino la forma en que posteriormente enfrentará las acciones que le suceden a
ese momento. Suele decirse que existen múltiples factores de naturaleza
psicológica que influyen en el resultado
final que obtiene un deportista en una situación competitiva.
Conociendo esto, es posible contribuir en parte, a su participación exitosa en
el evento para el cual se prepara, si se controlan debidamente los mismos. Uno
de estos factores es el programa de acciones que conducirán al deportista al
logro de sus objetivos, dicho programa orienta y regula los esfuerzos que éste
realizará en la justa. Dicho programa debe comprender las expectativas que
desde el punto de vista objetivo
se tienen acerca del rendimiento del atleta, considerando también sus
capacidades y nivel de autoconfianza en ellas.
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