Sunday, June 22, 2014

 Logros o fracasos en el deporte
Guillermo García Machado

En los escenarios del deporte actual, muy especialmente dentro del escenario de un mundial de futbol, cada vez es más frecuente una estrecha diferencia entre los que resultan vencedores y los derrotados. A veces el margen solo es cuestión de centímetros o de milésimas de segundo, cuando no depende de controversiales decisiones arbitrales que dan cabida al natural error humano. Esta realidad es consecuencia del vertiginoso avance técnico y metodológico que caracteriza a las ciencias aplicadas al proceso de preparación de los deportistas, que supone la compleja manipulación de muchas variables, por parte de técnicos y especialistas que trabajan en función de optimizar el comportamiento de las mismas en aras del éxito. Sin embargo, da igual cual sea la forma, los atletas sufren, casi de manera similar, los fracasos o gozan eufóricamente sus éxitos. Para ellos los resultados de la competencia constituyen algo más que un mero suceso y revisten una connotación muy especial, a veces pueden llegar a convertirse en el rasero mediante el cual valoran su éxito en la vida. Algo que debemos considerar es que, aun cuando en el deporte de alto nivel, lo que todos pretenden es la victoria, lo más común es la derrota. En una competencia toman parte un gran número de participantes, sin embargo, son solamente tres los premiados y uno el ganador absoluto. Los criterios de Domínguez Martínez (2010, párrafo 7) enfatizan este planteamiento al considerar que “hay que estar dispuestos a asumir el riesgo de acabar siendo perdedores. El deporte difícilmente admite entre sus filas a quien no acepte, a priori, la eventualidad de esa sufrida situación, nunca descartable.”     Estos razonamientos nos conducen a la lógica y escueta conclusión de que en el deporte las experiencias de éxito y fracaso van inevitablemente de la mano. Ganar y perder en estos espacios son las dos caras de una misma moneda. Las condiciones que suelen desencadenar una respuesta emocional en el deporte son la percepción y el juicio respectivo que realiza el atleta de una situación determinada, vinculando la naturaleza de la misma y las circunstancias en que se encuentra en ese momento, con la posible satisfacción o no de sus necesidades.  Así por ejemplo, un atleta al percibir una situación deportiva como difícil de superar en una competencia importante, puede concluir que la misma atenta contra su posición o estatus dentro del equipo, lo cual desata una respuesta emocional en correspondencia. En el caso específico de las emociones después de la competencia estas se producen cuando el deportista evalúa, desde su subjetividad, las consecuencias de su actuación, en correspondencia con sus aspiraciones o las expectativas que sobre su rendimiento se tienen, lo cual hace que reaccione en concordancia con su conclusión acerca de la misma. Por regla general, en las condiciones donde se hace presente una amenaza a la satisfacción de las necesidades del deportista se producen emociones de carácter negativo, ansiedad, enojo, frustración, preocupación. De igual manera las situaciones confortables de éxito, logro o reconocimiento suelen ir acompañadas de un estado afectivo de alegría y entusiasmo. Las emociones que manifiestan los deportistas luego de su actuación en la competencia constituyen una parcela de estudio con un valor cardinal para los psicólogos del deporte, además de poseer un interés decisivo para los entrenadores. En ellas se manifiesta la personalidad del deportista de manera integral, lo cual es una vía más de acceso a ellos; y su expresión saludable determinan no solo el estado del deportista in situ, sino la forma en que posteriormente enfrentará las acciones que le suceden a ese momento. Suele decirse que existen múltiples factores de naturaleza psicológica que influyen en el resultado final que obtiene un deportista en una situación competitiva. Conociendo esto, es posible contribuir en parte, a su participación exitosa en el evento para el cual se prepara, si se controlan debidamente los mismos. Uno de estos factores es el programa de acciones que conducirán al deportista al logro de sus objetivos, dicho programa orienta y regula los esfuerzos que éste realizará en la justa. Dicho programa debe comprender las expectativas que desde el punto de vista objetivo se tienen acerca del rendimiento del atleta, considerando también sus capacidades y nivel de autoconfianza en ellas. 

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