Hasta cuándo Gómez?
Guillermo García Machado
Desde los tiempos de mi infancia se martillaba con mucha
frecuencia la frase “hasta cuándo Gómez?”, para expresar obstinación, excesos,
cansancio, frustración, y aborrecimiento de alguien o de algo, siendo así y dadas las actuales circunstancias, la
necesidad de volverlo a poner en boga , porque se observa al instante, sin ser curioso
particular, que la sociedad venezolana, es decir, los venezolanos y todos los
demás seres que coincidimos en su territorio, nos vemos inexorablemente
agotados, frustrados, fustigados, por una actitud avasallante de un gobierno, el
cual pretende dominar nuestras
necesidades mínimas y más allá nuestras libertades, pretendiendo además,
hacerse dueño de nuestra conciencia y por ende del manejo y exteriorización de
nuestro pensamiento. Resulta inaceptable a estas alturas del progreso humano,
que en cualquiera de nuestros países y particularmente aquellos que participan
de nuestra cultura, que día tras día se violen a mansalva las libertades, se
mande al traste la propiedad privada, la cual también puede convivir con el concepto
de utilidad pública, para poder cumplir con las exigencias sociales, y además
se trastoque el real desenvolvimiento o el ritmo que nuestra sociedad exige y
por ende el ritmo que exige toda economía moderna, y todo ello por el accionar
embrutecido, de quienes detentan el poder, gracias a la manera vil como se
manejan la institución electoral, especialmente, al estilo bananero. Han pasado
catorce largos años, desde que los venezolanos pensaron que encontraban el
perfecto ciudadano para recuperar una democracia cansada y vituperada por el
mal manejo de un liderazgo en decadencia, parecía que venía un ciclo de
recuperación democrático, donde el norte era la restructuración de todas las
instituciones que conforman la maquinaria político-administrativa del Estado
venezolano, gracias a la perfectibilidad que engendra el concepto puro de la
Democracia. Muy al contrario de las expectativas de la mayoría abrumadora de
los electores – desde 1998 a la fecha- la tendencia ha sido más corrupción, más
derroche, la ineficiencia como signo dominante del quehacer del aparato
burocrático, y por ende la ineficacia de todos los programas de gobierno que
han salido a la palestra pública, y sobre todo un proselitismo político que ha
logrado comprometer el hambre del pueblo venezolano, con un reparto de bienes
materiales con cargo al erario nacional y muy especialmente con aquel que
compromete las reservas internacionales, para llegar al año 2013 con un
gobierno cuestionado por ilegítimo, bombardeado por su falta de brío para
encontrar las soluciones que reclama cada uno de los pisatarios de este país, y
confrontado por una sociedad que no resiste más mentiras y engaños, a pesar del
empeño de los dirigentes oficialistas de tratar de mitigar la fuerza de sus
mismo excesos. No podemos permitir que el país más rico del hemisferio tenga
hoy en día una sociedad empobrecida, gracias a políticas económicas
socialistas, las cuales no han visto luz en ninguna parte de este mundo
especialmente donde han sido puestas en práctica, y mucho menos permitir, la
destrucción progresiva del aparato productivo, hasta llegar importar el ochenta
por ciento de lo que consumimos, dominados y abastecidos por una economía de
puertos, donde permanentemente estamos subsidiando el productor extranjero. Sin
poder dejar de mencionar la cantidad de regalos a países que han manifestado su
apoyo al trasnochado socialismo del siglo xxi, mientras los venezolanos morimos
de mengua. Asimismo, podemos repetir hasta la saciedad, que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que
lo resista, lo cierto del caso es que no podemos dejar pasar por alto el
cansancio de todos nuestros congéneres y mucho menos de la frase: “Hasta cuándo
Gómez? ”
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