La voz de la conciencia
Guillermo García Machado
Cuando estamos en medio de un
gran problema surgen las alternativas, unas mejores que otras, sólo nos toca
agotar la solución más idónea, es decir aquella que nos dicta nuestra propia
conciencia, no importa cual método se haya utilizado, bien el deductivo o el
que todos tenemos sin mucho brillo científico, como lo es, el método intuitivo.
En Venezuela podemos decir que estamos viviendo una crisis de poder, por la
discusión entre partes intervinientes en el último proceso electoral, acerca de
la veracidad de los resultados dados por el organismo electoral, siendo así,
que está en juego la legitimidad del presidente en ejercicio, situación ésta
que incomoda, pero no impide que el país siga su camino a media marcha, no
obstante, la verdadera crisis tiene su origen en la ineficiencia e ineficacia
de un aparato burocrático, cuestionado por el propio comandante cuando gozaba
de todas sus energías, el cual no tiene ninguna intención de mejorar, y darle a
cada venezolana la cuota de felicidad que realmente se merece. Hablar de los
servicios públicos resulta un tema casi censura Z, basta darle una pasadita a
los hospitales, centros educativos, instalaciones deportivas para darse cuenta
de la falta de probidad de nuestros actuales gerentes, quienes a la hora de la
verdad han despilfarrado cuantiosos recursos de origen petrolero, los más
importantes que han entrado al tesoro nacional, históricamente hablando, no
existiendo ningún tipo de control institucional para esa gerencia con gestos
depredadores más signos de malversación. Basta con mencionar los casos de los
alimentos importados que terminaron
incinerados o bajo tierra, quedando en la imaginación de pocos la mejor
manera de saciar el hambre de un pueblo que todavía cree en el culto a la
personalidad, aceptándose ab-initio que los malos son los ministros y el bueno
el presidente de turno. Ahora la cosa se complica, efectivamente, el señor
Maduro no tiene la fuerza, ni la carisma, ni mucho menos el apoyo incondicional
del pueblo venezolano, teniendo que soportar con estoicismo las críticas que
surjan contra su acción político y administrativo como primer mandatario del
país. La cosa se complica cuando se utilizan los grandes problemas del país como
instrumentos de proselitismo político, para muestras un botón, la semana pasada
el gobierno de calle con altísima cobertura mediática, proponía grandes
soluciones para acabar con el crimen en el Estado Miranda, poniéndose en duda
la labor que en esa materia ha puesto en marcha el gobernador Capriles, pues no
terminaron de desmontar el tinglado político cuando en la misma autopista
Francisco de Fajardo, se produjo un asalto colectivo con la participación de
una bien organizada pandilla de motorizados, donde hubo serios daños personales
y materiales, es decir, personas heridas, o simplemente colapsadas por el tipo
de evento, carros destrozados, y un sin número de situaciones creadas por una
delincuencia desbordada y un gobierno central incapaz de solucionar los grandes
problemas del país. Muy por encima de lo anterior, pareciera que el pajarito
del señor maduro se convirtió en el mejor pepe grillo, buscando el primero de
los nombrados una reunión con el representante de la organización Polar,
Lorenzo Mendoza, quedando muy claro que la empresa privada si ha cumplido su
rol como protagonista dentro del aparato productivo venezolano, quedando
demostrado que el rumbo económico impuesto por el Estado Venezolano no resiste
la menor de las críticas, quedando en
evidencia la precaria situación de las empresas que expropio el gobierno
nacional o simplemente confisco, sin el pago de las respectivas
indemnizaciones. Pareciera que llegamos al llegadero o surtió efecto la
designación de Merentes como Ministro de Finanzas, o se impuso la voz de la conciencia,
pudiendo encontrarnos en el momento de propiciar un cambio radical en nuestras
consideraciones económicas y financieras, teniendo por norte aliviar las cargas
que impones tanto la deuda externa como la interna y eliminar de una vez por
todas el peor castigo al bolsillo del pobre, como lo es la inflación, la cual
sería el más significativo cargo a la conciencia para la dirigencia del país.
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