Democracia Venezolana bajo la Mirada del mundo
Guillermo García Machado
La muerte es sinónimo de la extinción de los signos vitales
de cualquier ser viviente; en Venezuela la misma muerte es capaz de ponerle
coto a todo un proyecto político, en lo que espabila un mosquito loco. Efectivamente,
desde que el máximo exponente del socialismo del siglo XXI desapareció de la
faz de la tierra, por la vía rápida, empezó el Cristo a padecer, se escogió a
un candidato ungido por el factor Castro, sin que hubiere lugar a un proceso
interno, donde los exponentes o delfines socialistas demostraran sus buenos
dotes para continuar con la obra del maestro. El candidato oficialista con el
apoyo del Tribunal Supremo y sus discutidas decisiones, se convierte en
presidente temporal, más tarde candidato, y por ende portador o beneficiario de
la fuerza de los recursos del Estado Venezolano, para convertirse en Presidente
electo de todos los venezolanos con unos resultados electorales, que por
primera vez la oposición no los convalida y mucho menos legitima con un
discurso de aceptación formal del resultado final planteado por el órgano
electoral, conocido como Consejo Nacional Electoral (CNE). El asunto de marras
sube de punto y en reunión extraordinaria de presidentes de países de Sur
América aglutinados bajo UNASUR, deciden,
frente un posible fraude electoral, exhortar a las autoridades
electorales venezolanas a esclarecer cualquier duda que existiera al respecto y
poner en marcha un plan de auditoría, que como su nombre lo indica, supone una
revisión exhaustiva de boletas o comprobantes de voto, cuadernos lectorales,
eficiencia de las célebres maquinas capta huellas, entre otras cosas. Pues bien, todo quedo en buenas intenciones y
aparte de frases bonitas, de discursos políticos, donde nunca hubo la intención
de querer cumplir con las célebres y famosas auditorías. Siendo así que la
autoridad electoral y cuatro de sus miembros, de mil y una manera, han
manifestado diez mil excusas, con el firme propósito de impedir que sus funcionarios,
más las personas calificadas y designadas por los distintas organizaciones
políticas, den un paso adelante en aras de poner orden en las cifras o
resultados del 14 de Abril, que en este momento, por muy escaso margen,
pusieron en manos del candidato oficialista el ejercicio de la primera
magistratura del país caribeño. A todo esto se le suma, un clima de desosiego
por la infame declaración de personeros, de alto nivel del gobierno,
persiguiendo funcionarios públicos que se atrevieron a manifestar sus
preferencias por el candidato de la oposición. Mientras que en la asamblea
nacional se producían actos de violencia, donde la peor parte la llevaron los
diputados no oficialistas, quienes por el simple hecho de no reconocer al
presidente proclamado por el ente electoral, les fue negado todo tipo de
protagonismo en el debate que es propio en sede de todo parlamento democrático,
y con seria amenaza de suspenderles el goce de sus respectivos salarios. Como
corolario de lo anterior, pareciera a que ahora está la zorra detrás de los
perros y se pone el gobierno y el partido oficialista a bailar al ritmo que le
impone la opción opositora, con el respectivo deterioro de un poder único en
manos de un solo pensamiento ideológico, cuyo papel en nada a contribuido en hacer
de la democracia un concepto perfectible, tal y como, lo hemos afirmado una
cantidad innumerable de veces, con el agravante de que un hecho local y hasta
simpático para un país bananero, hoy por
hoy, está en boca de millones de personas que aspiran que reine la paz en
Venezuela y perdure la misma bajo los designios de una verdadera y real
democracia.
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