¿Celebrar Que?
Guillermo García Machado
Cuando los movimientos políticos agotan su mensaje surge la imperiosa
necesidad de proyectarse a través de
símbolos, fechas, incluso usar sin piedad la figura del líder enfermo, sin que
sepamos la verdadera situación de este último. El “4F” es un ejemplo de ello,
efectivamente, el 4 de febrero de 1992, un grupo de oficiales de mediana
jerarquía, en su mayoría, los de alta jerarquía y de mayor edad no dieron un
paso al frente, se chivatearon, o simplemente les dio dolor de barriga, o no
estaban informados del movimiento. Los más jóvenes impusieron el ritmo de la
asonada, no quedando otra que dirigirse a la toma del poder por la vía fáctica,
sin la presencia de un líder indiscutible, tanto así que mientras el golpe de estado
se desarrollaba, los objetivos se cumplían, los gobernadores le daban paso a
los oficiales insubordinados, y en Caracas las cosas se ponían duras, el
presidente de los venezolanos llamaba a su par norteamericano, George W Bush,
para informarle lo que estaba pasando, apareciendo avezados periodistas
comunicándose con las autoridades hemisféricas para dar parte de los
acontecimientos en curso. Para muestra basta un botón, recordamos al Dr.
Leopoldo Castillo informando los acontecimientos, con la colaboración de CNN,
(Atlanta, USA). Todos esos acontecimientos que comenzaron el 3 de febrero,
incluyendo la movilización de tropas en autobuses particulares y acampados en
el Parque del Este de Caracas, por su proximidad con la Casona, pusieron en remojo el hilo constitucional,
hasta que de repente, apareció en las pantallas de televisión un joven teniente
coronel asumiendo la responsabilidad de lo que estaba sucediendo a escala
nacional y lanzando al aire la expresión política más impactante en los últimos
lustros: “Por ahora”. Siendo así que todavía se lamentan los que, sin querer
queriendo, planificaron la escena con el joven comandante y se ganaron la
reprimenda de las autoridades de la época, a pesar de la magnitud de la
agitación política vivida por todos los venezolanos. No obstante, dichas
autoridades se consolidaron en el poder y fueron capaces de resistir tiempo
después una nueva intentona golpista. Como corolario de lo anterior cabe
preguntarse: ¿Por qué celebrar una fecha donde la violencia no se impuso en el
orden político y en lo social se causaron estragos cuantiosos, con la
lamentable pérdida de muchas vidas humanas? Será que los líderes de la asonada
o simplemente el protagonista activo del “Por Ahora” asumieron efectivamente el
lado negativo de tan significativo golpe de estado, porque a la hora de la
verdad, el que estaba al frente del gobierno, léase Carlos Andrés Pérez, no era
ningún niño de pecho y por el contrario, siempre demostró tener carisma y
agallas a la hora de plantearse el ejercicio del poder, independientemente de los errores atribuibles a la cuarta
república. Obviamente que a estas alturas el panorama social, económico y
político del país ha cambiado en su totalidad, pareciendo que el poder se hace
permanente, gracias al dominio institucional existente en el país y por
ende, a la gran concentración de poder
en manos del hombre fuerte, hoy bajo la tutela de los hermanos Castro. Hasta
que venga cualquier tipo de desenlace, es decir, reaparezca el enfermo, se
vuelva a entronizar, o simplemente no tenga la suficiente fuerza humana para
retomar el control del gobierno y darle paso a un sucesor, por ausencia
absoluta. Así las cosas, obviamente que la dinámica será distinta, con una obra
de teatro distinta, -siempre las imitaciones fueron malas – donde hay un solo
comandante Chávez, convertido en el Padre de todos los venezolanos, -no se si
es su progenitor, amigo lector. A estas alturas del partido, los que celebran
la fecha de marras, no les queda otra alternativa que fungir de vencedores y
contar la historia a su mejor manera.
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