La Enfermedad
y sus metáforas
Guillermo
García Machado
Muy a propósito de la enfermedad de un jefe de Estado, el título de este
artículo hace alusión a la obra de la escritora estadounidense Susan Sontag, , quien
escribió dos libros imprescindibles sobre la “metaforización” de la enfermedad
no sólo en la literatura sino también en la conciencia colectiva de la sociedad
occidental. El primer
libro, La
enfermedad y sus metáforas, lo
escribió en 1978 motivada por su propia experiencia con el cáncer de mama. Diez
años después escribiría El sida y
sus metáforas. Si bien su trabajo ha sido muy criticado por su
creencia de que las asociaciones metafóricas pueden y deben eliminarse de la
enfermedad, Sontag fue una de las primeras críticas modernas en señalar de manera
convincente que la enfermedad adquiere significado mediante el uso de la
metáfora. Su entendimiento de la metáfora no es sólo como una figura retórica,
sino también, y sobre todo, como un mecanismo epistemológico significativo,
mediante el cual comprendemos el mundo. Sontag señala que las fantasías
inspiradas por la tuberculosis en el siglo XIX y por el cáncer en el siglo XX
son reacciones ante enfermedades consideradas intratables y caprichosas
(incomprendidas), precisamente en una época en que la premisa básica de la
medicina es que todas las enfermedades pueden curarse. Las enfermedades de este
tipo son, por definición, misteriosas. “Aunque la mixtificación de una
enfermedad siempre tiene lugar en un marco de esperanzas renovadas, la
enfermedad en sí (ayer la tuberculosis, hoy el cáncer) infunde un terror
totalmente pasado de moda. Basta ver una enfermedad cualquiera como un
misterio, y temerla intensamente, para que se vuelva moralmente, si no
literalmente, contagiosa”. De acuerdo con
Sontag, cualquier enfermedad importante cuyos orígenes sean oscuros y su
tratamiento ineficaz tiende a hundirse en significados. En un principio se le
asignan los horrores más hondos (la corrupción, la putrefacción, la polución,
la anomia, la debilidad). Luego, en nombre de ella (es decir, usándola como
metáfora) se atribuye ese horror a otras cosas, la enfermedad se adjetiva. Se
dice que algo es enfermizo —para decir que es repugnante o feo. En francés se
dice que una fachada decrépita está lépreuse. Esas representaciones metafóricas no
son políticamente neutras, ya que, de hecho, las metáforas se usan comúnmente
en luchas ideológicas alrededor de un sitio de significado en pugna, una
estrategia lingüística usada para persuadir la aceptación de un significado
sobre otro. “La metáfora trabaja para ‘naturalizar’ lo social, volviendo obvio
lo que es problemático. Por ejemplo, las metáforas de la enfermedad por lo
común se usan para describir el desorden, caos o corrupción, como cuando se
describe al comunismo como ‘un cáncer de la sociedad’, o cuando se describe a
un asesino psicópata como un ‘enfermo’”. Cosa distinta se presenta cuando se
utiliza la enfermedad para publicitar al paciente en una zafra electorera, ya
no hay metáfora que valga, se impone la miseria humana.
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