Tuesday, July 31, 2012

Democracia y Elecciones Guillermo García Machado


Democracia y Elecciones
Guillermo García Machado
Pareciera que las elecciones como tal no son suficientes para afirmar categóricamente que las mismas son suficientes para asegurar la vetusta pero siempre polifacética y perfectible democracia. La democracia moderna no podría funcionar sin los procesos electorales. Y también las elecciones pueden convertirse eventualmente en un instrumento para transformar un régimen no democrático en otro que sí cubra suficientemente las características de ese modelo político. Se ha insistido en que las elecciones en sí mismas -es decir, el acto de votar- no tienen en realidad mucha importancia para la vida democrática de un país. Que lo fundamental es la existencia de otras instituciones y prácticas democráticas, como la separación de los poderes estatales (el Ejecutivo, el legislativo y el Judicial), la existencia de una prensa libre y autónoma, el cumplimiento de un Estado de Derecho, etc. En realidad estas condiciones, tanto como la existencia misma de elecciones libres y equitativas, constituyen los medios más adecuados para cumplir los fines de una democracia política. Es decir, la elección permite, en primera instancia, poner en competencia a distintos aspirantes a diversos cargos de elección popular, lo que, por un lado, los incentiva a cumplir con el mandato de su electorado y a promover sus intereses generales, para así conservar su apoyo político. Al mismo tiempo, los gobernantes de distintos partidos se vigilarán mutuamente para detectar irregularidades o anomalías de sus rivales, lo que eventualmente les permitirá ganar ventaja política sobre ellos. Finalmente, como los gobernantes se saben vigilados, y saben que su poder está condicionado por el tiempo y por su gestión, se sentirán inhibidos para incurrir en irregularidades o transgresiones a los límites legales que se imponen a su autoridad. Esta concepción parte de las siguientes premisas: Que es inevitable dar cierto poder de decisión a un individuo o grupo de individuos, ante la imposibilidad de que una sociedad entera pueda alcanzar tales decisiones de manera unánime, adecuada y oportuna. El liderazgo se considera inevitable en las sociedades humanas, incluso en las más pequeñas, pues las decisiones que afectan a todos los miembros difícilmente se pueden tomar por unanimidad o por consenso. La mayoría de los hombres, sean ciudadanos simples o gobernantes, tienden a buscar su propio interés y a satisfacer sus deseos y necesidades, incluso cuando para ello tengan que pisar o soslayar el derecho y las necesidades de otros congéneres. Desde luego, hay diferencias sustanciales en cada individuo, y hay algunos a los que no se aplica en absoluto ese principio, pero en general se considera que tales casos son excepcionales.  Así, al investir de poder a algunos individuos para que tomen las decisiones sociales, existe el grave riesgo de que abusen de tales poderes para colmar sus propias ambiciones, incluso a costa de afectar las necesidades y derechos de sus gobernados. En nuestra región los casos de oportunismo abundan y en muchos de ellos nuestra región es la que ha pagado las consecuencias de las improvisaciones. Hasta la fecha vemos como en Venezuela nos montamos en un proceso electoral donde las corrientes políticas afirman nacional e internacionalmente que estaremos en presencia de un proceso abierto y transparente donde el organismo rector garantizará los resultados cualesquiera ellos sean……nos preguntamos: Será verdad tanta belleza?. Mientras ello ocurre los ojos del mundo apuntan con cautela el desenlace posible que pudiese ocurrir el próximo 7 de Octubre. Ojala se imponga la razón y demostremos fehacientemente que estamos dispuestos a proyectar la perfectibilidad del concepto que genera la democracia. Sin embargo la misma sigue y seguirá siendo la herramienta más aconsejable de que los hombres han hallado para gobernarse civilizadamente.

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