El eterno poder
Guillermo García
Machado
Cualquier análisis que
podamos realizar sobre la situación política de Venezuela gira sobre la
permanencia en el poder del comandante Chávez y la posibilidad que el verbo del
candidato de la oposición Capriles Radonski sea capaz de calentar las
elecciones del 7 de Octubre del año en curso. Lo primero nos indica que el
candidato del gobierno es una pieza insustituible e irreparable, todo ello
porque dentro del partido oficialista no hay ni habrá una figura capaz de
pisarle los talones al carismático líder, siendo así que si se enferma y se
pone en duda su participación electoral el piso político de toda Venezuela
empieza a moverse como terremoto sin epicentro, bajo la perspectiva de que un
candidato maltrecho, desde el punto de vista físico, constituye una piedra muy
grande en el camino de la aspiración electoral, salvo que se trate de mera
lastima especulativa. Desde el momento
en que la empresa encuestadora Data Análisis plantea la posibilidad que el
candidato de la oposición pudiera imponerse en el proceso electoral que se
avecina, las tensiones de los protagonistas aumentan y las especulaciones se
aceleran, así como el rumor es el primer elemento de desinformación social.
Mientras Capriles continúa en su empeño de visitar casa por casa de cada una de
las poblaciones del país, el candidato oficialista permanece en Cuba luchando
contra la enfermedad que ha mantenido sumisa a la humanidad en todos los
tiempos, con el agravante de la falta de información, lo que coadyuva al
incremento de cualquier tipo de especulaciones a título individual y hasta
profesional, encontrándonos con distintos médicos de diversas nacionalidades que han confesado en forma “espontanea” saber
la magnitud de los males físicos del Presidente Chávez, no quedando otra
alternativa que escucharlos y compartir las opiniones que sobre el mismo tema
tienen los propios “babalaos”. Así las cosas, el escenario electoral se
obscurece para unos y se alumbra para otros, cuando surge la necesidad de
plantearse cada uno de las escenas posibles con motivo de la magna fecha del 7
de Octubre del 2012, donde Venezuela deberá decidir el camino a seguir en
cuanto a su conducción política, tanto así que desde el mismo partido
oficialista surgen los correspondientes planteamientos especulativos, donde se
maneja un proceso electoral con Chávez en rol protagónico, otro sin Chávez bajo
la figura de otro líder, lo que pone en actitud de guerra a las distintas opciones que tendríamos dentro
del orden partidista. Pero la cosa sube de punto cuando del propio análisis
oficialista surge la idea de no respetar los resultados electorales, con el
apoyo de una fuerza armada no-institucional, o simplemente con el desborde
emocional de un grupo de fanáticos reunidos todos bajo la figura de las
milicias. Obviamente, esto último tiene muchos ingredientes, con sólo pensar que
la gente de la oposición quisiera defender sus posiciones y tuviesen el apoyo
de parte del pueblo, estaríamos en presencia de una confrontación social de alta
intensidad y de consecuencias impredecibles, eso por una parte, y por la otra,
la gran conmoción de carácter internacional que conllevaría la situación de
marras cuando Venezuela quedaría bajo la mirada escrutadora de la democracia
internacional, y pudiera ser el fin de cualquier mensaje de integración por
parte nuestra, cuando para lograr esto último es requisito indispensable el ejercicio
pleno de la democracia de todos los países con ánimo de gozar los beneficios de
la interesante figura.
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