Igualdad de Género
Guillermo
García Machado
El vocablo
latino aequalĭtas llegó
al castellano como igualdad. El concepto
se emplea para aludir a una correspondencia, un equilibrio o una simetría. También
puede referirse a la equidad o a la conformidad.
Género, en tanto, es
un término con varios usos. En este caso nos interesa centrarnos en su acepción
como el conjunto al que pertenece una persona
según su sexo, teniendo en cuenta cuestiones socioculturales más allá de
lo estrictamente biológico. La idea de igualdad de género, en este marco,
es un principio que sostiene que las mujeres y los hombres deben tener acceso a
las mismas
oportunidades y contar con los mismos derechos y beneficios.
A su vez, todos los seres humanos tienen que ser tratados con idéntico respeto.
La igualdad de
género, en definitiva, apunta a que no exista la discriminación por cuestiones de género.
Dicha igualdad está establecida por la Ley en lo
referente a los derechos fundamentales, pero muchas veces no se concreta en la
práctica.
En los últimos
años, varios países han logrado avanzar hacia la igualdad de género en
múltiples aspectos gracias a la lucha del movimiento feminista. De todos modos,
es habitual que las mujeres perciban
salarios inferiores a los de los hombres pese a realizar el mismo trabajo o que
no tengan posibilidades de acceder a determinadas posiciones dentro de una
empresa, porque éstas se encuentren destinadas exclusivamente a los hombres.
Por lo general
la desigualdad de género en perjuicio de la mujer es una consecuencia de sociedades machistas u
organizadas como patriarcados, donde el poder se distribuye en favor de
los hombres. Esto lleva a
que la mujer se encuentre subordinada o relegada frente al varón.
El camino
hacia la igualdad de género es largo y arduo. Como se menciona en el párrafo
anterior, en una sociedad donde
reina el patriarcado es difícil evitar la desigualdad, porque ya desde el
gobierno se le asigna al hombre el poder supremo. Pensemos tan sólo en el
típico cuadro de «presidente y primera dama»: si bien el título para el esposo
de una presidente también ha sido determinado, «primer caballero», dado que el
acceso al poder Ejecutivo por parte de una mujer es tan raro casi nadie conoce
esta expresión.
Si continuamos
en este marco podremos advertir otro matiz de desprecio hacia la mujer que
demuestra que la primera dama está en un escalón inferior a su esposo: muchas
veces se llama de esta manera a un hombre en tono de broma, más o menos pesada,
para atacar su masculinidad o poner en duda su relevancia en una
relación, entre otros casos. Esto se relaciona con el uso de la palabra homosexual y sus
sinónimos para insultar a alguien.
En definitiva,
estamos bastante lejos de alcanzar la igualdad de género, Darle más espacio a
la mujer en la sociedad simplemente para evitar las repercusiones negativas es
tan sólo un parche: parte de la solución consiste en conseguir que nadie
considere que la mujer es inferior al hombre.
La igualdad de
género no debe detenerse en esta distinción binaria, sino que debe abrir paso a
todas las personas, independientemente de su sexo y sexualidad: todos
deberíamos tener los mismos derechos y las
mismas obligaciones, acceder a las mismas oportunidades. Solamente los
conocimientos técnicos, el carisma, la experiencia y la destreza, entre otros
rasgos, deberían permitirnos escalar dentro de una jerarquía.
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