Justicia
Guillermo
García Machado
Qué
es justo y qué no? Difícil saberlo y definirlo Saquemos
nuestras conclusiones, sin Justiniano o Ulpiano.
La justicia
depende
de los valores de una sociedad y de las creencias individuales de
cada persona.
El
concepto tiene su origen en el término latino iustitĭa
y
permite denominar a la virtud cardinal que supone la inclinación a
otorgar a cada uno aquello que le pertenece o lo concierne. Puede
entenderse a la justicia como lo que debe hacerse de acuerdo a lo
razonable,
lo equitativo
o
lo indicado por el derecho.
Por ejemplo: “Quiero
que haya justicia y que los culpables sean condenados”,
“¡No
hay justicia en el mundo! Trabajo diez horas por día y apenas me
alcanza para comprar comida”,
“Ninguna
sociedad puede alcanzar la paz si no tiene justicia”.
Por
otra parte, la justicia hace referencia al Poder
Judicial y
a las sanciones
o penas.
De esta forma, cuando la soiedad
“pide
justicia” frente
a un crimen, lo que hace es pedir al Estado
que
garantice que el crimen sea juzgado y castigado con la pena que se
merece de acuerdo a la ley vigente.
Partiendo
de esta acepción podrían exponerse diversos ejemplos que sirven
para entenderla mucho mejor. Así se encuentran los siguientes: “El
presidente de la Sala del Tribunal fue el encargado de impartir
justicia y de declarar culpable al detenido” o “Después de haber
intentado solucionar el conflicto mediante el diálogo y no lograr
los resultados esperados, Miguel acudió a la justicia para ponerle
fin a los desagradables hechos que le enfrentaban con su vecino”.
En
general, es posible afirmar que la justicia cuenta con un sustento
cultural (de
acuerdo al consenso compartido a nivel social sobre qué es lo bueno
y qué es lo malo) y una fundamentación
formal (que
implica una determinada codificación en leyes escritas que son
aplicadas por tribunales o jueces).
En
este sentido hay que subrayar que de manera habitual la justicia se
simboliza con la figura de una mujer que porta en la mano una balanza
equilibrada y que tiene sus ojos tapados con una venda. De ahí que
en muchas ocasiones se utilice de manera habitual la expresión “la
justicia es ciega”.
Con
esa frase lo que se intenta es dejar patente que la justicia no
“mira” a quien debe juzgar para actuar de manera arbitraria, sino
todo lo contrario. Es decir, que actúa de manera equitativa y
siempre tratando por igual a todos los ciudadanos con independencia
de su raza, sexo, condición sexual, origen…Todos somos iguales
ante la ley.
Unos
principios que, sin embargo, no se han mantenido siempre a lo largo
de la historia. Pues los encargados de impartir justicia en
determinadas épocas o acontecimientos se han quitado la venda para
actuar según les convenía y en función siempre de quien era la
persona que tenían que juzgar.
Esto
ha ocurrido de una manera especialmente significativa durante la
etapa que estuvo funcionando la Inquisición o durante el régimen de
Hitler. En este último caso, los judíos fueron despojados de todos
sus derechos o libertades.
En
materia de la religión,
la justicia es un atributo que
pertenece a Dios y
que le permite ordenar las cosas de acuerdo a merecimientos. La
justicia divina, por lo tanto, está vinculada a las disposiciones de
la divinidad para recompensar o castigar a cada persona.
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