Sunday, September 10, 2017

Calamidad
Guillermo García Machado

A propósito de huracanes, tornados, tormentas tropicales, entre otras cosas, la palabra calamidad procede de la lengua latina: calamĭtas. El concepto se emplea para hacer referencia a un desastre o una catástrofe que afecta a una gran cantidad de individuos. Por ejemplo: “El terremoto del año 85 en México fue una calamidad: hubo centenares de fallecidos y muchas familias perdieron sus casas”“Si la empresa cierra sus puertas será una calamidad para todo el pueblo”“¡No tenemos electricidad desde hace cinco días! ¡Es una calamidad!”. El gobierno del dictador Maduro es una calamidad.
La idea de calamidad suele vincularse a un suceso trágico o muy negativo. Supongamos que un tsunami arrasa con una isla, dejando muchos heridos y muertos y destruyendo la infraestructura local. Puede decirse que este fenómeno natural es una calamidad, o que provocó una calamidad en la población insular.
En ocasiones se emplea el término calamidad para mencionar una situación que provoca un cierto dolor, angustia o incomodidad, sin llegar a constituirse como una tragedia. Si el Club Atlético de Madrid pierde 8 a 0 con el Deportivo La Coruña, los futbolistas y los simpatizantes del equipo perdedor pueden considerar que el resultado es una calamidad. Este malestar, de todos modos, no puede compararse con el sufrimiento que atraviesan las víctimas de una verdadera tragedia.
Calamidad, por último, puede referirse a un sujeto que es torpe, inepto o fastidioso“¡Eres una calamidad! Otra vez te has olvidado de asistir a la reunión con los directivos”“Este camarero es una calamidad, confundió todos los platos y los trajo fríos”“Hoy estoy hecho una calamidad, mejor me voy a dormir la siesta.
La infelicidad o desgracia denota un suceso desagradable, dañoso y perjudicial. Si esta desgracia es grande y se extiende a infinito número de personas y a países dilatados se llama calamidad, que es propiamente un infortunio público y general, tal como la guerra, la peste, las malas cosechas, las erupciones de los volcanes o los terremotos.
El infortunio viene a ser una cadena de desgracias que no provienen del hombre, pues que no ha dado motivo ellas por su conducta o falta de prudencia; no por esto, sino por su mala suerte se cae en el infortunio.
Comparando las dos voces desgracia y desdicha, diremos que la primera viene a denotar el mal en sí, y la segunda además su efecto; el hombre llega a ser desdichado a fuerza de sufrir desgracias. Estas pueden ser graves o leves, duraderas, o como es lo común, pasajeras; las desdichas son graves, fuertes, duraderas, a veces permanentes.
Lo que llamamos regularmente azote no es más que la calamidad, con la diferencia de que las calamidades son las desgracias consideradas en sí mismas, y el azote considerado como efecto de la providencia o del castigo del cielo.

La plaga es muy semejante a la calamidad, como esta consiste en un grave daño que atormenta a un país o nación entera, como sucedió en Egipto; pero como la palabra plaga contiene en sí la idea además de copia o abundancia de cosas nocivas, se diferencia en esto de la calamidad, y así diremos: plaga de animales, de insectos, como langostas que devastan todo un país, y en este sentido es en el que más comúnmente se entiende, dando además la idea de cosa sucia, asquerosa, corrompida. La plaga será pues la causa y la calamidad el efecto.

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