Venezuela busca un
cambio
Guillermo García
Machado
Tomamos de El País, de
España, el interesante editorial: “Venezuela, donde todo es posible y nada
seguro, decide hoy si inicia un cambio de rumbo en la historia reciente del
país. Por primera vez en 17 años, la oposición podría tener el control del
parlamento. Ese triunfo supondría un varapalo monumental para el Gobierno de
Nicolás Maduro y la revolución bolivariana, que atraviesa su momento más
crítico. Pese a que las encuestas pronosticaban una clara victoria opositora,
la brecha se ha reducido y nadie cree que el triunfo, sea de quien sea,
propicie una ventaja de más de 10 diputados.
Las elecciones más
trascendentales de este siglo en Venezuela se celebran además en un clima de
tensión constante. La violencia ha sacudido la campaña hasta el punto de que un
opositor fue asesinado. El Gobierno tampoco ha facilitado una observación
internacional plena y solo ha posibilitado una misión de acompañamiento, la de
Unasur.
Los cerca de 19,5
millones de venezolanos que pueden votar hoy no solo decidirán los 167
diputados que se sentarán durante los próximos años en la Asamblea. Quién se
presenta es, en esta ocasión, lo de menos. Las elecciones se han convertido en
un plebiscito sobre la gestión del presidente, Nicolás Maduro, y la deriva que
ha adquirido el Gobierno bolivariano. Todas las formaciones opositoras, desde
las que en términos europeos se podrían considerar de centro o centroizquierda
hasta el ala más conservadora de la sociedad, acuden de forma conjunta, bajo el
paraguas de la Mesa de la Unidad Nacional (MUD). De esta forma pretenden evitar
cualquier tipo de fragmentación del voto crítico con el Gobierno. La agudizada
crisis económica —la inflación está fuera de control y la escasez de productos
es alarmante—, la omnipresente inseguridad, la persecución a los líderes
opositores y el encarcelamiento de algunos de ellos, como el caso de Leopoldo
López, preso desde hace casi dos años y condenado a más de 13, son algunos de
los argumentos que la oposición considera suficientes para clamar basta ya e
iniciar el proceso de cambio. La violencia ha sacudido la campaña hasta el punto de que un opositor
fue asesinado. La tarea, no obstante, se antoja complicada. El
oficialismo se aferra al poder y ha activado toda la maquinaria del sistema en
las últimas semanas. El presidente ha intensificado los discursos altisonantes
y ha llamado en plena campaña a defender la revolución “como sea”, lo que
muchos interpretan como una evidente amenaza. Ante un escenario de posible
derrota, Maduro ya ha advertido que seguirá “la lucha en la calle”. “Si se
diera la pesadilla de que perdiéramos, la revolución adquiriría nuevos caminos
y un nuevo carácter”, dijo esta semana, en lo que no pocos consideran una forma
de preparar a su electorado ante la pérdida de control en la Asamblea, lo que
para el chavismo sería una debacle.
Durante el cierre
de campaña, el presidente volvió a recurrir al “no volverán” y a plantear un
escenario catastrofista si se diese el caso de que la oposición controlase la
Asamblea Nacional, hasta ahora presidida por Diosdado Cabello, número dos del
chavismo. Para muchos opositores, el mero hecho de poder cambiar el ocupante
del sillón principal sería ya todo un logro. La mayor preocupación del
oficialismo es tratar de minimizar la abstención de sus votantes, hastiados por
la crisis que vive el país y nostálgicos de un liderazgo como el de Hugo
Chávez. Varias fuentes apuntan a que una participación cercana o superior al
70% garantizaría al Gobierno mantener el control de la Asamblea. En 2010, votó
el 66,45% del electorado, un récord histórico, lo que propició la victoria de
la oposición en número de votos, aunque solo lograron 65 diputados. La
asimetría electoral, propiciada por las distintas medidas que ha adoptado el
Gobierno durante años, también juega a favor del chavismo en esta ocasión.”
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