Nociones sobre el diálogo
Guillermo García Machado
Consiste en la
discusión o debate que se suscita entre un grupo de personas respecto a una
problemática determinada, a través del cual pueden concurrir concomitantemente
a un acuerdo destinado a disminuir la contingencia existente o solucionarla en
su totalidad mediante la ejecución de diversas líneas de acción. También
podemos particularizar diciendo que el diálogo es el instrumento por la
cual, se llega acuerdos o consensos mediante una conversaciones entre dos o más
personas, con la finalidad de establecer lineamientos para resolver la
controversia que dio origen al dialogo. En efecto, hoy se
acepta que la democracia supone pluralismo, esto es, el reconocimiento de la coexistencia
de grupos autónomos con intereses diferentes y a veces contrapuestos, y que la
articulación, de los mismos, debe necesariamente, pasar por su reconocimiento y
participación. Así, la participación y el diálogo son instrumentos esenciales
de la democracia pluralista. En este marco, pero centrándose más en el
específico aspecto social de la cuestión, se ha sostenido que la inseguridad
social es,
cada vez más, una de las principales preocupaciones de los ciudadanos. No solo
se trata de la exclusión social y su resultado, una sociedad fragmentada. Es
que en la situación actual, buena parte de los incluidos se siente insegura
ante el riesgo del desempleo y sus consecuencias. Todo lo cual estaría
indicando la necesidad de una “reconstrucción” del Estado y una resocialización
de la vida nacional. Esto requeriría “un nuevo contrato social” al cual sólo
podría apuntarse a través del diálogo social, que adquiriría así una dimensión extra-laboral , de carácter político. Una
democracia política imperfecta o incompleta, una concentración de la renta que
ha sido calificada de “ofensiva” (o, muy diplomáticamente, de “distribución
regresiva”), una dependencia económica hoy negada desde el gobierno por quienes
la teorizaron en la academia, un “ajuste” permanente resultante de políticas
económicas impuestas o adoptadas voluntariamente como consecuencia de la
asunción del pensamiento único, han contribuido al debilitamiento de los
actores sociales, los sindicatos y los gobiernos (o por lo menos, los órganos
gubernamentales responsables de las políticas sociales), como bien se indica en
la ya citada Propuesta de Programa y Presupuesto de la OIT para 2000-2001.
Asimismo, todo ese panorama dificulta el desarrollo de un diálogo social
genuino, porque además de participar en él algunos actores muy debilitados, el
margen real para la negociación es muy escaso: la mayor parte de las cuestiones
sobre las cuales dialogar están ya decididas. En América latina es frecuente
que, cuando se convoca a dialogar, se lo haga para concertar la aplicación de medidas ya adoptadas y no
para discutir la adopción de esas medidas. Por eso, a
pesar de que tanto en algunas Constituciones y legislaciones es dable encontrar
previsiones habilitantes del diálogo, la situación práctica es más bien
deficitaria. En ese panorama, los países del Mercosur ofrecen un panorama algo
menos desalentador que el que hoy se aprecia en otras regiones
latinoamericanas. La conversación
política en el Estado Liberal es un aparato necesario para organizar personas, las cuales son libres de entender de
diversas maneras el concepto del bien. La idea de conversación constrictiva le
proporciona una clave más satisfactoria a la teoría liberal, ya que el concepto
de diálogo en la obra de Ackerman no es el tipo de conversación idealizado con
el que parte el principio de democracia deliberativa. Neutralidad en el sentido de no intervención,
de desinterés, de laissez passer, de tolerancia pasiva, etc. En este sentido,
Schmitt incluye la neutralidad del Estado frente a las religiones y credos. El
autor analiza cómo el proceso de neutralidad se fue introduciendo según
determinadas vicisitudes y luchas políticas. Schmitt afirma que, en última
instancia, este principio tiene que situar el Estado en una neutralidad total
frente a todos los puntos de vista y problemas, haciendo que los principios
religiosos no continúen estando
protegidos.
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