Guillermo
García Machado
El vocablo griego éndēmos,
que puede traducirse como “del territorio propio”,
llegó al francés como endémie. De allí procede la
idea de endemia,
que se emplea en nuestra lengua para aludir a una enfermedad que es habitual en una determinada región.
La endemia, por lo tanto, es un proceso de tipo patológico que subsiste de
manera estacionaria en una cierta zona durante un periodo extenso. Una
enfermedad convertida en una endemia supone que, en el territorio en cuestión, existe un número elevado de individuos afectados a lo largo de los
años, más allá de eventuales fluctuaciones. Las enfermedades
endémicas suelen ser infecciosas.
Una de las más comunes es la fiebre amarilla,
también conocida como vómito negro o plaga
americana. La causa un virus que transmiten los mosquitos pertenecientes
a los géneros Haemagogus y Aedes.
Los síntomas y su gravedad son bastante variables, ya que van desde una fiebre
leve hasta la presencia de hemorragias y afecciones al hígado que pueden
conducir a la muerte en un 50% de los casos.
La fiebre amarilla,
por ejemplo, es una endemia en varios países de clima tropical: esto quiere
decir que existe riesgo de contagio cuando alguien permanece en dichas
naciones. Por eso antes de viajar a sitios donde la fiebre amarilla es endemia,
se suele recomendar vacunarse contra
dicha enfermedad, aunque la indicación debe ser realizada por un médico según
las condiciones individuales de cada persona. Incluso hay países que exigen la vacuna como
requisito para permitir el ingreso. Cabe aclarar que también existen las
enfermedades endémicas no infeccionas, dado que en esta categoría tan amplia
entran muchas condiciones fisiológicas. La enfermedad de Chagas también
es endémica. La causa el protozoo flagelado Trypanosoma cruzi y
afecta a diversos vertebrados antes de llegar al ser humano. Esta enfermedad se
encuentra en muchos países del continente americano, desde el sur de Norte
América hasta la región patagónica argentina y la contraen decenas de millones
de personas todos los años. La endemia no solamente se mantiene a lo largo del
tiempo en una zona geográfica o población definidas, sino que puede persistir
incluso a través de las diferentes estaciones del año, algo que no ocurre con
ciertas enfermedades comunes. De acuerdo con la intensidad de la transmisión, es posible clasificar
las enfermedades endémicas de la siguiente manera: * hipoendémicas: son aquellas cuyo grado de
transmisión es muy bajo, y cuyos efectos no son realmente considerables; * mesoendémicas: estas enfermedades se
establecen en poblaciones pequeñas. Su intensidad
depende en gran parte de las condiciones de la comunidad, por lo cual se debe
analizar en cada caso en particular; * hiperendémicas:
la transmisión de estas enfermedades endémicas es persistente aunque dura poco
tiempo. Sus efectos no pueden ser combatidos por medio de la inmunidad de la población; * holoendémica: se trata del grupo con un
mayor grado de transmisión, así como una zona de distribución muy amplia que se
deben en general a que la población adulta no posee la inmunidad necesaria para
hacerle frente.
Según la cantidad de afectados, la endemia puede
convertirse en una epidemia o en una pandemia. La epidemia implica el contagio simultáneo,
durante un cierto tiempo, de un número elevado de personas en una misma zona Si
la epidemia se propaga a varios países o afecta a casi todas los individuos de
un lugar, se habla de pandemia.
Es importante mencionar que las endemias
constituyen un problema de salud pública.
El Estado debe garantizar las medidas de prevención y los tratamientos para
cuidar a los ciudadanos. El marco en el cual se ubica este concepto es la epidemiología, una disciplina de la ciencia
que se encarga del estudio de la frecuencia, la distribución, el control, las
predicciones y los factores determinantes que están ligados a las enfermedades
y la salud en determinadas poblaciones humanas.
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