Vitalicio
Guillermo García Machado
Vitalicio es un adjetivo que hace referencia a algo que dura desde que se obtiene hasta el final de la
vida. Puede tratarse de un cargo, de una membresía o de una renta, entre otras
cuestiones. Por ejemplo: “Augusto Pinochet buscó
la impunidad a través de su juramento como senador vitalicio de Chile”, “El presidente de la
corporación aceptó alejarse de la gerencia pero a cambio acordó
una renta vitalicia”.
La figura de senador
vitalicio se creó como una prerrogativa para los ex
presidentes de una república. Esto supone que, tras dejar de su cargo,
asumen como senadores sin que exista una elección o un periodo previsto para la
finalización de su mandato. Este cargo, sin embargo, fue eliminado de la
mayoría de las constituciones.
Algunas figuras históricas, por otro lado,
apelaron al cargo de presidente vitalicio.
Este título fue asumido por dictadores que intentaron eliminar cualquier tipo
de límite temporal a sus mandatos. También se crearon otros cargos similares,
como cónsul vitalicio (Napoleon Bonaparte).
El primer presidente que buscó, a
través de volver su título vitalicio, que su autoridad jamás fuera disputada,
fue el propio Julio César, en la época de la República romana. Corría el año 45
a. C. cuando el mítico dictador se autoproclamó perpetuo. Cabe mencionar
que en sus orígenes, dicho cargo podía ocuparse por un plazo máximo de medio
año.
Varios siglos más tarde, el líder de Francia
Napoleón Bonaparte siguió sus pasos para convertirse en el primer cónsul
vitalicio, específicamente en el año 1802. A partir de ese momento, fueron
muchos los dictadores que imitaron estas iniciativas; algunos tomaron la
decisión para saciar sus ansias de poder, mientras que otros fueron
designados por sus súbditos, por legisladores que no contemplaban la
posibilidad de negarse a la voluntad de sus superiores.
Cabe mencionar que un gran número de
los líderes que accedieron al cargo de presidente vitalicio no
llegaron a concluir sus mandatos junto con sus vidas, dado que en algunos casos
fueron destronados o bien asesinados. Algunos ejemplos de finales
felices fueron Josip Broz Tito, Francisco Franco, François Duvalier,
Rafael Carrera y Turcios, José Gaspar Rodríguez de Francia y Saparmyrat
Nyýazow. Por otro lado, se sabe que Mobutu Sese Seko fracasó en su intento de
eternizar su cargo como presidente del
Estado de Zaire, a comienzos de la década de 1970.
Otros personajes han gozado de mandatos muy
extensos, como Fidel Castro y Kim Il-sung, presidentes de Cuba y Corea del
Norte, respectivamente, y a menudo se los cita como exponentes de presidencia
vitalicia. En el caso de Il-sung, la influencia que ejerció sobre
su pueblo parece ser descomunal: tras su fallecimiento, el gobierno
lo nombró presidente eterno y quitó el puesto de presidente de la
constitución norcoreana. Como no puede haber un sucesor, dado que Kim Il-sung
reinará por siempre desde el más allá, sus poderes se han dividido nominal y
efectivamente entre los presidentes de la Suprema Asamblea del Pueblo, el
primer ministro, y de la Comisión Nacional de Defensa.
Estos cargos políticos son desarrollados con la
intención de eternizar el ejercicio del poder y atentan contra la libertad de
los pueblos. La mayoría de las democracias incluyen leyes que exigen
la alternancia de los gobernantes, para evitar que una persona o un
sector social se perpetúe en el poder y
haga uso del aparato estatal en su propio beneficio.
En el lenguaje cotidiano, el adjetivo vitalicio
también se utiliza para nombrar a alguien o algo que
parece perpetuarse en una misma situación, incluso en tono de burla o con poca
seriedad: “Mi vecino volvió a reprobar: creo que ya es estudiante vitalicio”
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