Conozcamos
el delirio
Guillermo
García Machado
Delirio es un término que tiene su origen en el vocablo latino delirium. Esta noción se utiliza para nombrar a una alteración de la mente que lleva a una persona a alucinar y a
tener pensamientos incoherentes.
Por extensión, se conoce como delirio a la manifestación de este tipo de
pensamientos en palabras, acciones, etc. Por ejemplo: “Lo que has dicho es un delirio: ¿cómo voy a renunciar al trabajo
si necesito el dinero?”, “Saltar en paracaídas a los 90
años es un delirio”, “La película me pareció un
delirio: los personajes cambiaban de nombre en cada escena”.
Para la psicología,
el delirio es un síntoma de un
trastorno psicótico en el que el individuo cree cosas que no forman
parte de la realidad. No se trata de una mala interpretación, de manejar
información falsa o de una equivocación pasajera: el delirio es patológico y tiene su causa
en una enfermedad.
Un delirio, por lo tanto, es una creencia que se sostiene y se defiende
sin lógica, no puede comprobarse a través de la experiencia y es inapropiada
para la cultura de
la persona en cuestión. El sujeto revela un pensamiento anormal (fuera de lo
común y de lo esperable) para defender su idea aún cuando, desde la razón, se
le demuestre su falsedad o inconveniencia.
En
el lenguaje cotidiano, el concepto de delirio se utiliza para nombrar a
un proyecto o un deseo de una persona que no
puede cumplirse en la realidad o que, al menos, resultará muy difícil de llevar
a cabo. Si un hombre de
cincuenta años que nunca fue deportista profesional dice que su sueño es jugar
junto a Lionel Messi en el FC Barcelona, sus familiares y
amigos podrán afirmar que su objetivo es un “delirio”. Los
delirios paranoicos, que no deben ser confundidos con la esquizofrenia
paranoide, a menudo se asientan en la personalidad, aunque lo mismo no siempre
ocurre al revés: el delirio no es necesariamente un resultado de la personalidad paranoica,
sino que surge por un conflicto psicoafectivo.
La realidad se ve desbordada por una serie de significaciones que, poco
a poco, se convierten en parte del delirio; si bien la percepción del exterior
es correcta, su representación se ve afectada, de manera que la subjetividad
supera en fuerza a la objetividad.
Es importante señalar que los individuos que sufren de delirio paranoico
crean sus propias justificaciones para su interpretación del
mundo que los rodea, por lo cual son capaces de explicarla a través de la
lógica y darle apariencia de verosímil. Se trata de un sistema sólido,
conformado por una serie de ideas bien establecidas que se organizan y se
enriquecen a medida que el trastorno avanza.
Algunos de los tipos de delirio paranoico más conocidos son los
siguientes:
* De persecución: se
trata del más común. Quienes lo sufren tienden a interpretar y explicar todo lo
que les sucede, afirmando que todo gira en torno a la persecución de la que son
víctimas. Se convencen de estar constantemente amenazados por personas que los
envidian y les desean el mal, y muy a menudo no consiguen progresos
significativos en la vida a
causa de dichos supuestos obstáculos;
* De hipocondríaco:
pertenece al delirio de reivindicación. El sujeto asegura siempre sufrir de
algún trastorno o enfermedad, ante lo cual busca constantemente la asistencia
médica, sin conseguir el éxito que espera, y esto deriva en repetidas
reclamaciones;
* Celotípico: los
celos impiden que el sujeto disfrute de una relación amorosa, ya que existe la
idea constante de que la otra persona es infiel, o bien desea serlo. Es común
que se decida a investigar a sus parejas, ya sea directa o indirectamente, y
la sensación de
ser engañado crece hasta volverse insostenible para ambas partes.
El delirio propio de los
dirigentes políticos podemos verlo como una verdadera enfermedad psicológica, de la rama de la paranoia, que consiste
en creerse falsamente un personaje poderoso o importante y comportarse como tal
(un cantante de rock, Napoleón, Franco, Isabel la Católica, etc...) Este
trastorno de conducta suele encubrir una idea inaceptable o un complejo de
inferioridad. La persona sueña con una situación o con unos lujos fuera de su
alcance. Suelen sucumbir a este tipo de delirio las personas con baja
autoestima que necesitan creerse en una situación personal mucho mejor de la
que se encuentran para poder soportar la vida. Delirios no
patológicos: Todas aquellas creencias dentro de la realidad (ser rico, ser famoso,
haber descubierto la vacuna contra el SIDA, descubrir la cura contra
el cáncer, etcétera) son pequeñas formas de perderse en una interfase
de ilusión que crea la mente. Quizás la forma más fácil de
diferenciarlos del delirio verdadero es que éste es "apodíctico", es
decir, irreductible a cualquier contrastación racional, y parten de un
conocimiento personal no compartido e incierto. Delirios extraños: Todas aquellas creencias que están fuera
de la realidad reconocida por la ciencia (creer que es posible robar el
pensamiento, resucitar a personas fallecidas).
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