Sunday, May 18, 2014

La Izquierda en crisis
Guillermo García Machado

“Un espectro ronda Europa: el espectro del socialismo se derrumba lentamente”. Así comienza el artículo de la primera página del Herald Tribune. Justo después del “batacazo” que recibió el SPD alemán en las elecciones de este fin de semana, el augusto diario norteamericano ha reactivado el debate sobre si la izquierda europea está o no acabada. Destaca que “Donde la izquierda ocupa el poder, como en España y Gran Bretaña, está recibiendo ataques. Donde no lo ocupa, como en Francia, Italia y ahora Alemania, se encuentra dividida e indiferente”. Esta realidad es doblemente irónica, ya que el mundo se encuentra sumido en uno de los “los mayores desafíos al capitalismo en 75 años, incluida la quiebra del sistema financiero”. Los motivos de este declive se deben a la reciente adopción por parte de la centro-derecha de ideas tradicionalmente socialdemócratas: “generosas ventajas sociales, sistemas sanitarios nacionales, fuertes restricciones en las emisiones de carbono, aceptación de cierta soberanía de la Unión Europea”. Según Tony Judt del Institute Remarque sobre cuestiones europeas de Nueva York “No creo que el socialismo tenga futuro en Europa y es una mala noticia, dado que se trata de una parte fundamental del consenso democrático europeo”. ¿Será la izquierda reformista una de las numerosas víctimas de las políticas de austeridad adoptadas por varios países europeos? La pregunta merece ser planteada. Por un lado, los tres principales países entre los siete aún gobernados por la izquierda en la Unión Europea, es decir, Grecia, España y Portugal, han anunciado duros planes de austeridad que sólo se diferencian en los márgenes con respecto a los aplicados en Alemania, Italia, Reino Unido y Francia, países gobernados por la derecha o el centro derecha. Por otro lado, allí donde la izquierda se encuentra en la oposición, a veces da la impresión de estar de acuerdo con la filosofía que sustenta las medidas adoptadas por los gobiernos, criticando al mismo tiempo algunas de sus disposiciones sociales y sugiriendo de forma subliminal que sería mejor aplicar una auténtica política de saneamiento financiero. Pero aunque, tal y como exponen los promotores, se supone que el rigor tendrá resultados económicos favorables a largo plazo, también tendrá temibles consecuencias inmediatas. En estos momentos es la mayor preocupación, su posición sobre las políticas económicas y sociales que se van a promover. La Tercera Vía de Tony Blair de los años noventa había significado, entre otros aspectos, una asimilación parcial del liberalismo económico y una voluntad de aprovechar las oportunidades generadas por la globalización, atenuando al mismo tiempo los perjuicios sociales que provoca. Comienza en todos los ámbitos una vuelta hacia el keynesianismo y la intervención de los poderes públicos, incluido el partido laborista y además, casi toda la izquierda está de acuerdo en trabajar en el desarrollo sostenible con la "green economy". Pero este consenso no podrá ocultar las divergencias. Algunos partidarios de la izquierda que ponen en tela de juicio la política monetaria, defienden el aumento de los déficits públicos para reactivar las inversiones y el crecimiento. Otros aceptan el imperativo de saneamiento, pero piden la imposición de mayores impuestos para los ingresos más altos y para las transacciones financieras, así como medidas sociales. Sobre el contenido de éstas últimas, se enfrentan los defensores de una política de apoyo y atención a los más desfavorecidos para paliar su sufrimiento, la política denominada de care (de asistencia) que reivindica la secretaria del PS francés, Martine Aubry, y aquellos que prefieren ofrecer a los individuos los medios para reaccionar, crear y desarrollarse. En tercer lugar, se plantea la pregunta sobre Europa, mientras las opiniones dudan cada vez más sobre su pertinencia y eficacia. La izquierda se divide entre aquellos con la tentación de replegarse hacia el ámbito nacional, minoritarios aunque influyentes, y los partidarios de un auténtico poder político europeo capaz de dirigir la economía, de coordinar las políticas sociales y fiscales y de regular la competencia entre Estados. Por último, en una coyuntura que podría revelarse como una amenaza para la democracia, la izquierda pretende reactivar ésta última, lo que lleva a algunos de los suyos a insistir más sobre la renovación de las estructuras clásicas de la democracia representativa y a otros a explorar las vías de la democracia participativa.

No comments:

Post a Comment