Sunday, April 18, 2021

 

Política y Acción

Guillermo García Machado


A decir de Diego Giacomini, la filosofía de las ideas de la libertad muestra que la Acción Humana es el motor del cambio, nunca la política; y mucho menos a través del propio Estado. Continuemos con Giacomini: “No es poca la gente (engañada) que cree que la política puede cambiar la vida de los demás. Esta ilusión alimentada desde el adoctrinamiento de la educación pública (ministerios de un grupo de explotadores que viven de lo ajeno. Por el contrario, las ideas de la libertad nos dicen todo lo opuesto: la política no es la herramienta que transforma la realidad de la sociedad. Por el contrario, la realidad del individuo que vive en sociedad es transformada por la Acción Humana (ver Von Mises, 1949), que es un proceso dinámico y espontáneo, es decir, que no es diseñado conscientemente por nadie. La Acción Humana es un proceso muy complejo, que está constituido por millones de personas (con casi infinita variedad de objetivos, gustos, valoraciones y conocimientos prácticos) que interactuando libremente entre ellas constantemente crean, descubren, inventan y transmiten información sobre fines (objetivos y problemas a resolver) y medios (instrumentos para alcanzar los fines), permitiendo que los individuos nos coordinemos en sociedad a través de todo tipo de relaciones de intercambio. Así, la Acción Humana es el motor del progreso del individuo y del desarrollo de la civilización.

De esta forma, la realidad del individuo que interactúa en sociedad surge de este proceso espontáneo llamado Acción Humana. Luego, en ocasiones, la menor cantidad de veces, la política termina “validando” los resultados emergentes de la Acción Humana. Sin embargo, lo más común es que la política, con toda su ingeniería social a cuestas, termine siendo un palo en la rueda de la Acción Humana. La gente se divorciaba hace años y años, y los burócratas del Estado (políticos) con su legislación vigente lo impedían. La ley de divorcio tan sólo fue la “validación” de un proceso espontáneo que ya acontecía en la civilización, es decir; la legislación no transformo la realidad, sino que sólo dejó de ponerle palos en la rueda. Exactamente lo mismo sucedió con los matrimonios de personas del mismo sexo.

La política y toda su organización son patas fundamentales de un aceitado mecanismo de agresión institucional, que suele justificarse a nivel popular, político y científico como un sistema capaz de mejorar el funcionamiento de la sociedad y lograr un determinado conjunto de fines colectivos considerados como buenos. Esta agresión institucional es violencia física o amenaza de violencia física ejercida por burócratas (a cargo del Estado) sobre los actores económicos o sociales, impidiéndoles el libre ejercicio de la Acción Humana. Esta coacción de la política y sus burócratas hace que el actor económico y/o social actúe en muchas oportunidades distinto a cómo habría actuado en total libertad, adecuando su comportamiento a los lineamientos de la ingeniería social. Es decir, la política nos obliga a hacer “algo” que jamás habríamos elegido hacer por propia voluntad, obstaculizando así el proceso de desarrollo de la civilización. Además, creer en la política como instrumento transformador de la sociedad implica perder de vista que es el Estado. De acuerdo con las enseñanzas de Franz Oppenheimer (ver “El Estado”, 1908), el Estado surge a partir de la conquista, la confiscación y la esclavitud. Para que haya Estado es necesario que haya una continua explotación económica de una clase (conquistados) por otra (conquistadores). Con Estado, los derechos naturales, que no son otra cosa que poder disfrutar en tranquilidad la propiedad natural y sus resultantes, son avasallados.

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