Sunday, March 28, 2021

 

Democracia, forma de vida

Guillermo García Machado


Más que un sistema político, la democracia es una forma de vida.

Alcanzar esta forma y mantenerla requiere el esfuerzo constante de todos los hombres que integran una comunidad, gobernantes y gobernados.

Múltiples y variadas formas de corrupción ponen en peligro la existencia de una sociedad democrática.

Unas afectan la participación activa y responsable de los ciudadanos en la vida y quehaceres comunitarios.

Otras tornan a la democracia ineficaz para resolver los problemas sociales, lo que impulsa a los hombres a rechazarla y a buscar soluciones extremas.

La vida en la democracia se desenvuelve por el imperio  del  derecho. Elimina el despotismo, la arbitrariedad y la tiranía y hace brillar la ley a la cual deberán ajustarse todos, tanto gobernados como gobernantes.

El hombre no es «algo», sino que es «alguien».

La democracia establece el respeto de los derechos y de las libertades. Los abusos no son consecuencia de la democracia, sino resultado del incumplimiento de sus principios. 

En la democracia las personas gozan de las libertades individuales, como la de expresión , de prensa, de información , de educación y de trabajar.

Muchos pueblos aleccionados por una amarga experiencia política, se oponen con mayor energía al monopolio de un poder dictatorial incontrolable e intangible, y exigen un sistema de gobierno que sea más compatible con la dignidad y libertad de los ciudadanos».La idea democrática se apodera de los pueblos, y obtiene por todas partes la aprobación y el consentimiento. Pero los ciudadanos quieren «más democracia y mejor democracia«.No ocultan su desengaño por la forma como se falsifica a la democracia, y cómo se la ha realizado hasta el presente en muchas partes. El supremo ideal de «más democracia y mejor democracia» requiere lucha para defender la verdadera democracia, y para realizarla cada vez mejor.

La primera lucha es individual, de cada uno consigo mismo, en su doble aspecto negativo y positivo.

Negativo; reprimiendo y neutralizando las tendencias al egoísmo, a la apatía, al sectarismo, a la inmoralidad, a la injusticia, a la pereza, a la codicia…

Positivo: adquiriendo las virtudes propias del hombre honesto, fundamento de las virtudes sociales y del buen ciudadano. Sin moral privada no puede haber moral pública.

La segunda lucha es en el plano educativo. La democracia se salvará por el pueblo, y el pueblo sostendrá y mejorará la democracia cuando esté educado para ejercerla.

Grave es en este punto la responsabilidad de la escuela, donde no siempre el educador, por desgracia, cumple con la obligación de «educar al soberano».

La tercera lucha es en la sociedad, afirmando la democracia sobre claros principios morales, y haciendo prevalecer los valores y fuerzas espirituales oponiendo al egoísmo, generosidad; a la apatía, preocupación; al materialismo, espiritualidad; a la avaricia, desprendimiento; a la debilidad, fortaleza; al espíritu de comodidad, el de sacrificio y abnegación; etc.

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