Vagabundo
Guillermo García
Machado
El término latino vagabundus derivó en vagabundo, un concepto que se emplea en nuestra lengua como adjetivo para calificar a la persona que no tiene una
residencia fija y que se traslada con
frecuencia de un sitio a otro. En los Estados Unidos de América se utiliza la
palabra homeless para referirse al ser humano que habita en la calle y requiere
urgentemente una ayuda pública y privada para ser parte integrante del entorno
social, siendo así un craso error confundir el vagabundo con el que no tiene
techo donde dormir, porque estos últimos podrían ser personas en condiciones de
contribuir con su superación personal. Por
ejemplo: “Estuve dos años como vagabundo en Europa, recorriendo distintos
países y tocando la guitarra a cambio de monedas”, “Hace unos días que ese vagabundo está viviendo en la plaza”, “Le ofrecí trabajo a un vagabundo, pero no aceptó”.
Por lo general, la idea de vagabundo se
vincula también a aquel que es vago y
que decide no trabajar ya que prefiere la holgazanería. Esa falta de obligaciones y
de responsabilidades le permite llevar una vida
errante.
Para corroborar lo que decíamos antes acerca
del homeless, resulta importante diferenciar entre el vagabundo (que no
registra domicilio y no tiene oficio ni profesión por decisión propia) y
la persona que
vive forzadamente en la calle y que no cuenta con un empleo ya que no logra
conseguirlo. El vagabundo, además, se caracteriza por trasladarse de un lugar a
otro con frecuencia.
Más allá de su poco apego a los
compromisos laborales y de otro tipo, los vagabundos realizan diferentes
actividades para subsistir. En muchos casos piden limosna en la vía pública o acuden a
instituciones de beneficencia para obtener comida y ropa.
También pueden realizar trabajos
esporádicos o informales, como limpiar ventanas o abrir las puertas de
taxis. Otro método de supervivencia de los vagabundos consiste en revolver
la basura en búsqueda de
productos que aún tienen utilidad (como cartones que pueden venderse). Se
suele insistir en que las razones por las que estas personas se encuentran en
esta situación son rupturas de lazos de tres tipos:
·
Ruptura de lazos familiares y personales. No tienen una
relación habitual o no mantienen ya ningún contacto con su familia directa e
indirecta. Puede deberse a la muerte de uno o varios miembros, a una pelea
familiar, a la distancia que les separa, a una adicción, a una enfermedad o
trastorno físico o mental, etcétera.
·
Ruptura de lazos laborales. Las personas sin
hogar no tienen empleo o no tienen un empleo fijo que les proporcione ingresos
estables. Aunque, probablemente, lo tuvieron. Se calcula que un 10% de estas
personas tiene incluso estudios universitarios.
·
Ruptura de lazos sociales. La persona sin
hogar (antes o después de serlo) puede perder sus amigos o puede tener
dificultades institucionales (problemas judiciales o con la policía). Puede ser
un proceso gradual o una ruptura brusca porque sus amigos le den la espalda al
no aceptar su situación.
En psicología suele denominarse a estos
acontecimientos sucesos vitales estresantes. Se trata de rupturas
que pueden y suelen caracterizarse por tres rasgos:
·
Son encadenadas, es decir, una ruptura puede
conducir a otra. Por ejemplo, la pérdida del trabajo puede provocar que la
persona pierda los lazos familiares o, a la inversa, una fuerte ruptura
familiar (por una muerte, una pelea, un maltrato, una adicción) le lleva a la
persona a perder también el trabajo por no poder realizarlo correctamente
debido a sufrir una profunda depresión.
·
Son traumáticas. Provocan un alto sufrimiento
psicológico en la persona, de manera que su voluntad puede verse de tal manera
debilitada que no encuentra motivación para volver a rehacer sus lazos y llevar
una vida digna. Además, la vida en la calle suele agravar aún más esta apatía.
·
Son bruscas. Puede que la persona haya vivido
varios grandes traumas encadenados y alejados en el tiempo durante su vida,
pero probablemente uno de ellos le lleva directamente a la calle. Es decir,
vivir en la calle no es algo meditado, sino una solución precipitada para
alejarse del dolor o la única opción tras ser expulsada de su lugar de
residencia habitual.
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