Imperialismo II
Guillermo García Machado
A la hora de comenzar a definir el término imperialismo es
importante que, en primer lugar, acometamos el establecimiento de su origen
etimológico pues nos dará las claves de su significado. De esta manera podemos
establecer que dicho origen se encuentra en el latín y es fruto de la unión de
tres elementos claramente diferenciados: el prefijo in que puede
traducirse como “hacia dentro”, el verbo parare que significa
“ordenar”, y finalmente el sufijo –ismo que equivale a
“doctrina”. Imperialismo es
una doctrina, conducta, tendencia o sistema de aquellos
regímenes que desean expandir su dominio hacia
otro u otros territorios a través de la fuerza (tanto militar como política o
económica). Un Estado imperialista, por lo tanto, desea
imponerse sobre otros países y
ejercer su control. Se trata de naciones que
tienen una gran fuerza y que no dudan en utilizarla, ya sea de manera directa o
indirecta, sobre los más débiles. La noción moderna de imperialismo surgió a
partir del siglo XIX para nombrar al
proceso de crecimiento económico llevado adelante por las potencias europeas.
Estos países comenzaron a conquistar tierras y a crear colonias en diversos
continentes con la intención de acceder a las materias primas y de encontrar
nuevos mercados para
sus productos. Como decimos, la búsqueda por parte de las distintas potencias
de materias primas para continuar con su crecimiento en plena fase de la
Revolución Industrial parece ser, según los historiadores, que fue la principal
razón que dio lugar a este fenómeno del Imperialismo. Entre los países que más
ejercieron el mismo destaca Gran Bretaña, que se situó al frente del mismo y
que consiguió tanto tener colonias como anexionar territorios en lugares como
Asia o África. A fines del siglo
XIX, el concepto empezó a usarse para hacer referencia al dominio económico que
ejercen los poderosos sobre los países más pobres. Este imperialismo, por lo
general, no requiere el uso de la fuerza bélica, sino que se ejerce a través de
presiones políticas y económicas. Por ejemplo: una potencia se compromete a
prestar dinero a un país periférico siempre que éste dicte leyes favorables a
sus empresas. El
imperialismo intenta justificarse por diversas causas: desde demográficas (la intención
de incrementar la superficie de la nación) hasta económicas (para
satisfacer las necesidades propias), pasando por motivos propios de la ciencia (como
el deseo de investigar en otros territorios). Entre las consecuencias más importantes del fenómeno
que nos ocupa hay que destacar la pérdida de valores tradicionales culturales,
un proceso de proletarización en la sociedad de los territorios conquistados o
la destrucción de ecosistemas naturales. El imperialismo se puede entender como la doctrina
que sostiene el dominio de unas naciones sobre otras. Existen imperialismos
desde que han existido imperios desde la antigüedad, pero hay una tendencia
actual a limitar como "imperialismo" al proceso de expansión
económica que tuvo lugar en Europa a mediados del siglo XIX,
sobre todo a partir de 1870, y este fue conocido
como imperialismo librecambista. Durante este periodo, muchos países europeos,
especialmente Gran Bretaña,
se extendieron, primero de forma no oficial y más tarde anexaron territorios y
formando colonias en África, Asia y el Pacífico. Esta expansión fue consecuencia de la
búsqueda fuera de Europa de mercados y materias
primas para la revolución industrial y se dio hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, en 1914 y permanecieron sus vestigios hasta la descolonización,
en los años 70. A partir de finales del siglo XIX el imperialismo se caracterizó sobre
todo por la dominación económica impuesta por las potencias sobre naciones
inferiores a éstas, ya que la dominación política cada vez fue más puesta en
duda. A comienzos del siglo XX y durante la segunda postguerra, en
los países subdesarrollados surgieron movimientos nacionalistas que muchas
veces acabaron la colonización de otras potencias sobre ellos. En ese
sentido se debe decir que en la actualidad la prepotencia de los países más
poderosos se verifica más en el terreno económico que en el político, aunque un
análisis exhaustivo de la evolución política del sur muestra la dependencia del
norte también en lo político. No obstante, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, se comienza a usar
la denominación de "imperialismo" para referirse a dos nuevas
potencias, más tarde enfrentadas en la Guerra Fría;
son la Unión Soviética y Estados
Unidos. En este sentido, una famosa cita del líder político inglés Winston
Churchill, acerca de los vencedores en el conflicto armado, dice:
"La historia la escriben los vencedores"; no obstante,
surgirían diversas corrientes de opinión y movimientos sociales de distinto
signo político o ideológico que mantendrían posiciones críticas o abiertamente
contrarias a la visión predominante. A finales del siglo pasado y comienzos de
este (XXI) se imponen las posiciones norteamericanas; la preponderancia
económica de los EEUU, conlleva además un predominio cultural, encabezado por
industrias del entretenimiento como la cinematográfica y la musical. Este
dominio económico-cultural, unido a la publicidad y en el consumo, se ha
valorado por algunos sectores ideológicos como un tipo de colonialismo cultural
(ver Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant, Las
razones del imperialismo), mientras que en el campo político, se ha
calificado como imperialista la política exterior de Estados Unidos, Europa
Occidental y Japón principalmente, y su intervencionismo en diversos
conflictos.
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