Melómano
Guillermo García Machado
Veamos con detenimiento la
relación entre la música y el ser humano, así tenemos que melómano es el sujeto fanático de la música. Se trata de una persona que siente un amor apasionado y, según el punto de vista,
excesivo por lo musical, dedicando tiempo y dinero al disfrute de este arte. Por ejemplo: “A mi no me interesan el lujo ni las posesiones materiales: como
buen melómano, invierto todos mis ingresos en discos y conciertos, aunque deba recorrer el mundo
para ver a mis artistas favoritos en escena”, “El novelista, reconocido melómano, ha presentado un libro cuyo
protagonista es un director de orquesta”, “Tengo más de 2.000 archivos en mi MP3, pero no me considero un
melómano”.
El término melómano proviene de un vocablo griego compuesto por el
prefijo melos (“canto”)
y el sufijo manos (de donde deriva la
noción de manía). La melomanía, por lo
tanto, es una especie de locura o tendencia al furor vinculada
a la música.
A diferencia de otras manías, la melomanía no es entendida como un
trastorno psicológico o una enfermedad.
Puede decirse que la melomanía no implica un riesgo para la persona ni para su
entorno.
El
melómano tiene un interés casi exclusivo por la música. Es posible que existan
otras aficiones en su vida, como el deporte o el cine, pero sólo la música le
despierta una necesidad de
atenderla tan intensa. Aunque se puede afirmar que cualquier individuo que
disfruta de la música es melómano, el concepto suele dejarse exclusivamente
para quienes mantienen un vínculo particular con lo musical, y especialmente
para quienes lo hacen como oyentes. Desde este punto de vista, las personas que
trabajan en la industria de la música no entran en esta categoría, a pesar de
dedicar mucho tiempo y esfuerzo al estudio, la producción y el desarrollo de canciones, piezas
instrumentales y óperas, entre otros tipos de contenido que muchas veces
requieren de meses o años de trabajo ininterrumpido.
La melomanía no sólo no es considerada un trastorno, sino que en el
ambiente musical suele ser vista como un sinónimo de sabiduría y prestigio. Por
lo general, las personas melómanas poseen vastos conocimientos relacionados con
el género que más las apasiona; en el caso de la ópera, por ejemplo, cuentan
con auténticas bases de datos mentales de nombres de directores, orquestas y
cantantes, fechas de sus presentaciones, curiosidades de los compositores que
casi todos ignoran y opiniones en apariencia muy sólidas acerca de cuestiones
técnicas.
Con respecto a este último punto, desde la perspectiva de un músico, la
crítica de un melómano puede parecer infundada, ya que por lo general no se
trata del producto de la experiencia,
sino de datos recogidos a través de la investigación. Pero los melómanos suelen
estar frente al escenario, y no sobre él; por lo tanto, desde su posición de
seguridad, buscan hacer alarde de su paso por los palcos de los teatros más
importantes del mundo, para conseguir la admiración de quienes los rodean.
La visión que la gente suele tener de los melómanos es negativa, dado que
su modo de relacionarse con la música es obsesiva y posesiva, con una tendencia
a descartar las opiniones y
los gustos ajenos y a mostrar los conocimientos como si de trofeos se tratase,
para intentar impresionar a su entorno. El amor y la obsesión poco tienen en
común, pero sí es común que coexistan en una persona.
Generalizar nunca es acertado, y menos cuando se trata de juzgar un
rasgo de la personalidad;
sin embargo, por culpa del enfoque que algunos melómanos dan a su relación con
el arte, se ha creado la idea de que todos ellos son personas con las cuales resulta
imposible compartir la música, dado que cuentan con un arsenal de frases hechas y preconceptos que
utilizan para desacreditar a sus interlocutores, sin aceptar que cada uno
obtenga de una melodía lo que ésta tenga para ofrecerle en ese momento determinado
de su vida. Visto lo anterior: La melomanía es una afición desordenada por la música, en la cual la persona quiere escuchar música todo el tiempo.
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