Agresividad
Guillermo
García Machado
De
raíces claramente latinas es el origen etimológico del término
agresividad que ahora nos ocupa. En concreto podemos establecer que
está conformado por cuatro vocablos en latín: el prefijo ad–
que es sinónimo de “hacia”, el verbo gradior que
puede traducirse como “andar o ir”, –ito que
equivale a “relación activa” y finalmente el sufijo –dad que
significa “cualidad”.
La agresividad es
una tendencia a actuar
o a responder de forma violenta.
El término se encuentra relacionado con el concepto de acometividad,
que es la propensión a acometer, atacar y embestir. También se
utiliza la palabra para referirse al brío, la pujanza y la decisión
para emprender algo y enfrentarse sus dificultades.
La
agresividad es un concepto que tiene su origen en la biología,
una ciencia que
lo ha vinculado al instinto sexual y al sentido de territorialidad.
De todas formas, la psicología también
se ha encargado del asunto.
Podría
decirse que la agresividad es un conjunto
de patrones de actividad que
pueden manifestarse con intensidad
variable,
desde las expresiones verbales y gestuales hasta la agresión física.
El lenguaje cotidiano asocia la agresividad con la falta
de respeto,
la ofensa o
la provocación.
En
concreto a nivel general podemos establecer que existen
cuatro tipos claramente delimitados de agresividad. La primera de
ellas es la llamada verbal que es la que tiene como principal seña
de identidad el hecho de que se basa en que un individuo en cuestión
realiza insultos a otra persona.
En
segundo lugar nos encontramos con la facial que es la que manifiesta
a través de gestos que se realiza con la cara. La tercera es la
agresividad física que se traduce en lo que son patadas, arañazos y
todo tipo de golpes tanto a personas como a elementos que se
encuentre en su alrededor.
Y
finalmente está la llamada agresividad indirecta que es la que se
produce sobre objetos de la persona que se encuentra afectada.
Existen
dos tipos de agresividad: la activa y
la pasiva.
La agresividad activa se ejecuta a través de una conducta violenta y
directa; la agresividad pasiva, en cambio, se ejercita mediante una
forma de sabotaje.
Los
especialistas también hablan de la agresividad
secuencial,
que aparece cuando una persona primero
se comporta en forma tranquila y parece renunciar a sus derechos,
pero después muestra un comportamiento agresivo cuando advierte que
no consigue resultados.
Es
importante destacar que la agresividad puede originarse por factores
internos o externos a la persona. Por ejemplo, la adicción
a las drogas es
una causa de agresividad. Los cambios
emocionales (incluyendo
la neurosis y la depresión) también aparecen como generadores de
comportamientos agresivos.
En
los últimos años ha experimentado un importante crecimiento de la
agresividad en la población juvenil. Tanto es así que un relevante
sector de los jóvenes maltrata a sus padres y muestra violencia en
las aulas tanto con sus profesores como con compañeros. La falta de
comunicación, los cambios hacia la madurez, el contacto con drogas o
las malas compañías son algunas de las causas que originan la
misma.