Primavera
Árabe en acción
Guillermo
García Machado
La
gran conmoción del mundo árabe de 2010-2013, conceptualizada por
distintos medios como la Revolución
democrática árabe o la Primavera
árabe, han consistido en una serie de alzamientos populares, específicamente
en el norte de África, calificados como revoluciones por la opinión mediatica internacional,
la cual comenzó con la revolución tunecina. Varios expertos de nivel
internacional, como Noam Chomsky, consideran sin embargo que las protestas de
octubre de 2010 en el Sahara Ocidental fueron el punto de partida de las
revueltas. Son unas revueltas sin precedentes en el mundo árabe, ya que si bien
en la historia de éste ha habido numerosas revoluciones laicas y republicanas,
hasta ahora éstas se habían caracterizado por nacer a partir de golpes de
Estado militares y dar paso a gobiernos en cierta medida autoritarios con o sin
apoyo popular, en tanto que los acontecimientos actuales se caracterizan por un
reclamo democrático, y de una mejora sustancial de las condiciones de vida. Por
la naturaleza de sus protestas (libertades democráticas, cambios políticos,
económicos y sociales), estas manifestaciones masivas empiezan a ser comparadas
con las revoluciones de 1830, las de 1848 y las revoluciones en Europa del Este
a partir de la caída del muro de Berlín en 1989. Tras la democrática y
libertaria retórica de Barack Obama, el gobierno de EE.UU. está maniobrando
para instalar una nueva generación de hombres fuertes que puedan revertir la
revolución árabe y ayudar a reafirmar la dominación gringa en el Medio Oriente.
En los últimos dos ejemplos, EE.UU. apoyó la toma de poder del presidente
egipcio Mohamed Morsi, de la Hermandad Musulmana e intenta ahora instalar a
ex-funcionarios del régimen sirio al frente de la oposición. Washington espera
desviar dos masivos levantamientos sociales apoyando a líderes que permanecerán
fieles a los intereses occidentales, en lugar de reflejar la voluntad popular. Las
apuestas del gobierno yanqui son altas. La ocupación de Irak--una vez
considerada por los arrogantes halcones de George W. Bush como la piedra
angular para el "cambio de régimen" en el mundo árabe--en última
instancia, convirtió al país en un aliado de Irán, el principal contendiente de
EE.UU. en la región. La Primavera Árabe del año pasado, derrocando duraderos
dictadores en algunos países y, en otros, sensibilizando gobiernos a las
demandas de sus poblaciones, amenazó con centrifugar otras naciones a órbitas
aún más lejanas al poderío estadounidense. Eso, a su vez, expuso las
dificultades norte-americanas de depender en Israel para dominar la región. La
última guerra contra el territorio palestino de Gaza no sólo no aplastó al
gobierno de Hamas--como buscaban--sino que además dio un nuevo brío, a niveles
no vistos en las tierras árabes y musulmanas en décadas, a la causa por la
liberación palestina. ESE ES el hilo común de las aparentemente contradictorias
políticas que Washington ha ejecutado desde que la revolución comenzó hace dos
años en Túnez. Primero, EE.UU. apoyó dictador tunecino Zine El Abidine Ben Ali,
hasta que un levantamiento de masas y una huelga general le obligaron a
deponer, todo en cuestión de un mes. Washington siguió el mismo guion en
Egipto, permaneciendo con Hosni Mubarak, uno de los ejes de la política yanqui
en el mundo árabe, hasta el último minuto. En Bahrein--la base de la Quinta
Flota de la Marina de los Estados Unidos de América--Washington dio luz verde a
la salvaje represión contrarrevolucionaria contra un pacífico movimiento
democrático. En Yemen, EE.UU. dio una ruta de escape a un despreciado dictador
para apuntalar a un nuevo gobierno, aún dominado por los militares. Sólo en
Libia--donde Europa y Estados Unidos armaron fuerzas rebeldes a Muammar
el-Qaddafi y llevó a cabo un flagelante asalto aéreo esgrimiendo razones
humanitarias--EE.UU. parece respaldar sin reservas la caída del antiguo
régimen. Pero como el periodista del Independiente Patrick Cockburn
anticipó, la caída del régimen de Gadafi fue "principalmente obtenida por
la OTAN, no por una revolución popular".